El aprendizaje cooperativo en la nueva normalidad educativa

Los fundamentos de esta metodología de enseñanza, que surgió con fuerza en el último tercio del siglo pasado, datan de la época greco-romana. Sin embargo, el nuevo paradigma educativo que pone el foco en habilidades transversales e interpersonales, hacen que hoy, el aprendizaje colaborativo esté más vigente que nunca. Veamos por qué.

El aprendizaje cooperativo en la nueva normalidad educativa

En el primer capítulo de su libro El aprendizaje cooperativo en el aula, David Johnson, pionero, junto a su hermano Roger, del aprendizaje cooperativo, utiliza una sencilla metáfora deportiva para explicar de forma muy gráfica en qué consiste este método pedagógico. Nos habla Johnson de Sandy Koufax, uno de los mejores lanzadores de la historia del béisbol. Un genio que dejaba temblando a todos los bateadores del equipo contrario. Sin embargo, toda la fuerza y la pericia de este lanzador hubieran quedado en la nada con un mal receptor (ese que se coloca detrás del bateador para recoger la pelota cuando el bateador falla).  O con malos jugadores en las posiciones de defensa. Por eso, Sandy Koufax no era un buen lanzador por sí mismo. Solo formando parte de un equipo, pudo lograr su grandeza.

Los hermanos Johnson pensaban que en el aula, como en el campo de juego, el rendimiento excepcional se produciría mucho mejor a través del esfuerzo cooperativo que con esfuerzos aislados individualistas y competitivos de los estudiantes.

La cooperación consiste en trabajar juntos para alcanzar objetivos comunes. En una situación cooperativa, los individuos procuran obtener resultados que sean beneficiosos para ellos mismos y para todos los demás miembros del grupo. ¿Y qué es el aprendizaje colaborativo o cooperativo? Pues el empleo didáctico de grupos reducidos en los que los alumnos trabajan juntos para maximizar su aprendizaje y el de los demás.

El aprendizaje cooperativo no es ningún método novedoso. Y de hecho, el propio Séneca, al decir aquello de “Quien enseña, aprende”, ya estaba sentando de alguna manera las bases de este método de enseñanza que hoy, 20 siglos después, ha adquirido más relevancia que nunca en un nuevo orden mundial que necesita que sus ciudadanos desarrollen fuertemente habilidades como la escucha, la comunicación, la colaboración, la resiliencia o la empatía.

En este artículo veremos en qué consiste este método pedagógico, qué elementos deben darse para que la cooperación funcione, cuáles son sus ventajas y cómo puede ayudarnos a formar ciudadanos globales convenientemente equipados para prosperar en la nueva sociedad surgida de la cuarta revolución industrial.

Mucho más que un trabajo en grupo

¿Qué hace falta para que se produzca el aprendizaje colaborativo? ¿Basta con juntar un grupo de estudiantes y asignarles una tarea? En absoluto. “Juntar personas en la misma habitación, sentarlas en círculo y decirles que son un grupo no quiere decir que vayan a colaborar de forma efectiva”. Lo explica David Johnson en este vídeo de EduCaixa.

Para que la colaboración funcione, es necesario que se den cinco elementos esenciales. ¿Cuáles son?

  • Interdependencia positiva. El docente debe proponer una tarea clara y un objetivo grupal para que los alumnos sepan que habrán de hundirse o salir a flote juntos. Esta interdependencia positiva crea un compromiso con el éxito de otras personas, además del propio, lo cual es la base del aprendizaje cooperativo. Sin interdependencia positiva, no hay cooperación.
  • Responsabilidad individual y grupal. El grupo debe asumir la responsabilidad de alcanzar sus objetivos y repartir roles, y cada miembro será responsable de cumplir con la parte del trabajo que le corresponda. Nadie puede aprovecharse del trabajo de otros.
  • Interacción estimuladora. Los alumnos deben realizar juntos una labor en la que cada uno promueva el éxito de los demás, compartiendo los recursos existentes y ayudándose, respaldándose, alentándose y felicitándose unos a otros por su empeño en aprender.
  • Prácticas interpersonales y grupales. Estas prácticas son necesarias para funcionar en equipo. Los miembros del grupo deben saber cómo ejercer la dirección, tomar decisiones, crear un clima de confianza, comunicarse y manejar los conflictos; y deben sentirse motivados a hacerlo.
  • Evaluación grupal. Esta evaluación tiene lugar cuando los miembros del grupo analizan en qué medida están alcanzando sus metas y, manteniendo relaciones de trabajo eficaces. Los grupos deben determinar qué acciones de sus miembros son positivas o negativas, y tomar decisiones acerca de cuáles conductas conservar o modificar.

