Proyecto Moon: alumbrando oportunidades para la educación digital

A pesar de su nombre, Moon es un kit solar fotovoltaico, asequible y fácilmente autoinstalable que ha cambiado la vida a más de 7.000 familias senegalesas, que viven en poblaciones de bajos recursos y sin conexión a la red eléctrica. Gracias a él, los niños de estos lugares han podido decir adiós a sus lámparas de queroseno y dar la bienvenida a los maestros que antes no llegaban debido a la falta de energía eléctrica y conectividad. En el Observatorio ProFuturo hemos hablado con Thomas Samuel, promotor de esta idea, sobre su proyecto, sus planes de expansión y las enormes posibilidades que Moon ofrece para mejorar la calidad educativa de niñas y niños en estos lugares a través de los servicios digitales que ofrece.

Proyecto Moon: alumbrando oportunidades para la educación digital

Thomas Samuel, CEO de Moon, en un momento de la entrevista.

¿Cómo funciona Moon y cómo lleva a cabo su misión?

Moon es una empresa social que proporciona inclusión digital, financiera y energética a comunidades rurales. Básicamente, vendemos un sistema de energía solar de pago por uso y a plazos, que incluye un smartphone con contenidos preinstalados que permite a la gente salir de la pobreza, aprender y conectarse a través de estos dispositivos.

Tenemos un equipo de ventas “puerta a puerta” y vendemos a personas que actualmente están fuera de la red y no digitalizadas, un sistema de energía solar, que funciona con un panel conectado a una batería que, a su vez, dispone de varios puertos USB y al que pueden conectarse hasta cinco lámparas; y junto con este sistema, incluimos un smartphone especial, que viene precargado con contenido digital, adaptado a las necesidades de la población. Este teléfono también se vende con un sistema prepago. Ambos productos se pagan ​​en cuotas, a través del propio móvil, lo cual también les proporciona, de alguna manera, inclusión financiera.

¿Cómo empezasteis? ¿Cuál fue el origen de Moon? ¿Cómo se os ocurre la idea?

Primero creé una compañía de alumbrado público llamada Sunna Design, a través de la cual hicimos grandes proyectos por todo el mundo. En África tuvimos la oportunidad de abordar un proyecto de electrificación, con alumbrado público solar. Y un día se me ocurrió llevar mi proyecto a un lugar remoto de Senegal, cerca de la frontera con Mali. Entonces vi esos pueblos, con alumbrado público, pero nada más. Y ese fue el comienzo del «pago por uso” de energía solar. Pensamos que había oportunidades, personas dispuestas a pagar por la electricidad, y diseñamos una solución, denominada «nano-red», a través de la cual dábamos acceso a iluminación prepago, distribuyendo energía a las casas cercanas, a través de las farolas solares de la calle. El proyecto piloto fue un éxito y nos brindó un importante aprendizaje: nos dimos cuenta de que al tener electricidad, la gente cambiaba sus viejos móviles por smartphones. Hay un vínculo claro entre la electricidad y la adopción de teléfonos inteligentes. A partir de ahí pensamos: “simplifiquemos la solución, vendamos un sistema solar doméstico más un teléfono inteligente.” Y encontramos una gran combinación y una buena adaptación al mercado.

¿Por qué crees que es tan importante la inclusión energética y digital, hoy, en el sector educativo?

Estas personas viven en un círculo vicioso de pobreza y por eso es muy importante proporcionarles energía e inclusión digital. Cuando no tienes energía, no puedes ahorrar dinero, quemas tu dinero todos los días: quemando queroseno, quemando velas … y esto no solo es malo para la salud o para el medio ambiente. También es caro. Utilizar un sistema de energía solar, pagado a plazos, es más barato para estos hogares y, además, les permite cargar un Smartphone que aporta un gran complemento a la energía: acceso a la educación, acceso a las redes sociales, que es una excelente manera de conectarse con la gente, con la diáspora … Y, por supuesto, todo esto les da acceso a recursos financieros porque pagar en cuotas crea una calificación crediticia y permite a las personas entrar en un mundo donde se pueden obtener mejores productos y pagarlos muy poco a poco.

Foto: Proyecto Moon.

Lleváis muchos años trabajando en Senegal. En términos de educación, ¿cuál es la situación allí? ¿A qué dificultades se enfrentan los niños?

Los niños afrontan muchísimas dificultades en esas zonas. La principal es que no tienen luz en casa, que es lo primero que solucionamos. Como hemos dicho, cuando no tienes luz en casa, estudias con una vela o con una lámpara de queroseno. Estudia así es muy complicado y, además, no es bueno para la vista. El segundo problema es más complicado: los profesores no quieren ir a esas áreas sin conexión a la red eléctrica. No quieren vivir en lugares remotos y desconectados. Consecuentemente, nos encontramos con un déficit o falta de educación de buena calidad en esos lugares, solo porque los maestros no encuentran ninguna motivación para trabajar allí. Nosotros hemos visto cómo una gran proporción de nuestros clientes y primeros usuarios son profesores porque, primero, quieren tener luz (esto es muy importante, por supuesto); y quieren tener el smartphone, que les permite preparar sus lecciones, y también formarse ellos mismos. En nuestro ideal futuro, cuando consigamos una penetración profunda en algunos lugares, tanto los maestros como los niños, tendrán acceso total a la energía y, a través de esta, a nuevas formas digitales de aprender y continuar su educación.

