El hombre más afortunado del planeta
Ousman Umar ha vuelto a nacer en varias ocasiones. La primera fue nada más venir al mundo, cuando su padre, chamán de la tribu, le salvó la vida tras morir su madre en el parto. La segunda (y sucesivas) fue cuando sobrevivió a un viaje infernal para llegar a España desde Ghana y en el que vio morir a casi todos sus compañeros: las mafias de la inmigración, el desierto del Sáhara, las cárceles libias, la patera y la enorme soledad en las calles de Barcelona. A pesar de ello (o precisamente por eso) se considera el hombre más afortunado del mundo. Porque sobrevivió para contar su historia.
Con 18 años, sin saber casi una palabra de español, empezó a estudiar y en seis años consiguió aprobar la selectividad y entrar en la universidad. Se graduó en Administración de Empresas y en Relaciones Públicas y Marketing, y completó un máster en Cooperación Internacional en ESADE. Hoy usa su experiencia para ayudar a niñas y niños ghaneses a estudiar y prosperar en su propio país, evitando así que se embarquen en un viaje al que solo sobreviven un 3% de las personas que lo inician.
El paraíso no está en Europa, sino en nuestras mentes
Pero vayamos al principio de la historia. Todo empezó con un avión cruzando el cielo. Ousman Umar era entonces un niño en su pueblo natal, Fiaso, en la selva de Ghana. Cuando preguntó a los ancianos del lugar le contaron que era un aparato “que construían y pilotaban los blancos”. Desde entonces, y según narra en su libro, él quiso ser blanco. Y vivir en el paraíso blanco. Por eso, con 13 años, inició un fatídico viaje que duró cinco años y le llevó a recorrer 21.333 kilómetros y ocho países. “De 46 personas, sobrevivimos seis”. Cuando llegó a Barcelona estuvo viviendo en la calle dos meses “sintiéndose más solo que en el desierto” hasta que una mujer, Monse, lo llevó a su casa y lo acogió como a uno más de su familia.
Ese viaje infernal le sirvió para entender muchas cosas: “Entendí que el paraíso no estaba en Europa, sino en nuestra mente” y que la educación es el único camino para acabar con la inmigración ilegal, alimentada por las falsas expectativas que se han generado sobre el continente europeo.
Cuando su hermano pequeño quiso hacer el mismo viaje que casi acabó con su vida, Ousman le convenció para cambiar de idea: debía estudiar y prosperar en su propio país. Es entonces cuando ambos hermanos fundan Nasco Feeding Minds, una organización para fomentar el acceso a la formación y la información de niñas y niños en Ghana.
Cambiar el paradigma de la ayuda humanitaria “alimentando mentes y no estómagos”
“Llevamos 77 años de ayuda humanitaria y billones de dólares invertidos, pero África sigue siendo el continente más pobre”, argumenta Ousman. La solución al problema de la inmigración no se resuelve sacando cadáveres del mar. La solución está en el origen del problema, ligado a la falta de oportunidades y a la falta de acceso a la información que se vive en las comunidades rurales de áfrica. La solución no es enviar alimentos, con eso sólo se alimenta la barriga por un solo día. La solución es alimentar mentes mediante la educación digital.
Su organización nació hace ahora 10 años cuando, con la ayuda de un par de amigos y el dinero que había ahorrado arreglando bicicletas, Ousman volvió a Ghana, compró 45 ordenadores y contrató a los dos primeros profesores. El 12 de septiembre de 2012, NASCO abrió la primera aula informática en Ghana. Hoy, ya son 14 aulas en 43 colegios, donde han formado a más de 20.000 alumnos en informática y programación. Además, cada año, realizan cursos de capacitación para profesores y están trabajando en la creación de un programa educativo de capacitación docente, a partir de las necesidades que detectan en las diferentes escuelas de la región.
Como broche de oro a su proyecto, Nasco ha creado Nasco Tech, una empresa social que ofrece la subcontratación de servicios de tecnología en desarrollo de software y seguridad. De esta manera, ofrecen oportunidades de crecimiento profesional y formación in-house a los jóvenes ghaneses, quienes mediante trabajo remoto, pueden ser contratados por empresas europeas sin necesidad de abandonar su país de origen. De momento, ya hay 14 jóvenes ghaneses trabajando desde su país para empresas europeas. El sueño de Ousman es demostrar al mundo que la inmigración tiene solución y que “podamos decir que hay, no 14, sino 4.000 jóvenes en Ghana trabajando para empresas extranjeras desde su país”.
Nasco y ProFuturo: una alianza para salvar vidas a través de la educación digital
Un viejo proverbio africano dice que “si quieres ir rápido, vete tú solo, pero si quieres llegar lejos, tienes que ir acompañado”. Por eso, ProFuturo y Nasco Feeding Minds firmaron el pasado mes de septiembre un acuerdo de colaboración que permitirá a ambas entidades llegar más lejos en sus respectivos objetivos.
Así, de la mano de Nasco Feeding Minds, ProFuturo comenzará a implementar su programa de educación digital en Ghana. La Fundación llevará su plataforma, sus contenidos y toda su experiencia en innovación educativa a la infraestructura y al equipamiento tecnológico de los centros educativos donde está presente la organización ghanesa. “Con la ayuda de ProFuturo, nuestras aulas de informática multiplicarán su impacto a la hora de ofrecer un aprendizaje personalizado y transformador”, afirma Ousman.
Las herramientas digitales nos brindan una oportunidad histórica para hacer llegar la educación a los entornos más remotos y vulnerables, cambiando la vida de millones de niñas y niños en el continente más joven del planeta.