Pocas cosas producen tanta satisfacción como saber que lo que se hace genera el bien a los demás. Si, además, los beneficiados son niñas y niños en situaciones de vulnerabilidad extrema, la alegría es máxima. Esa fue la sensación de Charo Izquierdo, de World Vision, y de Marian Álvarez y Nacho González-Blanch, de ProFuturo, en su viaje de prospección a Zimbabue.
En el relato que nos hace Charo, estremece conocer de primera mano las adversas condiciones de vida que han atravesado los niños en este país del sur del continente africano donde el sida y la precariedad económica han tenido efectos devastadores. Pero, al mismo tiempo, la autora nos trasmite un mensaje de lleno la esperanza ante la ilusión y el anhelo que embarga a la comunidad educativa junto a todos aquellos que están uniendo sus esfuerzos para que la implantación del programa global de ProFuturo de educación digital integral comience en el mes de septiembre en Lupane, uno de los lugares de mayor vulnerabilidad de Zimbabue.
“Zimbabue empieza a recuperarse lentamente de una serie de complejas crisis humanitarias que afectaron al país durante la pasada década. Según el Índice de Desarrollo Humano (IDH), Zimbabue ocupa la posición 154 de un total de 188 países para los que el PNUD (Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo) dispone de datos. Además de los altísimos niveles de inflación de la década del 2000, que superaron a los de cualquier otro país (entre 2006 y 2008 llegó a alcanzar los 230.000.000 %), Zimbabue también se enfrenta a un alto índice de desempleo, en torno al 90%, así como al efecto devastador que ha tenido y sigue teniendo en el país la epidemia del VIH/sida (la tasa de prevalencia del VIH/sida en la población adulta con edades comprendidas entre los 15 y los 49 años de edad actualmente alcanza el 13,5%).
Entre otras cosas, esta grave crisis hizo que muchos niños fuesen perdiendo progresivamente su derecho a la educación, ya que la mayoría de las familias se vieron obligadas a destinar sus escasísimos recursos a conseguir alimentos y a dejar de pagar tasas escolares. El mantenimiento de los edificios públicos se abandonó por completo, por lo que muchas escuelas se deterioraron hasta extremos visiblemente alarmantes. Los Comités de Desarrollo Escolar locales (lo que sería el equivalente a las Asociaciones de Madres y Padres de Alumnos en España) no lograron asumir el mantenimiento de las escuelas, ya que las familias no disponían apenas de recursos para comer. Hasta 2009 los niños sólo tenían un libro por clase (aproximadamente 30 niños por grupo), ya que tampoco había presupuesto para comprar libros.
Desde 2007, World Vision España está apoyando la implementación de proyectos de desarrollo comunitario en el Distrito de Lupane (Provincia de Matabeland Norte). Cuando iniciamos nuestras actividades en esta zona, los problemas en el sector educativo eran muchos. Con frecuencia, grupos de distintos cursos se veían obligados a compartir aula, pero impartir dos o tres clases distintas a la vez en el mismo espacio distorsionaba la atención de los alumnos. En otros casos, los niños estudiaban bajo los árboles, pero con el mal tiempo dejaban de ir a la escuela. Gracias a las aportaciones de nuestros socios y donantes, y con la participación de las propias comunidades, en todos estos años hemos logrado construir nuevas aulas y mejorar las infraestructuras de las escuelas que más lo necesitaban.