En el mundo, hay más de 25 millones de refugiados, más de cuatro millones son niñas y niños que no asisten a la escuela. En tiempos de guerra, las escuelas a menudo son destruidas o cerradas por razones de seguridad. Reabrir o construir nuevos centros capacitando a nuevos docentes requiere de inversión y tiempo, un tiempo que pasa para una generación entera de niños que no cuenta con el derecho básico a una educación digna.
Can’t Wait to Learn (CWTL), es un programa de aprendizaje digital basado en el juego concebido por la fundación War Child Holland, para promover en estrecha colaboración con los ministerios de educación, la mejora de las oportunidades educativas de niños refugiados. Todos los agentes que participan en la iniciativa comparten una misma visión: trabajar juntos para desarrollar un modelo que ofrezca a estos niños, el acceso a una educación de calidad. Cada socio y partner aporta desde su propio expertise, el conocimiento y los medios que permiten hacer realidad este proyecto. La educación para estos niños, más que nunca, proporciona esperanza y oportunidades para construir un futuro mejor.
El primer piloto que lanzó War Child Holland se desarrolló en Sudán, un programa que denominó E-Learning Sudan. Entre 2012 y 2013, se experimentó este enfoque de aprendizaje digital a pequeña escala. Durante seis semanas, 66 jóvenes (57% niños y 43% niñas), en tres aldeas remotas, con un grupo control de 20, participaron en una investigación que se centró en resolver preguntas relacionadas con la idoneidad del método desde una perspectiva pedagógica, poniendo el foco en determinar el valor educativo de una propuesta basada en un serious game trabajado desde una Tablet.
E-Learning Sudan, brinda a estos niños la oportunidad de aprender, a pesar de la falta de escuelas y maestros, de una manera divertida y creativa: jugando serious games en Tablets. Los juegos se caracterizan por ser accesibles, y la base del diseño son dibujos contextualizados, consiguiendo así que los usuarios puedan identificarse con las secuencias de aprendizaje que visualizan. Una de sus potencialidades es que incluso los niños que nunca han tenido una educación previa, pronto empiezan a manejar la dinámica del juego, e incluso tienden a obtener muy buenos resultados.
Los juegos son desarrollados por socios creativos y educativos en Sudán, Jordania, Líbano, Uganda y los Países Bajos. Incluyen instrucción, práctica y un sistema de gestión del aprendizaje. La iniciativa apunta a respaldar y complementar el modelo de educación tradicional en áreas afectadas por conflictos en el corto plazo, buscando la sostenibilidad en el largo plazo. De esta manera, los jóvenes refugiados pueden seguir aprendiendo a leer, escribir y contar, manteniendo una continuidad en su proceso de desarrollo, desde una propuesta de educación de calidad. La implementación es liderada por socios y agentes de la comunidad local.
Todos los materiales de aprendizaje son interactivos y se basan en los planes de estudio nacionales, y en los resultados de las evaluaciones de necesidades realizadas con niños y miembros de la propia comunidad. Las historias de vida de estos jóvenes, sus comentarios y los dibujos de diseñadores locales se utilizan para crear el entorno de aprendizaje digital. El juego permite que los niños aprendan avanzando a su propio ritmo, con videos instructivos, muchas veces grabados por jóvenes del propio país. También se intenta cubrir una parte del desarrollo socio-emocional, desde secuencias que les demuestran que las habilidades que van adquiriendo son directamente aplicables en sus propias vidas, y cómo pueden emplearlas para mejorar las vidas de las personas que los rodean.
El éxito del planteamiento permitió que War Child Holland ampliara su proyecto con CWTL promoviendo así la mejora de la calidad educativa en Uganda, Líbano y Jordania. El conflicto bélico que asedió a Siria, ha acabado por desplazar a un elevado porcentaje de su población. Tanto Jordania como Líbano, han recibido a más de 600.000 niños sirios refugiados. Casi el 60% de ellos no puede ir a la escuela.
