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Este artículo es parte de una serie de soluciones innovadoras para hacer frente a los principales retos de la educación en América Latina (parte 5 de 5).
Gabriel Sánchez Zinny, Director ejecutivo Instituto Nacional de Educación Tecnológica – INET (Argentina)
Los países desarrollados se enfrentan a un desafío demográfico importante. De Europa a Japón, sus tasas de crecimiento demográfico se están desacelerando, lo que afecta todo, desde la solvencia de los fondos de jubilación hasta el ritmo de expansión económica.
América Latina, por el contrario, está en medio de lo que los expertos han llamado «bono demográfico». En otras palabras, la mayoría de los latinoamericanos están todavía en edad de trabajar, en los años más productivos de su vida. En la actualidad hay aproximadamente 106 millones de jóvenes entre las edades de 15 a 24 años en América Latina y el Caribe: el 20 por ciento de la población de la región. Estos porcetanjes contrastan dramáticamente con la población que envejece rápidamente en la Unión Europea, por ejemplo, donde menos del 13 por ciento de la población está dentro de este rango de edad.
Muchos economistas creen que una ventaja demográfica similar impulsó el rápido crecimiento de los «tigres» de Asia oriental en la segunda mitad del siglo 20, dando lugar a grandes esperanzas en América Latina. Pero no queda claro si América Latina se aprovechará de ello.
Esto es debido a la epidemia de jóvenes en la región que no trabajan ni están en programas escolares o de formación. Son tantos que hasta tienen su propio nombre, los NiNis: aquellos que «Ni estudian, Ni trabajan.» Hay más de 20 millones de ellos, creando un enorme desafío para las economías emergentes de la región. Utilizan, de manera desproporcionada, los servicios estatales y drenan los ingresos familiares, mientras que dañan sus perspectivas de futuro profesional.
En México, por ejemplo, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) encontró que más del 27 por ciento de 20 a 24 años de edad, y más del 29 por ciento de 25 a 29 años de edad son NiNis. Esto significa que el sector de la población mexicana mejor posicionada para convertirse en parte de una mano de obra altamente cualificada de reciente aparición está, en gran parte, poco educada y formada.
En palabras de Mónica Tapia Álvarez, de la sin ánimo de lucro Synergos, México, este bono demográfico «corre el riesgo de convertirse en un pasivo.» En sus palabras: «Es una generación que representa la posibilidad de movilidad social o la replicabilidad del mismo ciclo de pobreza en que han vivido.»
El problema va más allá de México. Casi una sexta parte de la población mundial tiene entre 15 y 24 años de edad, según señala el informe de la UNESCO: Un marco para el compromiso de las empresas con la educación. «Ante las limitadas inversiones en la educación de calidad», advierte el informe, «nos enfrentamos a la realidad de la población más grande de la historia sin las habilidades, conocimientos o actitudes para participar positivamente en la sociedad.»
Los que van a la universidad sin terminar sus estudios están, a menudo, en tal vez la posición más precaria. Como señala la Fundación William T. Grant, «Muchos jóvenes que tomaron el consejo de la sociedad para asistir a la universidad, sacrificando tiempo e incurririendo, con frecuencia, en deudas, no tienen nada que mostrar con sus esfuerzos en términos de credenciales, empleo o ganancia.» Estos jóvenes son lo que la fundación llama la «mitad olvidada«. Lo que necesitan es calidad, pero de bajo coste, educación que puede ayudarles a desarrollar habilidades de carrera reales.
La tecnología podría ayudar a ofrecer soluciones en este sentido. Algunas de las innovaciones educativas recientes más importantes como Coursera, Khan Academy y Dojo, se originan en los países desarrollados, pero han tenido mucho éxito en las economías emergentes de América Latina y Asia. Están llenando un vacío en la educación de calidad y lo hacen a un precio asequible.
Por desgracia, el bono demográfico de América Latina complica la ya difícil transición de la escuela al trabajo. Mientras que casi la mitad de los alumnos abandonan sus estudios antes de terminar la escuela secundaria, hay una falta de oportunidades de trabajo incluso para aquellos que llegan hasta el final. Como Synergos ha podido comprobar, la economía mexicana ha creado un promedio de 200.000 puestos de trabajo al año desde 2000, mientras que unos 800.000 mexicanos han entrado al mercado de trabajo cada año.
Es por ello por lo que el problema debe ser abordado desde todos los ángulos. Las escuelas secundarias tradicionales tienen que trabajar mejor para retener a sus alumnos, las opciones de educación superior deben ser diversificadas y ampliadas y se deben proporcionar mejores oportunidades de trabajo. Christopher Nielson, de la Universidad de Princeton, co-autor de Connecting Student Loans to Labor Market Outcomes: Policy Lessons from Chile (Conectando los préstamos para estudiantes a los resultados del mercado laboral: Lecciones de política de Chile), advierte «el bono demográfico es una bendición en términos de más personas que producen y consumen, pero no es positivo para el desarrollo económico si la población no está formada».
Si el bono demográfico no se convierte en una maldición, los países latinoamericanos deben asegurarse de que tiene suficientes escuelas, maestros y recursos educativos para la gestión de sus poblaciones en expansión. «Nos encontramos en un momento en que tenemos a más jóvenes en edad escolar y profesional que jamás veremos en nuestras vidas», dice el empresario de educación Pablo Jenkins, de Costa Rica. «Hay que asegurarse de que estas personas se encuentran en un alto nivel de capital humano y educación.»
Lee el primer artículo (1 de 5): Transición de la escuela al trabajo en América Latina
Lee el segundo artículo (2 de 5): La sociedad civil y la brecha de habilidades en Latinoamérica
Lee el tercer artículo (3 de 5): ¿Cómo marcan las Corporaciones la diferencia a la hora de proveer a sus trabajadores “habilidades medias”?
Lee el tercer artículo (4 de 5): Tres maneras en las que los gobiernos pueden promover el desarrollo de competencias en América Latina