Hablemos de infancia y tecnología

En la era digital actual, la tecnología está profundamente arraigada en la vida cotidiana, incluso desde los primeros años de vida. Los niños de 0 a 3 años crecen rodeados de dispositivos digitales que desempeñan un papel cada vez más relevante en sus entornos de aprendizaje. ¿Cómo influye la tecnología en el desarrollo cognitivo de niñas y niños tan pequeños? Un estudio reciente, desarrollado en Reino Unido, analiza cómo los más pequeños interactúan con la tecnología en el hogar y cómo esta influencia su desarrollo lingüístico y alfabetización. El informe también se ha fijado en cómo las familias median el uso de la tecnología y exploran su potencial educativo, y reflexiona sobre los desafíos y desigualdades que plantea esta creciente integración.

Hablemos de infancia y tecnología
Infancia y tecnología

Diseñada por Freepik

En los últimos años, la presencia de la tecnología en la vida cotidiana ha cobrado una importancia innegable. Tabletas, teléfonos inteligentes y ordenadores personales se han convertido en herramientas habituales en el hogar, en la escuela y en los espacios públicos. Los más pequeños no son una excepción. Lo vemos a diario: bebés en restaurantes o medios de transporte interactuando con dispositivos digitales. Según el informe Toddlers, Tech and Talk (2024), elaborado por la Universidad de Manchester, un 41% de los niños de entre 0 y 3 años cuenta con acceso a una tableta y un 12% emplea de forma habitual un smartphone para diversas actividades.

Este contexto plantea preguntas sobre el modo en que las nuevas generaciones se relacionan con la tecnología desde sus primeros años, cómo influye en su desarrollo cognitivo y lingüístico, y qué tipo de consecuencias o beneficios se pueden observar a mediano y largo plazo.

Este estudio, que ha seguido durante dos años los hábitos digitales de familias de diversa procedencia, analiza las dimensiones del uso de la tecnología en ámbitos como el juego, la educación y la convivencia familiar. De acuerdo con los datos obtenidos, buena parte de los padres afirma sentirse interesados por el potencial educativo y cultural de las aplicaciones, de hecho, la gran mayoría piensa que ofrecen grandes oportunidades para el aprendizaje de números (83%), lectura (75% y habilidades creativas (75%); pero también se muestran preocupados por cuestiones relacionadas con la seguridad en línea o el posible exceso de tiempo frente a la pantalla.

Al margen de estas dudas, la combinación de factores culturales, socioeconómicos y educativos parece determinar el modo en que cada familia integra la tecnología en la rutina diaria. Por esta razón, el documento examina tanto los beneficios como los desafíos y las desigualdades que surgen en el acceso a los dispositivos.

A continuación, analizamos sus conclusiones principales, y ofrecemos algunas propuestas enfocadas en un uso más consciente y constructivo de los recursos digitales.

La gran mayoría de padres piensa que la tecnología ofrece grandes oportunidades para el aprendizaje de números (83%), lectura (75% y habilidades creativas (75%); pero también se muestran preocupados por cuestiones relacionadas con la seguridad en línea o el posible exceso de tiempo frente a la pantalla.

Las ventajas de la tecnología en el desarrollo infantil

Aprendizaje multimodal y estimulación temprana, siempre acompañados

Una de las ventajas más notables que destaca el informe “Toddlers, Tech and Talk” es la posibilidad de acceder a un aprendizaje multimodal. Desde aplicaciones interactivas hasta vídeos con contenidos educativos, los dispositivos han permitido que muchos niños se expongan a estímulos visuales, auditivos y táctiles al mismo tiempo. Plataformas como CBeebies, Reading Eggs o Duolingo ABC, desarrolladas para incentivar el desarrollo del lenguaje, la alfabetización digital y la motricidad fina, buscan captar la atención de los más pequeños a través de elementos lúdicos y diseñados para involucrar a la familia.

Para los padres y educadores que se plantean aprovechar estos recursos, la evidencia sugiere que la presencia de un adulto favorece el aprendizaje: ver un programa educativo en compañía o practicar con una aplicación de lectura mientras se charla acerca de las palabras nuevas incrementa los resultados positivos. Es aquí donde se observan los cambios más significativos en el desarrollo infantil, ya que la interacción humana funciona como un elemento que ordena y contextualiza la información. No todo reside en la aplicación o el vídeo: el papel del adulto continúa siendo esencial para guiar la experiencia y resolver dudas.