Centrándonos en el piloto desarrollado en Líbano, los niños participantes aprenden matemáticas. Además de refugiados sirios, se atiende a refugiados palestinos y menores libaneses en riesgo de exclusión social. El programa actúa como acelerador curricular, permitiendo que estos jóvenes vulnerables se pongan al día en su proceso educativo, mejorando rápidamente sus habilidades y conocimientos, y facilitándoles el acceso a programas de aprendizaje formal. Los participantes juegan y aprenden durante 45 minutos al día, cinco días a la semana, principalmente en centros comunitarios.
Las secuencias consisten, generalmente, en avanzar a través de diferentes niveles, resolviendo retos en los que ayudan a diferentes personajes en situaciones cotidianas en el desarrollo de sus profesiones. Como ejemplo podemos citar a un panadero, un granjero, un maestro o un guardia de seguridad. Oficios que les resultan familiares, por ser frecuentes en su contexto.
Los primeros 1.500 niños participaron en un estudio, cuyos resultados permiten adaptar y mejorar el método. Estos fueron compartidos con el Ministerio de Educación del Líbano, para tomar decisiones sobre el futuro del programa. La investigación rigurosa es un elemento crucial en la propuesta. Varios proyectos estudian la introducción y la ampliación de CWTL. Utilizan herramientas y metodologías de medición reconocidas a nivel nacional e internacional, para fines de monitoreo y evaluación, contribuyendo de esta manera al desarrollo del conocimiento en el sector de Educación en Emergencias.
Además de la experiencia en Líbano, el proyecto se ha expandido también a Jordania y ya antes arrancó una intervención en Uganda. En Jordania, está disponible para niños refugiados, tanto dentro del sistema educativo formal, como en un programa extra-escolar. En Uganda, se atiende a una población refugiada y alojada en un entorno de bajos recursos, que en su mayoría ha tenido un acceso limitado o nulo a la educación básica.
Como valor elemental de la iniciativa, el progreso del programa se ha analizado en cada una de sus fases de desarrollo e implementación, utilizando métodos de investigación cuantitativos y cualitativos. Destacamos algunas de las conclusiones de los estudios:
- Los niños aprenden de forma significativa desde una propuesta de juego, y los que menos saben, aprenden aún más.
- El juego es neutral en relación al género. Genera engagement tanto en niños como en niñas.
- Tiene un efecto positivo en la autoestima.
- En comparación con los enfoques de educación tradicional, cuando se emplea para la medición el instrumento estandarizado EGMA, CWTL es igual de eficaz en relación al aprendizaje del niño.
Están previstos varios estudios de investigación en Jordania y Líbano, con una muestra estimada de 5.000 niños. Se medirán los resultados de aprendizaje, los efectos psicosociales y la efectividad general en comparación con otros enfoques más tradicionales. Por otro lado, se capacita a los Ministerios de Educación en Oriente Medio en el enfoque de aprendizaje de CWTL, incluyendo formación docente tanto en el uso de juegos en educación, como en investigación.
En cuanto a la ampliación, se está trabajando para alcanzar los 170.000 niños en Sudán y Medio Oriente para finales de 2020. Y continúan incorporando en su programación componentes de apoyo matemático, psicosocial y de alfabetización, en tres idiomas: árabe, francés e inglés. En 2018, han comenzado los procesos de entrega del proyecto y salida de Sudán. La estrategia es que el programa sea transferido al Ministerio de Educación. A mediados de 2019, se iniciarán procesos similares en Oriente Medio.
Desde el punto de vista del impacto, destacar que en 2014 el proyecto ha sido seleccionado por UNICEF y el Center for Education Innoavations en Washington, como uno de los cinco proyectos de Innovación en Educación de UNICEF en todo el mundo. En 2015, ganaron el Dutch Game Award. En 2016, fue uno de los primeros tres proyectos a nivel global, elegidos para unirse al programa Humanitarian Education Accelerator Programme (for education innovations in emergencies), de UNHCR, UNICEF y DFID. Finalmente, en 2017, por sus esfuerzos globales para mejorar las vidas de cientos de miles de niños afectados por conflictos, han sido galardonados con el Klaus J. Jacobs Best Practice Prize de Jacobs Foundation.
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