¿Funciona?

Aprendizaje colaborativo

Foto de Ismael Martínez.

El aprendizaje cooperativo es una de las prácticas pedagógicas con mayor costo-efectividad e impacto en los aprendizajes. En este sentido, existen desde años numerosas investigaciones y metaanálisis que han probado que los promedios académicos de los estudiantes que trabajan colaborativamente son mejores que los de aquellos que utilizan metodologías clásicas más individualistas (Johnson et al, 1994; Vaillant y Manso, 2019; Education Endowment Foundation).

En 1989 los hermanos Johnson analizaron detalladamente los más de 700 estudios comparativos sobre los métodos de aprendizaje cooperativo, frente a los competitivos e individualistas, y clasificaron los resultados de la cooperación entres categorías principales:

  1. Mayores esfuerzos por lograr un buen desempeño: esto incluye un rendimiento más elevado y una mayor productividad por parte de todos los alumnos (ya sean de alto, medio o bajo rendimiento) , mayor posibilidad de retención a largo plazo, motivación intrínseca, motivación para lograr un alto rendimiento, más tiempo dedicado a las tareas, un nivel superior de razonamiento y pensamiento crítico.
  2. Relaciones más positivas entre los alumnos: esto incluye un incremento del espíritu de equipo, relaciones solidarias y comprometidas, respaldo personal y escolar, valoración de la diversidad y cohesión. Por ejemplo, en un estudio reciente se ha encontrado que este método tiene efectos muy beneficiosos para evitar el acoso escolar.
  3. Mayor salud mental: esto incluye un ajuste psicológico general, fortalecimiento del yo, desarrollo social, integración, autoestima, sentido de la propia identidad y capacidad de enfrentar la adversidad y las tensiones.

A esto hay que añadir la enorme pertinencia de este tipo de enfoques pedagógicos en un contexto como el actual, en una nueva sociedad donde las prioridades de aprendizaje están cambiando y en el que las nuevas tecnologías se incorporan a nuestra cotidianeidad a la velocidad del rayo. En estas circunstancias, tal y como explican en este artículo de Edutopía, la inclusión de la pertenencia a un grupo, en el que el alumno se siente valorado, fomenta la resiliencia, la competencia social, la empatía, las habilidades de comunicación, la conciencia emocional, el juicio, el análisis crítico, la toma de perspectiva flexible, la resolución creativa de problemas, la innovación y el comportamiento orientado a objetivos. Además, según SUMA, algunos estudios en América Latina han mostrado resultados en el desarrollo de habilidades personales como la autoconfianza, el liderazgo y la autorregulación, así como una mejora en las relaciones entre estudiantes.

Como hemos dicho, el aprendizaje colaborativo no es ni mucho menos un método de enseñanza novedoso, pero sí ha adquirido un nuevo vigor a la luz de los cambios tecnológicos y sociales que ponen el énfasis en otro tipo de habilidades distintas de las meramente cognitivas y que esta metodología ayuda a desarrollar. Porque la recepción pasiva de conocimientos ha dejado de ser la única práctica didáctica hace muchos años. Los estudiantes deben dejar de ser meros espectadores de su propio aprendizaje para convertirse en los actores principales. Los sistemas educativos van a necesitar de muchas metodologías costoefectivas como esta para acelerar los procesos de aprendizaje, especialmente en entornos vulnerables, que amenazan el futuro de la próxima generación. Empecemos a usar lo que ya existe y sabemos que funciona.

*Nota de la autora: en este artículo hablaremos indistintamente de aprendizaje colaborativo y cooperativo, sabiendo que existe una diferencia pedagógica de la que hablaremos en posteriores artículos.

REFERENCIAS

Johnson, D.W., Johnson R.T., Holubec, E.J. (1994). El aprendizaje cooperativo en el aula. Association For Supervision and Curriculum Development, Virginia, 1994.

SUMA (1 de marzo de 2022). Aprendizaje colaborativo/Cooperativo. Recuperado de https://www.summaedu.org/aprendizaje-colaborativo-cooperativo/

Vaillant, D. y Manso, J. 2019. Orientaciones para la formación docente y el trabajo en el aula: aprendizaje colaborativo. SUMMA y Fundación La Caixa. Santiago de Chile. 2019.

Willis, J. (Noviembre, 2021). How Cooperative Learning Can Benefit Students This Year. Edutopia. Recuperado de https://www.edutopia.org/article/how-cooperative-learning-can-benefit-students-year

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