La educación básica está en crisis. En numerosos países de ingresos medios y bajos, millones de niños y niñas terminan la primaria sin haber adquirido las competencias esenciales de lectura y matemáticas. Este fenómeno, descrito como “pobreza de aprendizaje”, compromete el futuro de generaciones enteras y profundiza las brechas sociales. Esto no es solo un problema pedagógico de una enorme magnitud, también es un desafío estructural que condiciona la cohesión social, el desarrollo económico y la capacidad de los estados para garantizar la igualdad de oportunidades.
Para revertir esta situación, es indispensable contar con datos confiables, inmediatos y éticos que permitan a los sistemas educativos conocer qué ocurre realmente en las aulas. Las evaluaciones tradicionales en papel han demostrado ser costosas, lentas y poco útiles para orientar políticas en tiempo real. La información suele llegar demasiado tarde, cuando las cohortes de estudiantes ya han avanzado sin remedio en un itinerario marcado por el déficit de aprendizajes. Se impone, por tanto, una transformación en la manera de medir y utilizar la evidencia educativa.
En este contexto nació hace catorce años Tangerine, una plataforma abierta de recolección de datos desarrollada por RTI International. Concebida desde la investigación aplicada, su propósito fue superar las limitaciones de los sistemas convencionales y poner en manos de gobiernos y docentes una herramienta ágil, flexible y sostenible. Hoy, alrededor de 80 ministerios de educación en más de 65 países, y ha permitido aplicar millones de evaluaciones en más de 100 idiomas.
La visión de Carmen Strigel, una de sus creadoras, sintetiza el espíritu de esta innovación: unir pedagogía, investigación y tecnología para ofrecer un instrumento capaz de diagnosticar el aprendizaje, apoyar la labor docente y garantizar que las políticas educativas se fundamenten en evidencia rigurosa y respetuosa de la privacidad. Esta aplicación es mucho más que un software: es la prueba de que la tecnología, cuando se diseña para contextos reales y con fines públicos, puede convertirse en un bien común al servicio de la equidad educativa.
Qué es Tangerine y cómo funciona
Tangerine es, ante todo, como ya hemos dicho, un software de recolección de datos educativos creado para responder a un problema concreto: la dificultad de obtener información fiable, oportuna y comparable sobre lo que ocurre en los sistemas escolares. Frente a los formatos tradicionales en papel, lentos y poco flexibles, Tangerine ofrece una solución de código abierto, diseñada específicamente para funcionar en dispositivos móviles y, sobre todo, en condiciones de baja conectividad. Es un programa offline first: no requiere internet durante mientras se utiliza y se sincroniza únicamente cuando el dispositivo accede a la red.
La amplitud de los datos que permite recoger explica en gran medida su éxito. Con Tangerine se pueden realizar evaluaciones de aprendizaje en lectura, matemáticas o ciencias, aplicadas a miles de estudiantes en diferentes grados y lenguas. La plataforma admite también observaciones de aula, inventarios de recursos escolares, entrevistas a familias y directivos y encuestas de opinión docente.
Además, la plataforma permite recoger dimensiones menos visibles pero igualmente esenciales, como el bienestar socioemocional, la motivación del alumnado o la detección temprana de discapacidades. En palabras de Carmen Strigel, «este software permite recopilar una amplia gama de datos, desde evaluaciones de aprendizaje hasta observaciones de aula y entrevistas. Tangerine puede integrar tanto medidas cognitivas como no cognitivas».
Su diseño modular refuerza esta versatilidad. Existen distintas versiones adaptadas a necesidades específicas:
Tangerine
Una versión general para evaluaciones y encuestas.
Tangerine Teach
Orientada a la evaluación formativa y el seguimiento del progreso de los estudiantes en el aula.
Tangerine Coach
Centrada en la supervisión y el acompañamiento pedagógico, que proporciona a directores y asesores instrumentos de observación y pautas de retroalimentación.
Tangerine Acuity
Más especializado en diagnósticos y monitoreo en profundidad.
Otro de los factores diferenciales es su facilidad de uso. A diferencia de otras plataformas que requieren costosas infraestructuras, Tangerine puede funcionar en un simple teléfono móvil, a menudo el mismo que ya posee el docente. Su manejo básico se aprende en muy poco tiempo (basta una o dos horas), lo que garantiza una rápida adopción incluso en contextos con escasos recursos. Como resume Carmen Strigel, la idea siempre fue dotar a los profesores de una herramienta sencilla, accesible y utilizable sin conexión a internet en el aula.
