Miss Twitter, como la llaman sus alumnos, lleva 12 años existiendo en el mundo digital: demostrando a sus estudiantes, con el ejemplo, que se puede “existir positivamente en un mundo enredado”; diseñando estrategias pedagógicas para que aprendan a utilizar las redes, y enseñando y acompañando a otros maestros para que puedan hacerlo ellos también. En el Observatorio ProFuturo creemos en la importancia de desarrollar la ciudadanía digital desde la niñez, como una forma de ser y estar de manera responsable en el mundo digital. En esta entrevista, Marcela Momberg nos cuenta su receta para aplicar la tecnología en el aula, cómo apoyar a los maestros, especialmente a aquellos de entornos vulnerables, y qué deben hacer las administraciones públicas para favorecer esta aplicación.
La vocación de Marcela Momberg por la enseñanza creció al mismo tiempo que ella, observando cómo su abuela, profesora normalista en Chile, cambiaba las vidas de sus alumnos. Cuando ella misma se convirtió en profesora, lo hizo con dos ilusiones: hacer de sus clases un lugar en el que la divergencia encontrara un espacio prioritario, e igualar la cancha para que, independientemente del lugar geográfico, condición económica o social, todos sus alumnos pudieran lograr sus sueños. Hoy, ha encontrado en el espacio digital, el vehículo ideal para conseguirlo. Un espacio en el que se siente cómoda, que le permite trabajar con otros profesores y acompañar a sus alumnos, crecer con ellos, estar en continuo aprendizaje.
Con más de 25 años de experiencia docente, Marcela lleva 12 en el mundo digital, aprendiendo junto a sus alumnos y compartiendo su experiencia con otros docentes, a través de cursos, conferencias y publicaciones. El Observatorio ProFuturo ha hablado con ella sobre ciudadanía digital: qué es, cómo se enseña, cómo ayudar a los profesores, qué hacer desde las administraciones públicas para fomentar su aprendizaje, cómo cuidarse a uno mismo en el espacio digital… Esto es lo que nos ha contado.
Empecemos por definir un concepto fundamental hoy en día. ¿Qué es la ciudadanía digital?
Aunque es un concepto en permanente reconstrucción, podríamos decir que son las competencias que un ciudadano o una ciudadana tiene que tener en esta era hiperconectada para poder existir en este espacio. Eso implica competencias para discriminar la información, para comunicarse, para autocuidarse, para crear en un espacio completamente diferente, para democratizar la información. Es una suma de competencias que permiten saber qué deberes y qué derechos tenemos en un espacio que está en continua transformación.
Si algo tenemos claro, es que el espacio digital se reinventa cada segundo. Por lo tanto, va a aparecer siempre un nuevo desafío, una nueva meta. Pero si generamos las competencias desde el aula, con acompañamiento de los padres, y con apoyo de las instituciones, podemos conseguir que nuestros alumnos puedan adquirir, puedan aplicar, puedan sumar las infinitas oportunidades de esta era digital.
¿Y cuáles son esas competencias que debemos desarrollar en relación con la ciudadanía digital?
Para mí la primera es la discriminación de información. Vivimos en una invasión constante de información: desde fuentes tradicionales y no tradicionales. Cada persona con un simple teléfono móvil crea información y la comparte en tiempo real. Por eso, la primera competencia sería aprender a discriminar información: ¿qué es lo válido? ¿Cuándo estamos frente a una noticia falsa? ¿Qué es lo que tenemos que compartir?
La segunda, ligada a esta, sería el autocuidado. ¿Cómo me protejo en este espacio digital? ¿Cómo discrimino qué tiempo puedo estar conectado? ¿Cómo discrimino qué deben ver mis hijos a ciertas edades?
En tercer lugar, la comunicación, ¿cómo comunico lo que quiero decir?, ¿cómo participo de discusiones políticas, sociales…? Partiendo de la base de que todos tenemos el deber de participar y aportar en una sociedad que es en esencia colaborativa.
Por lo tanto, saber discriminar información, saber autocuidarme y saber cómo participar y crear. Estos son, para mí, los pilares fundamentales que deben trabajarse desde los primeros años escolares, de manera que, cuando lleguen a su último año escolar, sean ciudadanos con competencias y habilidades desarrolladas. Preparados para un mundo en constante cambio.
¿Qué podemos hacer, desde la familia y desde la escuela, para desarrollar esas competencias?
En el caso de las familias, lo primero es vivir en el espacio digital de sus hijos. Y eso implica convivir, compartir, cocrear, conocer más allá de los controles parentales, más allá de las herramientas digitales que nos permitan observar en qué lugar están nuestros hijos e hijas… Es compartir con ellos, entendiendo la importancia que el espacio digital tiene para nuestros niños y jóvenes. Observar los peligros, observar las oportunidades y tomando acuerdos. Esto va a permitir que ellos vayan desarrollando autocuidado, identidad digital y responsabilidad digital.
En lo que se refiere a los profesores, el asunto tiene varias aristas: en primer lugar, hay que darles una formación universitaria de calidad, adecuada al siglo XXI; también hay que acompañarlos en el proceso de creación de su identidad digital docente y en el desarrollo de esa identidad para que puedan lograr educar en un espacio completamente diferente, y, por último, hay que apoyarlos en la generación de comunidades de aprendizaje docente digital.
