La inteligencia artificial como aliada del pensamiento creativo

¿Cuándo dejamos de hacernos preguntas en las aulas y por qué? ¿Sigue teniendo sentido una escuela diseñada para la era industrial? ¿Y si esta no fuera el “problema” que muchos ven sino parte de la solución? En esta entrevista, el experto en educación, tecnología y creatividad Rodrigo Fábrega, nos plantea un giro de guion: no temerle a la tecnología, sino aprender a moldearla como una herramienta para imaginar, crear y transformar la educación.

La inteligencia artificial como aliada del pensamiento creativo

Cuando la inteligencia artificial apareció en nuestras vidas y, por tanto, comenzó a introducirse en las aulas, las preguntas y las inquietudes se multiplicaron: ¿reemplazará a los docentes? ¿Eliminará la creatividad? ¿Va a uniformar el aprendizaje?

Pero, ¿y si el verdadero potencial de esta tecnología no estuviera en sustituir tareas, sino en estimular el pensamiento y la creatividad? Esta es la premisa con la que trabaja, Rodrigo Fábrega, investigador y experto en educación y tecnología, y sobre la que ha girado esta conversación que ha mantenido con el Observatorio.

Para entender cómo convertir la inteligencia artificial en una herramienta al servicio de la creatividad, Fábrega nos propuso una gran metáfora: pensar en la IA con en una plastilina. Es decir: no como un sistema rígido de respuestas correctas, sino como un material flexible en manos de quienes aprenden. Como algo que los niños y niñas puedan moldear con sus ideas, sus intereses, sus preguntas.

El diálogo se articula en torno a una idea central: no se trata de adaptarse a la tecnología, sino de educar para dominarla con criterio y creatividad. Y para afrontar este cambio debemos “actuar rápido, pensar lento y atreverse a crear desde cero”. No es una receta: es una invitación a repensarlo todo.

Y no se esquivan los dilemas. ¿Queremos que los estudiantes sean usuarios obedientes o pensadores activos? ¿Vamos a permitir que la IA decida por ellos, o les vamos a enseñar a enseñarle a ella?

Fábrega lo tiene claro: educar con IA no es entrenar para responder, sino abrir espacio para preguntar. Y ahí está el verdadero giro de guion: recuperar la pregunta, el error, la curiosidad. Volver a una escuela donde se aprende pensando, no solo repitiendo.

Por supuesto, también hablamos de docentes: de lo solos que a veces se encuentran, del desfase entre la universidad que los formó y el aula en la que hoy enseñan… Pero también del potencial inmenso que tienen cuando la IA se pone a su servicio, no en su lugar.

Una conversación sin respuestas cerradas, pero con muchas ideas para repensar la educación en la era de la inteligencia artificial.

Dale al play. Vale la pena.

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