Conexiones familiares y vínculos culturales

En muchos hogares, las videollamadas se han convertido en un puente efectivo para mantener el contacto con familiares y amigos que residen en otros lugares. El informe indica que el 60% de las familias recurre con frecuencia a llamadas de vídeo para conectarse con abuelos, tíos u otros seres queridos que no pueden estar presentes de forma física. Esta práctica tiene un valor especial en contextos donde la familia se encuentra repartida en distintos países o comunidades, facilitando el uso de varios idiomas en un mismo entorno digital.

La posibilidad de comunicar a los más pequeños con parientes que hablan otra lengua crea oportunidades para la práctica del “translenguaje”, es decir, el cambio flexible entre idiomas dependiendo de la situación. El contacto frecuente mediante videollamadas no solo contribuye a mantener la cercanía emocional, sino que también refuerza la inmersión lingüística en contextos variados. La investigación revela que los niños que interactúan con familiares en otra lengua logran adquirir o conservar habilidades comunicativas más ricas, algo que constituye un componente notable de su identidad cultural.

Algunas familias de origen migrante señalan que la tecnología se ha vuelto un pilar para ofrecer a sus hijos referentes culturales. Los padres pueden mostrar vídeos de fiestas o tradiciones de su país natal, compartir relatos familiares o incluso programar reuniones virtuales para celebrar eventos importantes. Este recurso se vuelve muy valioso cuando existe una brecha geográfica que dificulta las visitas frecuentes y otorga la posibilidad de mantener vivas ciertas costumbres sin que la distancia sea un obstáculo insalvable.

El juego digital y la creatividad

Según la encuesta realizada a 1.444 padres en el marco del estudio, el 58% usa aplicaciones y dispositivos para estimular actividades creativas con sus hijos. De esta manera, herramientas de dibujo digital, juegos musicales o simulaciones de situaciones cotidianas (como tiendas virtuales o cocinas interactivas) forman parte del día a día de muchos niños. Aunque algunas personas han expresado recelo hacia los juguetes electrónicos, los defensores de este tipo de entornos señalan que promueven la exploración, siempre y cuando se combinen con la interacción física y social.

El informe británico subraya que, en familias con niños con discapacidades, la tecnología se convierte en un recurso muy apreciado. Se mencionan aplicaciones de comunicación aumentativa y alternativas, además de programas con estímulos sensoriales pensados para quienes precisan apoyos específicos. El estudio constata que los padres de niños con necesidades especiales emplean los dispositivos casi el doble de veces que el resto de las familias para fines educativos. Esta diferencia se explica por la conveniencia de contar con programas personalizables, en los que cada pequeño puede progresar a su propio ritmo y reforzar las áreas donde más lo requiera.

Alrededor del 70% de los padres encuestados coincide en que los dispositivos son positivos, siempre y cuando no sustituyan otras experiencias de la infancia.

La brecha digital y las desigualdades en el acceso

El texto también examina un tema fundamental: no todas las familias cuentan con la misma disponibilidad de recursos tecnológicos. El factor socioeconómico resulta decisivo. Las familias con menores ingresos suelen tener menos dispositivos y una conexión a internet de menor calidad, lo que limita el acceso a plataformas educativas y a otras herramientas de aprendizaje temprano. Mientras que algunos hogares superan los 40 aparatos digitales (entre smartphones, tabletas, televisores inteligentes y ordenadores), el promedio general es de 12,5, y las familias con menos ingresos no llegan ni a la mitad de esa cifra.

La educación de los padres aparece como otro elemento que condiciona el uso. Los datos recabados muestran que quienes han completado estudios superiores se sienten más seguros usando aplicaciones educativas con sus hijos. En cambio, otros progenitores que no han recibido información ni formación específica experimentan cierto recelo ante la posibilidad de cometer errores o de no saber guiar correctamente al niño. En contextos familiares multiculturales, también se detecta una brecha lingüística: no todos los contenidos se encuentran disponibles en los idiomas de uso cotidiano, lo que puede complicar la transmisión de la lengua materna y el mantenimiento de la identidad cultural.

