El siguiente artículo ha sido escrito originalmente para WISE ed.review. Para leer el artículo original en inglés, haga clic aquí. Sigue la actualidad de WISE en @WISE_es.
Este artículo es parte de una serie sobre el aprendizaje personalizado (parte 2 de 6).
Berlin Fang,
Director de Diseño de Instrucción en la Universidad Cristiana de Abilene
El profesor Dr. Don Ely se preguntó una vez: “Si la tecnología es la respuesta, ¿cuál es la pregunta?” Frente al renovado interés que genera el aprendizaje personalizado, debemos ser cautelosos con la visión tecnocéntrica. En China, se están destinando miles de millones de dólares a diversas plataformas de aprendizaje y proveedores online, sin ser conscientes de que la mayor parte de estos esfuerzos únicamente crean réplicas de las aulas virtuales, con pocos o ningún cambio en los objetivos de aprendizaje, intereses, trayectorias y evaluaciones. La inversión podría conducir a una burbuja educativa, mientras se trate de un juego en el que participen capitalistas de riesgo y se deje fuera a las principales partes interesadas en el campo de la educación: profesores, estudiantes, padres y la comunidad en general.
Los gigantes tecnológicos no son los únicos interesados en promover el aprendizaje personalizado. Además de personas como Mark Zuckerberg y Bill Gates, los científicos cognitivos y psicólogos sociales también quieren asumir su papel en el avance del aprendizaje personalizado. Howard Gardner, autor de la Teoría de las Inteligencias Múltiples, escribió en el Washington Post que el aprendizaje personalizado debe conllevar un rediseño del aprendizaje, tal y como lo conocemos ahora. Describió cuatro «pautas» para concienciar a la gente de cara a mantener un debate más fructífero sobre el aprendizaje personalizado: «un itinerario de aprendizaje individual» con itinerarios diversos, «contenidos adecuados», «diferentes estilos de aprendizaje», sobre los cuales muestra ciertas dudas, y «diferentes inteligencias». Con ello, Gardner ha llevado el debate sobre el aprendizaje personalizado más allá del terreno de la tecnología, añadiendo la dimensión psicológica.
Obviamente, la tecnología no es la respuesta a todo, pero puede jugar un papel importante si se usa adecuadamente. Creo que la tecnología plantea tres perspectivas de utilidad tanto para estudiantes como para educadores.
Abundancia: La tecnología ofrece abundantes recursos al servicio de la enseñanza de los alumnos. Permite acceder a las mejores clases o contenidos de aprendizaje en todo el mundo. Por desgracia, encontré que los estudiantes son muy diferentes unos de otros en cuanto a su capacidad de consumir esta abundancia, confiando más en ellos que en los profesores a la hora de decirles lo que tenían que leer, escribir o hacer. En 1993, James Gleick escribió para la revista New York Times: «Un océano de datos está dando vueltas por ahí, y la mayoría de nosotros trata de beber con una pajita muy estrecha».
Analítica: La tecnología también está aportando a los profesores un mayor conocimiento de los comportamientos de los estudiantes (o sus mentes), obteniendo datos para su análisis. Los profesores pueden rastrear los hábitos de aprendizaje gracias al uso de datos de acceso o interacción. Estos datos crean un perfil de cada estudiante individual. Los datos pueden ser clasificados y filtrados para dividir a los estudiantes en grupos, por ejemplo, grupos de estudiantes que no han completado una tarea concreta o estudiantes que hayan obviado alguna página. Los profesores pueden además actuar antes de que sea demasiado tarde cuando estos patrones cambian.
Adaptabilidad: Mientras que los estudiantes aprenden de los profesores, los profesores también pueden aprender de ellos en sus clases, a través por ejemplo, de programas de lectura de textos con los que aprender y memorizar los patrones de lenguaje de los usuarios. El método para llevar a cabo este tipo de aprendizaje son sofisticados algoritmos. También se pueden utilizar métodos de baja tecnología, como la publicación selectiva de contenidos basada en los resultados de los tests. Sin embargo, hay que tener cuidado con no sesgar el uso de la tecnología con el pretexto de la adaptabilidad del alumno. Graham Brown-Martin, de Aprendizaje Sin Fronteras, mostró una preocupación similar durante su Discurso de apertura de la cumbre WISE 2014. Graham recela de los prejuicios del algoritmo, los cuales pueden llegar a ser contraproducentes si basamos el aprendizaje exclusivamente en la tecnología. En mi trayectoria profesional, he visto quien renuncia a la tecnología y quien la usa para todo, cuando una simple nota escrita o un anuncio es tan eficaz como un complejo programa inteligente.
Espero que superemos de una vez por todas la fase de discusión sobre el uso o no de la tecnología en la enseñanza. La dualidad de la polémica sobre el uso o no de la tecnología, no refleja la compleja realidad que vivimos hoy en día. Por el contrario, la mayoría de los educadores de cualquier parte del mundo trabaja en un proceso de integración de la tecnología, en el que el ser humano, siempre juega un papel fundamental. Docentes y estudiantes deben aprender a manejarse con las herramientas tecnológicas con el objetivo de enseñar o aprender de forma personalizada. De lo contrario, ¿qué sentido tiene la mencionada abundancia, si los estudiantes están a la espera de la decisión «correcta»? ¿qué sentido tiene la analítica, si son captados por las máquinas e ignorados por los seres humanos? ¿qué sentido tiene la capacidad de adaptación si se crean itinerarios y la gente opta siempre por vías diversas?
Lee el primer artículo (1 de 6): ¿Por qué aprendizaje personalizado?