A día de hoy, ¿cuáles son los datos? ¿Cuánta gente vive en el mundo sin acceso a electricidad?

Actualmente, y dependiendo de los países, entre el 50% y el 70% de los hogares viven sin acceso a la electricidad, lo que en total son 600 millones de personas. Imagine cuántas niñas y niños viven en esas zonas sin poder recibir una educación adecuada.

Con esos datos, ¿crees que la educación digital, que obviamente necesita de electricidad, puede llegar a implantarse con soluciones como la tuya?

Nosotros estamos convencidos de que la educación digital puede tener lugar en África, incluso antes que en otros lugares. África es una tierra de oportunidades. De alguna manera, debido a la falta de infraestructura, algunas soluciones convencionales son realmente complicadas de implementar. La electricidad es un muy buen ejemplo: de la nada, han ido directamente a la energía solar descentralizada. Sin pasar por los grandes costes por los que hemos pasado en otros lugares, con un sistema centralizado, infraestructura muy pesada y todo lo que ello implica. Entonces, se produce un gran salto. Lo mismo sucede con los teléfonos. Han pasado de la nada, directamente a los móviles. Sin pasar por la infraestructura del teléfono fijo. Y creo que el escenario educativo puede suceder lo mismo: que debido a la falta de otras alternativas, la adopción puede ser más rápida y efectiva en algunos lugares de África que en otros lugares. Y por eso estamos encantados de trabajar en este campo.

¿Cuántas personas están usando ya Moon en África?

Comenzamos muy recientemente con una operación piloto en el sur de Senegal … A día de hoy hemos desplegado alrededor de 7.000 kits que han impactado a más de 20,000 personas. Así que estoy muy orgulloso de estos resultados, que son excelentes como comienzo. Actualmente estamos en condiciones de expandirnos en Senegal y ya estamos empezando en Togo, donde tenemos un gran potencial también para cambiar la vida de muchas personas.

¿Cuáles son los servicios digitales más demandados por los clientes? ¿Son más los relacionados con la banca móvil, la educación…?

El 80% de nuestros clientes no habían tenido un smartphone antes y por eso sus demandas y necesidades digitales aún están poco claras, porque no conocen el potencial del teléfono. Por eso, por un lado,  organizamos capacitaciones para aprender a usar el smartphone y el contenido que les preinstalamos; y, por otro lado, hacemos un seguimiento de lo que están usando. Por supuesto, las redes sociales y las aplicaciones de banca móvil son muy utilizadas, y también hemos visto muchísimo interés en aplicaciones muy sencillas pero de mucho impacto, como el calendario menstrual, que se usa mucho. Y también algunos juegos. Tenemos un juego como SIM City, pero para proteger tu aldea de la malaria. Este juego tiene mucho uso.

¿Cómo se paga el servicio? ¿Es asequible para vuestros clientes?

Hemos querido ser accesibles para la población a la que nos dirigimos: así que, básicamente, el coste del smartphone más el sistema de energía solar equivale a lo que la gente ya gastaba en energía más los datos prepago y el teléfono que la gente ya estaba pagando. Lo que estamos haciendo es intercambiar sus gastos habituales por una solución mejor, más duradera y más económica al final.

Habéis recibido muchos reconocimientos y premios. Entre ellos, el de la II Convocatoria ProFuturo Wayra para Emprendedores. ¿Qué significan estos premios para vosotros?

Aunque no perseguimos el reconocimiento, es muy importante sentir que nuestra visión es respaldada por miembros de la industria, asociaciones o grandes empresas que nos apoyan de verdad y nos brindan ayudan. En cierto modo, esto te indica que estás trabajando en la dirección correcta para lograr el impacto correcto… Por lo tanto, para nosotros y para nuestra misión es muy importante este respaldo y este apoyo.

¿Y cuáles son vuestros planes de expansión? ¿Estáis pensando en otros continentes además del africano?En lo que se refiere a nuestros planes para el próximo año, queremos ser realistas: tenemos grandes desafíos que abordar donde ya estamos operando, en Senegal. En este momento estamos financiando nuestro modelo y recaudando dinero para ampliarlo. Parte del dinero se destinará a la apertura y puesta en funcionamiento de los que serán nuestros grandes proyectos para este año y el próximo. A partir de ahí, estamos abiertos a tener una expansión panafricana y por qué no abrir en otros lugares, tal vez en América Latina. Pero aún es un poco pronto para esto.

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