Nuestra historia de hoy comienza hace, aproximadamente 200 millones de años, cuando los mamíferos desarrollaron el cerebro límbico, principal responsable de la aparición de las emociones. Algo después, hace 60 millones de años, los primates desarrollaron el neocórtex, un grupo de neuronas bien organizadas y responsables de nuestras capacidades cognitivas: memorización, autorreflexión, resolución de problemas, concentración… Enseguida, el neocórtex asumió el control de nuestro cerebro. Allí empezó el dominio de la razón sobre los sentimientos.
Sin embargo, razón y emoción son inseparables. Las dos forman parte de nuestro cerebro y deben complementarse. Y eso es, queridos lectores, la inteligencia emocional: la capacidad de utilizar la razón para gestionar nuestras emociones.
Y la inteligencia emocional debe enseñarse y cultivarse al igual que la cognitiva. Esto es así no solo porque el bienestar y la sostenibilidad de nuestra sociedad depende de ello, sino porque nuestro sistema emocional y cognitivo están tan conectados que, si un estudiante no es capaz de gestionar sus emociones y sufre, será imposible que pueda desarrollar apropiadamente sus habilidades cognitivas.
En 2020, un estudio desarrollado por el Centro para la Inteligencia Emocional de la Universidad de Yale, encuestó a 22.000 estudiantes en Estados Unidos. El 75% dijeron sentir aburrimiento, enfado, tristeza, miedo o estrés. ¿Y quién puede estudiar sintiendo esas emociones? ¿O quien puede ser creativo?
La lógica y la evidencia nos dicen que el desarrollo de las habilidades socioemocionales ayuda al desarrollo de las cognitivas. Si nos sentimos contentos y motivados nuestro desempeño académico irá mejor.
Para fomentar este aprendizaje socioemocional, el Centro para la Inteligencia Emocional de Yale, a cuyo frente se encuentra el Profesor de Psicología Marc Bracket, ha creado un método que ayuda a los miembros de las comunidades escolares a desarrollar las habilidades que nos permiten razonar con los sentimientos. Se trata del método RULER, que en inglés significa regla y es, además, el acrónimo de las palabras que describen esas habilidades: 1) reconocemos emociones en nosotros mismos y en los demás (recognizing); 2) comprendemos las causas y las consecuencias de esas emociones (understanding); 3) etiquetamos o clasificamos esas emociones con un vocabulario específico (labeling); 4) aprendemos a expresarlas y a describirlas (expressing) y, 5) aprendemos a regular esos sentimientos (regulating).
Resumiendo: una vez identificada la emoción, ¿cómo reaccionar ante ella? Lo primero es reconocerla, comprenderla y etiquetarla. Después, expresarla y regularla.
¿Cómo lo hacemos?
El desarrollo de las competencias de RULER se basa en cuatro herramientas básicas, que se presentan a todos los miembros de la comunidad escolar: directores, profesores, personal, alumnos y familias.
Charter (estatutos, carta). El clima emocional de una escuela es determinante para el aprendizaje de los estudiantes y todos los miembros de la comunidad escolar deben contribuir a que este clima sea el mejor. A través de esta herramienta, cada miembro de la comunidad establece qué objetivos quieren alcanzar en lo que se refiere a la creación de ese clima y se hace responsable de su consecución.
Medidor emocional. El medidor emocional es un gráfico con cuatro cuadrantes en el que las emociones se miden en función de dos variables: la intensidad con la que la sienten (alta o baja) y el tipo de sentimiento (agradable o desagradable). Cada uno coloca la emoción en algún punto del cuadrante y así aprenden a ponerles nombre y a regularlas.
Metamomento. Cuando se produce una situación especialmente intensa y negativa, el metamomento ayuda estudiantes y profesores a manejar las emociones que los han provocado para poder tomar las mejores decisiones tanto para sí mismos como para el resto de la comunidad. La pregunta fundamental del metamomento es ¿cómo reaccionaría mi mejor yo ante esta situación?
