El siguiente artículo ha sido escrito originalmente para WISE ed.review. Para leer el artículo original en inglés, haga clic aquí. Sigue la actualidad de WISE en @WISE_es.
Este artículo es parte de una serie sobre el aprendizaje personalizado (parte 3 de 6).
Berlin Fang
Director de Diseño de Instrucción en la Universidad Cristiana de Abilene
“Lo que se mide es lo que obtienes”, esta afirmación fue formulada por Kaplan y Norton en un influyente artículo sobre el Cuadro de Mando Integral publicado para la revista Harvard Business en 1992. En el diseño de la educación personalizada, corremos el riesgo de empezar la casa por el tejado si nos centramos primero en el uso de las tecnologías, el contenido de la formación o las estrategias de selección de ambos. Deberíamos aplicar los principios del diseño en retrospectiva, partiendo de los resultados de aprendizaje deseados y de los instrumentos que permiten medir el dominio de esos resultados. Docentes, estudiantes y padres no cooperarán en el aprendizaje personalizado a menos que la personalización también se refleje en la evaluación. Tal personalización puede darse en diversos grados, desde permitir una mayor flexibilidad en pruebas de carácter normativo, hasta disponer de métodos de evaluación definidos por el estudiante. En mi propia universidad, he encontrado un amplio espectro de innovaciones que pueden ayudar a explicar dónde se pueden introducir cambios. Describiré tres casos que invitan al debate y a la experimentación.
Aprovechar las fortalezas personales para el trabajo en equipo. El aprendizaje personalizado no debe interpretarse simplemente como estudiantes que aprenden por su cuenta. El trabajo grupal puede incorporar elementos personalizados. Recientemente asistí a una jornada de presentación de desarrollo de aplicaciones móviles para la asignatura de “Introducción a la Informática, la Tecnología y la Computación “ del Dr. Raymond Pettit. Una de las tareas propuestas a la clase es un proyecto grupal para desarrollar aplicaciones móviles. Los estudiantes trabajan en equipo, pero también hacen un uso óptimo de sus fortalezas, conocimientos previos e intereses. Por ejemplo, uno de ellos es el autor de un cómic y el equipo desarrolló un juego de móvil basado en él. Otro alumno trabaja en una cafetería y constantemente atiende a clientes que no saben qué tipo de café pedir; su equipo desarrolló una aplicación para ayudarles a escoger el café. En otro grupo, un estudiante de música creó una melodía original para la aplicación desarrollada por su grupo. Mientras recorría las mesas de estos proyectos, se me hizo evidente que el aprendizaje personalizado no tiene por qué significar trabajo individual. Con un diseño, planificación y facilitación cuidados, las asignaciones de tareas dentro de un grupo pueden ser tan personalizadas como colaborativas.
Escoger la excelencia. Uno de los peligros de la evaluación es que a los estudiantes se les aplican los mismos baremos pero se les permite conformarse en diversos grados de imperfección representados por calificaciones como B, C, D o F, o puntuaciones entre 0 y 100. El resto del mundo no funciona así. Uno no espera comprar un coche que funcione al 80%, o un teléfono de nivel C. Los educadores deben buscar lo mejor de sus estudiantes. La Dra. Suzie Macaluso cambió el modelo tradicional permitiendo a los estudiantes cierta flexibilidad en el trabajo que llevan a cabo pero manteniéndose estricta en la calidad de ese trabajo. Ella imparte una clase de «Introducción a la Sociología», en la que presenta un menú de actividades objeto de evaluación que incluye la participación, proyectos de “sociología de la vida diaria”, reflexión sobre películas y una pequeña revisión literaria. Los estudiantes deben llevar a cabo ciertas tareas genéricas (por ejemplo módulos de formación conceptual) para la clase introductoria; en cambio, gozan de flexibilidad para escoger otras tareas en las que trabajarán. Con la excepción de los cuestionarios, todas las tareas asignadas reciben únicamente una calificación de apto/no apto. Los estudiantes de su clase pueden definir cómo demostrar su dominio, pero no tienen la opción de decidirse por un trabajo descuidado, salvo que estén dispuestos a suspender.
Trabajo en «formato libre». Junto con mis colegas Jennifer Shewmaker y Scott Self, he trabajado en algo que denominamos asignación de tareas en «formato libre». En su trabajo con estudiantes con necesidades especiales, el Sr. Self defiende el uso de los principios universales de diseño, para permitir a los estudiantes demostrar su dominio sobre un contenido del modo en que se sientan más competentes. La Dra. Shewmaker, profesora de psicología, comprobó impartiendo psicología como asignatura general para estudiantes de especialidades distintas que se requiere de una diversidad en la asignación de tareas. Ella experimenta facilitando opciones a los estudiantes en cuanto al formato de su presentación, en lugar de abocarles al uso del papel como única forma de mostrar su comprensión de la teoría bioecológica para el desarrollo humano. Sus estudiantes presentan el trabajo en formatos muy diversos, incluyendo libros, pósteres, vídeos, álbumes, artículos digitales, ciclos de desarrollo e incluso danzas interpretativas. Esta docente lleva aplicando este modelo de asignación de tareas con «formato libre» desde hace tres años; el feed-back proporcionado por sus estudiantes, además de ser fantástico, le ha permitido evaluar con precisión si los estudiantes realmente dominan el contenido que ella les ha enseñado. Este modelo de tareas en formato libre, permite a los estudiantes dotar de sentido a su trabajo y confiar en él.
Espero que estos casos sirvan como ejemplo de las innovaciones que los educadores pueden llevar a cabo. Semejante experimentación se debe, principalmente, a la presencia de una relativa libertad de cátedra que permite a los docentes pensar “fuera de la caja”, sin que administradores ni padres les planteen problemas.
A nivel macro, especialmente en escenarios K-12, las restricciones son obstáculos insalvables para experimentar. Las décadas de reforma educativa en China son un caso típico ilustrativo. Parecido a lo que dijo Henry Ford sobre los coches («Un cliente puede tener su coche pintado de cualquier color siempre que sea negro»), en realidad mucha libertad educativa en los métodos de enseñanza. Los profesores pueden enseñar más o menos de la forma en que quieran y los padres permiten que sus hijos estudien de la forma que decidan, siempre que así puedan triunfar en el Gaokao, el temible examen de acceso a estudios superiores al que cada año se someten millones de estudiantes que han finalizado los estudios de formación secundaria. En la educación china, el implacable «Gaokao» es quien tiene la ‘batuta de director’. Dirige todas las actividades educativas, desde el jardín de infancia hasta la escuela secundaria. Gran parte del examen Gaokao son pruebas estandarizadas que ayudan a seleccionar a la flor y nata de la población estudiantil. Mientras tales pruebas de alta exigencia sean las “batutas”, no es de esperar que las reformas educativas en otras áreas alcancen un gran éxito. Así pues, ¿estamos dispuestos a experimentar, a gran escala, sobre modelos de evaluación más flexibles? Si es así, el resto de los procesos educativos se unirán al cambio.
Lee el primer artículo (1 de 6): ¿Por qué aprendizaje personalizado?
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