ProFuturo es un programa de educación digital para mejorar la calidad educativa, a través de herramientas digitales, enentornos vulnerables y lo hace con una estrategia doble: por un lado mejora la formación del docente a nivel tecno-pedagógico y a la vezpromueve el aprendizaje significativo del estudiante, a partir de experiencias de aprendizaje digitales motivadoras.
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“La clase de las tabletas es una de las favoritas de Emilia. El profesor acude a la clase y explica cómo manejarlas para aprovecharlas al máximo; así también comprueba de primera mano la eficacia del programa.”
La jornada de Emilia empieza temprano ayudando a su madre en las tareas domésticas, que incluyen limpiar la casa e ir a recoger agua para el aseo de la familia. Cuando ha terminado, Emilia se pone la mochila y emprende el camino al colegio, la escuela Nuestra Señora de Fátima.
En su camino al colegio, algunos compañeros de Emilia tienen que atravesar montañas de escombros y basura, pero ya están acostumbrados y no le dan demasiada importancia a la miseria que los rodea porque tienen un solo objetivo en mente: aprender y disfrutar con sus compañeros.
Emilia comparte su entusiasmo por el colegio con su amiga Ana Bernarda Enoque, de doce años, cuya familia llegó a Luanda en el año 2000 huyendo de la Guerra Civil, que se cebó especialmente con el entorno rural, donde en la actualidad aún quedan enterradas numerosas minas antipersona. Emilia y Ana suelen ensoñar en voz alta: se imaginan un futuro en el que tienen una casa de verdad, de ladrillos, y en el que gozan de tantos derechos como el resto de sus compañeros varones de clase.
Al finalizar las clases, Emilia, Ana y sus compañeros se entretienen en el camino de vuelta a casa: juegan al fútbol o con juguetes hechos de latas y palos, corretean de un lado a otro, etc. Los niños y niñas no dejan de serlo aun cuando no viven en el mejor entorno para hacerse mayores; de hecho, Angola era considerado hasta hace poco uno de los países más difíciles para la infancia. En 2015, en Angola se registraron 167 muertes de menores de cinco años por cada mil nacimientos.
Emilia y Ana se divierten perdiéndose entre los enormes bosques de edificios en construcción de su barrio. Se sientan y comparten confidencias, se esconden entre los bloques de cemento y juegan a imaginarse que una de esas viviendas es su casa y que, gracias al colegio, a la educación y a ProFuturo, su sueño se ha hecho realidad.