Blueprint (el plan). Apoya el desarrollo de habilidades de empatía y resolución de conflictos sirviendo de guía para reflexionar sobre estos conflictos e identificar las soluciones más “saludables”.
¿Cómo se implementa?
La implementación del programa en los centros escolares se lleva a cabo a través del propio Centro para la Inteligencia Emocional de Yale, que tiene un sistema propio de formación y acreditación (RULER Institute). Se trata de una formación online de seis semanas diseñada para equipar a un pequeño equipo de cada escuela para dirigir la implantación de RULER. Este equipo, denominado “equipo de implementación de RULER”, debe incluir al menos un miembro de la administración (director, subdirector, coordinador…) y un mínimo de dos docentes o profesionales de la salud mental. La formación cubre las habilidades y principios de la inteligencia emocional y las herramientas desarrolladas en el Centro.
¿Funciona?
Los estudios de evaluación muestran que RULER fomenta una serie de comportamientos y cambios en el clima escolar que son esenciales para el desarrollo positivo de los jóvenes. Además, las evaluaciones de impacto del método sirven de respaldo a la práctica educativa y a la política pública al demostrar que la inteligencia emocional puede mejorar los resultados de educadores, estudiantes y equipos directivos en las escuelas que atienden a estudiantes desde preescolar hasta los 12 años. Veamos cuáles han sido esos resultados:
Cambios positivos en el clima escolar
RULER enriquece el clima escolar mejorando la instrucción de los profesores y aumentando el compromiso de los alumnos. En un estudio que examinaba aulas de quinto y sexto curso que aplicaron el método RULER durante dos años, se observó que las clases mostraban un mayor soporte emocional y una mejor instrucción y organización del aula. Otro estudio que exploraba el origen de estos cambios positivos en el clima descubrió que la clave de estos era el mayor compromiso de los alumnos.
Mejora del desempeño académico
Los alumnos que participan en RULER obtienen mejores resultados académicos, sobre todo en la asignatura de lengua y en sus hábitos de trabajo. Así en el estudio mencionado en el párrafo anterior, los alumnos de las aulas asignadas al azar para recibir RULER obtuvieron mejores calificaciones al cabo de un año que los alumnos de las aulas que no tenían RULER. En concreto, los alumnos de las aulas con RULER obtuvieron calificaciones significativamente más altas en lengua y literatura y fueron calificados por sus profesores como alumnos con mejores hábitos de trabajo y conducta en comparación con los alumnos de las aulas sin RULER.
Relaciones de mejor calidad
El objetivo de RULER es mejorar las relaciones de los alumnos reforzando sus vínculos con sus compañeros, aumentando su participación en el aprendizaje y apoyando sus conexiones con los profesores. Las investigaciones muestran que los estudiantes adolescentes que declararon tener un nivel de conexión con los profesores más bajo (en comparación con sus compañeros) obtuvieron puntuaciones significativamente más bajas en todos los indicadores de adaptación y significativamente más altas en los indicadores de inadaptación en comparación con los estudiantes que declararon tener niveles de conexión altos y medios. Estos resultados contribuyen a la creciente literatura centrada en la importancia de promover los sentimientos de conexión en los adolescentes y apoyan la adopción de RULER en las escuelas para ayudar a los estudiantes a sentirse más conectados.
Menos acoso escolar y comportamientos agresivos
El Centro para la Inteligencia Emocional elaboró sendos estudios, en 2012 y en 2019, en los que examinó el impacto de RULER en la conducta de los estudiantes. Estos estudios encontraron que los estudiantes en las escuelas que implementan este método son menos proclives al bullying y demuestran menos comportamientos agresivos después de un año de implementación.
La educación socioemocional debe enseñarse en las escuelas de la misma manera que se enseñan las Matemáticas, la Lengua o el Inglés. De esta manera, se contribuirá no solo a incrementar las capacidades cognitivas de los y las estudiantes, sino que se estará ayudando a la construcción de sociedades mejores y más incluyentes y justas.