Carmen Strigel
De padre y madre profesores, Carmen Strigel eligió primero la docencia y luego descubrió en la tecnología un nuevo modo de enseñar. Desde Bruselas hasta Carolina del Norte, ha tejido una carrera marcada por la convicción de que aprender y enseñar son un mismo verbo conjugad en distintos tiempos.

Sobre Carmen Strigel
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Su padre enseñaba matemáticas, física y química en Alemania; su madre, peluquera de manos firmes y voz paciente, formaba a futuros estilistas en una escuela técnica. Así, la mesa familiar de Carmen Strigel era un aula paralela, donde la pedagogía se colaba en la sopa. Entre aquellas conversaciones de sobremesa —sobre alumnos, exámenes, anécdotas en las aulas— fue natural que Carmen eligiera ser maestra. Enseñó matemáticas, inglés y geografía a adolescentes en un instituto alemán.
Pero un año en Suecia cambió su rumbo: allí quedo fascinada con cómo los medios y la tecnología podían convertirse en aliados del aprendizaje. De ahí a Bruselas, a trabajar con ministerios de educación de toda Europa, hubo un salto breve y natural. Después vino Carolina del Norte, una maestría entre UNC y Duke, y un inicio casi fortuito en RTI, que ya suma dos décadas largas en su trayectoria profesional.