En el mes de julio, Guyana le dio la bienvenida oficial al programa ProFuturo en el marco de las jornadas de formación para funcionarios del Ministerio de Educación, directores de escuelas y coaches. El proyecto se implementará en tres regiones del país, llegando a beneficiar a más de 5,000 niños y 450 docentes, todo un reto para nosotros. Gina Biasini y Jordi Cortés, del equipo de formadores, nos cuentan en este post su experiencia allí.
Desde el primer momento en que se me planteó la posibilidad de formar parte de este proyecto, entendí que era una oportunidad para participar en una iniciativa muy desafiante, de la que me llevaría un aprendizaje enriquecedor y una experiencia que recordaría de por vida.
Esta primera visita a Guyana no sólo cumplió mis expectativas, sino que fue mucho más allá. Aunque resumir todo a lo vivido en Georgetown no le haría justicia al proceso en el que se ha estado trabajando durante los últimos meses: desde las formaciones recibidas en Aracajú junto al equipo de formadores, pasando por las llamadas para preparar el despliegue, hasta la realización del mismo, todas han sido vivencias que me han marcado y han hecho una gran diferencia entre el formador que era antes y el que considero que soy ahora.
De hecho, desde mi punto de vista, esa ha sido en parte la esencia y el valor más importante del proyecto: el factor colaborativo entre las personas involucradas, que ha propiciado el éxito. Sólo me queda añadir que las dos semanas de despliegue en Guyana evidenciaron el compromiso y entusiasmo de los actores locales con el proyecto, y agradecer la gran capacidad de trabajo en equipo de mis compañeras María, Valeria y Gina. Estoy entusiasmado por conocer el desarrollo del proyecto de aquí a los próximos meses.
(Jordi Cortés Molina)
Practicar la empatía
Ser parte del equipo de formadores para el despliegue del proyecto en Guyana representa para mí una experiencia de aprendizaje inigualable. Actuar de manera colaborativa, practicar la empatía y la solidaridad enriquece sin lugar a dudas nuestras capacidades para instrumentar el proyecto y comprender mejor cómo llevarlo a escala integrando exitosamente la diversidad que aportan los distintos países donde se ejecuta.
Además, poder vivir en primera persona lo que otros saben, conocen y sienten sobre un tema tan importante como la educación de calidad, y contrastarlo con nuestra propia visión y experiencia, le da mayor direccionalidad a lo que hacemos como profesionales y como personas. La dupla enseñanza-aprendizaje o aprendiz-facilitador cobra especial sentido a través de estas experiencias entre países y entre pares.
(Gina Biasini)