Desde el punto de vista de la equidad, ¿qué define el ADN de un sistema educativo?
Se podría definir el ADN como aquellos ingredientes institucionales, sociales y culturales del sistema que permiten a todos los alumnos alcanzar el éxito escolar, un éxito que debería ser definido de una manera amplia y que debería incluir la oportunidad de que cada alumno adquiera una serie de competencias clave para la vida adulta.
En este sentido el sistema educativo español es razonablemente equitativo si miramos cómo adquieren los alumnos las competencias clave. Sin embargo, la forma en que lo hacen es muy desigual, ya que muchos de ellos (generalmente aquellos que provienen de entornos socioeconómicos vulnerables) se encuentran con múltiples dificultades a lo largo de la vida escolar, como la repetición de curso, la segregación escolar o el abandono temprano. Esto hace que aunque los alumnos adquieran de manera razonable las competencias adecuadas en la educación básica, estas no se traduzcan en mejores oportunidades en la vida adulta y por tanto se vuelva crónica la transmisión inter-generacional de la desigualdad.
¿Cómo deberían ser formados los futuros profesores? ¿Y los profesores en activo? En tu opinión, ¿qué casos de éxito podrían servir de referencia para ambos?
En la transición del modelo prescriptivo de la educación al modelo competencial, debe cambiar el papel que juegan los docentes y por tanto su perfil profesional. Es fundamental que los docentes sean capaces de, más allá de dominar una serie de contenidos básicos, conducir y acompañar a sus alumnos hacia un aprendizaje más integral. El docente deja de ser el solista de la función y pasa a ser el director de la orquesta.
Para ello, los procesos de selección, inducción y formación en servicio deben priorizar competencias como la capacidad de colaboración y competencias sociales, la gestión de grupos, la vocación profesional hacia un alumnado cada vez más diverso o una actitud más investigadora hacia el aprendizaje que permita detectar capacidades y dificultades que se van encontrando los alumnos.
Esta visión del nuevo perfil docente permitiría convertir la docencia en una profesión más atractiva tanto para los que están por venir como para los que están ya en activo. Aunque las experiencias de Finlandia, Singapur o Corea del Sur son las más conocidas, otros sistemas (como Canadá, Polonia o Vietnam) están llevando a cabo, de forma más silenciosa, transformaciones importantes.
Por último, un apunte relevante. En los países de influencia latina (sur de de Europa y América latina) sabemos que una de las dificultades hacia un modelo sólido de profesionalidad docente es la falta de una verdadera cultura de la colaboración. Mientras que antes la docencia era una tarea individual que daba una respuesta semejante a nivel colectivo, ahora necesitamos convertirla en una tarea colectiva que pueda dar una respuesta individualizada en cada alumno.
¿Sobre qué factores y variables debemos trabajar en la mejora de los sistemas educativos de áreas geográficas vulnerables de países en vías de desarrollo?
A nivel global, el progreso y las mejoras desarrolladas a nivel educativo en las últimas décadas es pasmoso. Los años de escolarización en países en desarrollo en educación básica han aumentado año tras año en todos los continentes. Sin embargo, hoy, los países de medio ingreso (Asia oriental, América latina, Oriente medio) empiezan a tocar la frontera de la universalización del acceso, mientras que los países de bajo ingreso (África, India, Pakistán) lo harán en las próximas décadas. Esa frontera es la que marca el cambio de la necesidad de más educación a mejor educación y en esta batalla están buena parte de los sistemas educativos occidentales.
La agenda de mejora de la calidad apunta, ya no tanto a seguir insistiendo en el modelo de mayor acceso, sino a invertir en la mejora de cada pata interconectada del sistema educativo: la gestión y gobernanza de la escuela como eje del cambio, la capacitación docente, la sofisticación de los sistemas de evaluación interna y externa, la modernización del currículum, o el posicionamiento de la educación en lugares clave del debate público para atraer más financiación y apoyo político.
Salvo pocas excepciones, sigue siendo llamativo observar que en casi todos los países desarrollados y en desarrollo, persisten preocupantes desigualdades entre niños según su origen social, racial o de género, y que se manifiestan en distintas formas de desigualdad hacia el aprendizaje, segregación escolar y falta de oportunidades.
¿Cuáles son los retos educativos para el siglo XXI desde el área digital (o tecnológico)? ¿Lo consideras un factor clave para definir una estrategia adecuada? ¿Por qué?
Desde un punto de vista de la gestión educativa, la tecnología puede contribuir enormemente en dos planos. En el ámbito de la gestión y organización escolar, estamos ante nuevos sistemas de información y gestión en la educación, donde la tecnología tiene la capacidad de recoger múltiples matices en el aprendizaje y de organizar sus recursos y servicios de una manera más flexible, eficiente y equitativa. En los centros educativos, la tecnología puede servir para mejorar el acompañamiento al alumnado recogiendo de manera sencilla información sobre su aprendizaje. Además, los nuevos instrumentos de capacidades a nivel de centro u observación de aula (como el MQI, MKT, PLATO, CLASS o FFT), y que suelen apoyarse en soportes audiovisuales, tienen la capacidad de abrir el debate sobre la enseñanza de manera precisa y orientarla a la innovación y la mejora.
El segundo plano sería el papel que juegan los soportes e instrumentos digitales que permiten catapultar el aprendizaje a una dimensión con muchas más posibilidades. Lo que no creo que haya que hacer es construir una agenda educativa basada en software y hardware tecnológicos, sino al contrario. De lo que se trata es de tener un proyecto educativo y pedagógico en cada territorio y centro educativo, y una vez acordado y elaborado esto, poner la tecnología al servicio de ello.
Biografía
Profesional independiente en el ámbito de las políticas educativas y sociales, con experiencia en reformas de gobierno y análisis de las políticas públicas. Desde 2012, trabaja para la Práctica Global de Educación del Banco Mundial, primero como Junior Professional Associate en Washington, D.C. y después como consultor independiente desde España.Ha participado en diversos proyectos con la consultora KSNET, el Gobierno Vasco, el colectivo Politikon y el grupo de innovación educativa Proyecto Atlántida. Forma parte de la Red de Expertos los 100 de COTEC como Experto en Métricas de la Innovación y Equidad Educativa. Licenciado en Matemáticas por la Universidad del País Vasco, Master en Economía por el CEMFI e investigador doctoral en Economía por la Universidad del País Vasco.
En la actualidad
Lucas Gortázar trabaja para el Banco Mundial en un proyecto con el Gobierno de Bulgaria. Este consiste en un sistema de indicadores de desempeño orientado a la mejora de los centros educativos de todo el país. También participa activamente en Growing United, un macro-estudio que se acaba de publicar sobre convergencia y cohesión social en la UE. Además, en España participa activamente en otros proyectos. En el Proyecto Atlántida (una red de innovación en cientos de centros educativos) que versa sobre Capacidad Profesional Docente con distintas administraciones y, con poca fortuna, en el Pacto por la Educación. Además, colabora en un proyecto de diagnóstico del sistema educativo para el Gobierno Vasco y en un proyecto de larga colaboración con el colectivo Politikon, en el que coordina un ciclo de artículos sobre educación. Finalmente, en los ratos libres, dedica tiempo a terminar su tesis doctoral en la Universidad del País Vasco.