El estudio Toddlers, Tech and Talk coincide con informes de la UNESCO y organizaciones como la Fundación ProFuturo, que advierten sobre la importancia de garantizar un acceso igualitario a la tecnología desde edades tempranas para favorecer la inclusión educativa. Estas organizaciones han puesto de manifiesto la urgencia de políticas públicas enfocadas en dotar a las comunidades de conexiones estables y de promover la formación de docentes y padres en competencias digitales. Así, se busca reducir la brecha entre quienes pueden aprovechar recursos digitales de calidad y quienes se ven excluidos por motivos económicos o geográficos.

Recomendaciones para un uso más constructivo

El informe de la Universidad de Manchester formula varias propuestas que apuntan a integrar la tecnología de un modo responsable. Una de las más relevantes radica en establecer un uso equilibrado. La idea no es prohibir por completo los dispositivos, sino acompañar la actividad digital con otros espacios de juego físico, lectura tradicional y encuentros sociales. Los padres pueden fijar horarios concretos para el uso de la tableta o el ordenador, evitando que se conviertan en una distracción permanente.

También se destaca la importancia de priorizar contenidos de calidad. Los expertos que han participado en la elaboración del informe aconsejan a las familias orientarse hacia aplicaciones y programas diseñados para el desarrollo de la primera infancia. El hecho de seleccionar plataformas con objetivos pedagógicos claros incide en la formación de habilidades cognitivas, lingüísticas y motoras. De igual modo, es recomendable que los adultos estén presentes mientras los niños exploran el contenido. Al conversar sobre lo que se está viendo en la pantalla, se refuerza la comprensión del mensaje y se evitan confusiones.

La participación activa de los padres o cuidadores implica ver juntos programas educativos, probar aplicaciones interactivas que ofrezcan actividades de matemáticas básicas o vocabulario y plantear preguntas relacionadas con los personajes o la historia. Todo esto estrecha el vínculo familiar y promueve la construcción de aprendizajes compartidos. El informe menciona que los niños cuyos progenitores permanecen atentos durante las sesiones de pantalla muestran mayor atención y retienen mejor los conceptos clave.

En el plano de las políticas públicas, se proponen iniciativas que fomenten la accesibilidad de dispositivos y la formación digital en comunidades con menos recursos. Por ejemplo, ofrecer internet de bajo costo, proporcionar tabletas preconfiguradas en centros comunitarios o bibliotecas y capacitar a educadores para identificar contenidos adecuados. Estas medidas buscan asegurar que los beneficios de la tecnología lleguen también a las familias que, por motivos económicos, podrían quedar al margen de esta realidad.

Reflexiones para un uso responsable

El caso del informe “Toddlers, Tech and Talk” (2024) deja claro que la tecnología forma parte del día a día de la primera infancia en una porción significativa de los hogares. Existen múltiples posibilidades para mejorar las habilidades cognitivas, mantener lazos culturales y favorecer la creatividad, tal como se ha descrito a lo largo de estas páginas. Aun así, se advierte que los riesgos asociados con la exposición a pantallas y la falta de supervisión no deben tomarse a la ligera. Un porcentaje amplio de padres reconoce estar preocupado por la seguridad en línea, el contenido inapropiado y la dependencia excesiva de los dispositivos.

La crianza y la educación en la era digital se enfrentan a desafíos que requieren la implicación de padres, docentes, autoridades y la propia industria tecnológica. Aunque existen barreras de tipo socioeconómico y cultural, la determinación de generar entornos digitales más seguros y adecuados puede marcar la diferencia. Dar seguimiento a estas recomendaciones y proseguir con líneas de investigación que consideren el papel de la familia, la diversidad cultural y la evolución del mercado tecnológico será fundamental para delinear el futuro de la relación entre tecnología y desarrollo infantil. Si se aprovechan las ventajas y se controlan los riesgos, las próximas generaciones podrían crecer con un bagaje que armonice la curiosidad digital con habilidades sociales y cognitivas sólidas, una meta que, según los expertos, debería merecer la atención prioritaria de todos los actores involucrados.

También podría interesarte