El pasado año, Tomas Mensi, miembro del equipo de operaciones, acudió a Etiopía para visitar escuelas con el objetivo de introducir la educación digital integral de ProFuturo.
Etiopía, antigua Abisinia, cuna del mítico Nilo Azul y situada en el llamado cuerno de África es uno de los países más grandes por extensión que no tiene salida al mar. Entre otras de sus muchas peculiaridades, se encuentra la utilización del antiguo calendario juliano, a diferencia del gregoriano que empleamos en el resto del mundo occidental.
El pasado año, Tomas Mensi, miembro del equipo de operaciones de ProFuturo, acudió a Etiopía para visitar escuelas con el objetivo de introducir la educación digital integral de ProFuturo. A pesar de que 81% de sus 99 millones de habitantes sobrevive con menos de 2 dólares al día, Etiopía encierra auténticas historias de éxito educativo, ya que es un país donde desde hace más de una década la escolarización de los 7 a los 16 años es obligatoria.
Veamos lo que Tomas descubrió:
“Es habitual encontrarse refranes y frases inspiradoras en las redes sociales que sugieren cuál es el camino para ser exitoso. Siempre he pensado que definir éxito ya es muy difícil de por sí, más aún tiene que ser encontrar la receta mágica para conseguirlo.
Sin embargo, en estas dos semanas que estoy visitando escuelas y conociendo este maravilloso país, creo haberme encontrado con el éxito, ¡en un lugar donde difícilmente uno se pondría a buscar!
La escuela Beati Akor se encuentra en la región del Tigray en el norte de Etiopia a pocos kilómetros de la frontera con Eritrea. Desde la capital de la región, la ciudad de Mekele, hay que conducir durante una hora y media por carreteras y caminos de tierra. Nos dicen que a veces llegar a esta escuela puede ser muy complicado, porque, aunque ahora el paisaje destaca por ser muy desértico, con las primeras lluvias de la temporada el camino puede resultar impracticable.
Al llegar nos encontramos con un gran colegio. Todo está silencioso porque las aulas están preparadas para los exámenes de fin de curso que son en el mes de junio. Cada pupitre tiene un número marcado con una tiza que identifica a los alumnos que el día siguiente afrontarán, tal vez, el primer examen de su vida. Hay un aula que está sellada con papeles firmados por el director para garantizar la seguridad de las pruebas del examen.
Nos recibe un director muy joven y tímido, pero que, sin embargo, y al contrario de muchos de sus colegas, destaca por su confianza al hablarnos en inglés.
Empezamos a conversar sobre el contexto socioeconómico de la comunidad que hospeda la escuela: Los padres de los niños de este colegio son gente humilde que se gana la vida trabajando duramente en la ganadería, el pastoreo y, sobretodo, la agricultura. En esta escuela hay niños que sufren malnutrición. Por todo esto pensábamos encontrarnos con un colegio rural que lucha diariamente contra el abandono escolar y lidia para ofrecer a sus alumnos la misma calidad educativa que se puede encontrar en las zonas con más accesos, en las grandes ciudades.
Después de algunas preguntas empezamos a darnos cuenta de que estamos frente a un panorama completamente distinto. Sin presumir de sus éxitos, el director nos cuenta que su escuela completó los cinco módulos de excelencia definidos por el Ministerio de Educación y que es uno de los centros más reconocidos del país. Los especialistas viajan hasta ella para estudiar y entender el secreto de los buenos resultados de esta alejada escuela rural del Tigray.
Cuando preguntamos al director si los profesores tienen que desplazarse mucho para atender sus clases, nos sorprende descubrir que todos los profesores viven en el pueblo. Nos sorprende aún más saber que la gran mayoría de estos docentes, que gracias a su trabajo han hecho posible que esta escuela sea una escuela modelo, estudiaron en este mismo centro.
Nos dicen también que una niña viajó el año anterior a Addis Abeba para demostrar la excelencia en su capacidad lectora. La biblioteca de la escuela, una pequeña estantería, está vacía. Todos los libros se los llevaron a casa los niños. Ya os imaginareis que en esta escuela el abandono escolar es cero. ¡Ahora si os podría describir qué es el éxito!