Actualmente, nuestros niños y jóvenes son huérfanos digitales, un concepto que dio origen a mi primer libro. ¿Y por qué huérfanos digitales? Porque cuando nace el concepto “nativo digital”, la sociedad pensó (erróneamente) que, por el solo hecho de haber nacido en esta época, lo hacían con habilidades y competencias digitales y que, por tanto, no necesitaban ese acompañamiento. Y al no estar acompañados, al incorporarse al espacio digital de forma temprana y en soledad, no han logrado desarrollar las oportunidades que este espacio les ofrece. Si los padres y los profesores les acompañan, su experiencia digital será positiva.
¿Cómo afrontas tú, Marcela, esta orfandad, en el día a día de tu aula?
Primero, existiendo en el espacio digital. Soy una “profe enredada” y mis alumnos me llaman Miss Twitter por la cantidad de seguidores que tengo. Así, a través del ejemplo, intento demostrarles que se puede existir positivamente en un mundo “enredado”. Posteriormente, diseño estrategias pedagógicas para utilizar las redes (Pinterest, Instagram, Tic Toc, Twitter, Facebook…) invadidas pedagógicamente para que ellos tengan claridad sobre cuáles son las normas, cuáles son los códigos de comunicación que les permiten existir y, nuevamente, autocuidarse. Utilizo metodologías activas como aprendizaje en base a proyectos, aprendizaje en base a problemas, gamificación, visual thinking… y voy uniendo las metodologías a las herramientas tecnológicas, desde el aula e incorporando a los padres, que son mis mejores aliados.
¿Cómo ayudamos a los docentes a aprender y enseñar ciudadanía digital?
En relación con esto, yo tengo una bandera de batalla: no es tecnología y pedagogía. Es pedagogía y tecnología. Esto significa que el foco tiene que estar en la pedagogía y es una pedagogía en la era digital. Necesitamos acompañarlos a perder el miedo, a perder esa obsesión con que tienen que manejar todas las tecnologías, todas las herramientas, todas las aplicaciones de todas las redes, porque no es así. Lo que lo que hace falta es comprender que, para educar en este espacio, necesito trabajar con aquellas herramientas con las que yo me siento cómoda e ir diseñando pedagógicamente y observando el impacto que tienen en mis alumnos, en los profesores, también en los padres… También acompañarlos a publicar lo que están haciendo. Así que, en resumen: ayudarlos a ingresar en el espacio digital, a diseñar pedagógicamente, a evaluar el impacto que las tecnologías tienen en la pedagogía, a conectarse con otros profesores que ya van avanzando y, por último, darles espacio para que puedan compartir lo que se hace.
Pensando un poco en algunos de los países en los que trabaja ProFuturo, ¿cómo hacer esto en un mundo vulnerable? ¿En países sin infraestructura, con problemas económicos y con baja conectividad?
Creo que, en la medida en la que uno va aportando a los profesores de esos lugares para que, desde su realidad generen cambios, esos cambios se van multiplicando. Así que sí, se puede. Es un proceso lento, de mucho esfuerzo y mi gran receta es ir convocando a cada uno de los profesores para que ellos vayan siendo gestores del cambio. Partir con pequeños cambios desde mi comunidad, desde mi realidad e ir uniendo a aquellos líderes que van generando cambios para que esto se masifique. Y eso va a traer el cambio. Con Internet o sin Internet. Internet no es la única vía. Uno puede hacer cambios radicales, y profundos y esenciales con una baja conectividad, pero siempre conectado a la realidad de mi comunidad. Porque si me conecto en ella, los voy a poder hacer partícipes. Y si son partícipes, ya tenemos el primer paso de un cambio.
Hemos hablado del papel de las familias, de los docentes y la comunidad educativa. Pero, ¿y los gobiernos? ¿Cómo pueden hacer esto posible los gobiernos?
Existen varias barreras que los gobiernos deben abordar. La primera, que para mí sería fundamental, es invertir en una conexión a Internet de alta calidad y que sea asequible a todas las comunidades educativas. En paralelo, la formación docente que ya hemos mencionado. Pero también es necesario, y esta es la tercera barrera, democratizar la toma de decisiones. Es necesario convocar y hacer partícipe a la comunidad educativa y docente de las decisiones ministeriales. Si docentes, padres y demás agentes educativos somos partícipes y codiseñadores, lograremos cambios. Pero esto requiere una democratización en la toma de decisiones. Creo que, desde los gobiernos se maneja un doble discurso: se les convoca, pero no se les escucha. Si algo nos ha permitido la pandemia es conectarnos, cocrear y codiseñar. Tenemos una oportunidad única y la tenemos ahora, en este momento.
En el Observatorio ProFuturo creemos en la importancia de desarrollar la ciudadanía digital desde la niñez, como una forma de ser y estar de manera responsable en el mundo digital. Compartimos con Miss Twitter su forma de entrelazar pedagogía y tecnología, anteponiendo el propósito didáctico a la «obsesión tecnológica»; su visión de las competencias digitales; la consideración de las redes sociales como una oportunidad pedagógica y de coaprendizaje junto a sus alumnos, y la relevancia que otorga a la involucración de las familias en los procesos de aprendizaje digital. Agarremos esa oportunidad y convirtámosla en aprendizaje y oportunidades para todos.
No te pierdas el video, con la entrevista.