Finalmente, su carácter de código abierto confiere a Tangerine un valor estratégico: no depende de licencias comerciales, puede ser instalado y gestionado localmente, y se adapta a cualquier contexto lingüístico y cultural. Esto ha permitido su implementación en más de un centenar de idiomas y en sistemas educativos muy diversos, desde grandes ministerios nacionales hasta pequeñas organizaciones comunitarias.
De esta manera, Tangerine se convierte en una infraestructura educativa flexible, accesible y soberana, pensada para que los datos sirvan de verdad a quienes más los necesitan.
Tangerine es mucho más que un software: es la prueba de que la tecnología, cuando se diseña para contextos reales y con fines públicos, puede convertirse en un bien común al servicio de la equidad educativa.
Alcance e impacto global
En 14 años de existencia, Tangerine ha pasado de ser una innovación experimental a convertirse en una herramienta de referencia internacional. Sus usos son múltiples y reflejan la diversidad de necesidades de los sistemas educativos. En un extremo, la plataforma ha servido para llevar a cabo evaluaciones nacionales de gran escala, como las pruebas de lectura inicial o matemáticas básicas, aplicadas a decenas de miles de alumnos en varios idiomas y regiones. Este tipo de operaciones, que antes requerían meses de trabajo para procesar datos en papel, hoy se ejecutan con mayor eficiencia y con resultados disponibles casi en tiempo real.
En el otro extremo, Tangerine se utiliza como herramienta de monitoreo pedagógico cotidiano. Docentes que aplican pequeñas pruebas formativas en el aula, supervisores que registran observaciones durante sus visitas a escuelas, o directores que organizan inventarios de recursos escolares, todos ellos encuentran en la plataforma un aliado para sistematizar información y orientar la acción educativa. Esta capacidad de escalar desde lo macro (evaluaciones nacionales) hasta lo micro (seguimiento del aprendizaje individual en clase) explica gran parte de su éxito.
En algunos países, Tangerine ha evolucionado aún más: se ha convertido en una plataforma oficial a nivel nacional. Esto significa que no solo apoya evaluaciones puntuales, sino que forma parte estable del sistema de gestión y monitoreo del aprendizaje. Su adopción institucional demuestra que es posible integrar tecnologías abiertas y adaptables en las políticas públicas de educación de forma sostenible y autónoma.
Para Strigel, este recorrido refleja una transformación de fondo: “Con el tiempo, la plataforma se ha expandido y se ha convertido en una plataforma sostenible de apoyo pedagógico y monitoreo, utilizada incluso a escala nacional en algunos países”. Lo que comenzó como un instrumento para recoger datos de grandes cohortes de estudiantes es hoy un ecosistema que empodera a los docentes, fortalece la supervisión pedagógica y ofrece a los gobiernos un mapa real del aprendizaje en sus escuelas.
Ética, privacidad y sostenibilidad
Recolectar y gestionar datos educativos en contextos con capacidad institucional limitada plantea desafíos considerables. En muchos países, las leyes de protección de datos son incipientes o poco claras, los mecanismos de supervisión son débiles y los equipos técnicos carecen de experiencia en el manejo seguro de información sensible. Este escenario aumenta el riesgo de vulnerar la privacidad de los estudiantes y limita el potencial de los datos para orientar políticas educativas de calidad.
Consciente de estas dificultades, Tangerine incorpora desde su diseño una serie de soluciones técnicas que refuerzan la seguridad. En lugar de identificar a los alumnos con nombres y apellidos, la plataforma genera automáticamente códigos de usuario. Los datos recogidos se encriptan en los dispositivos móviles y en los servidores, lo que impide accesos no autorizados. Asimismo, se han creado mecanismos para restringir o anonimizar la salida de información sensible en los resultados.
Sin embargo, la protección no se limita a la tecnología. RTI International ha comprobado que es igualmente crucial atender la dimensión humana. Por eso, cada implementación de Tangerine incorpora formación específica para equipos ministeriales y organizaciones usuarias, en la que se comparten protocolos y buenas prácticas de uso ético de los datos, siempre adaptadas a los marcos legales nacionales sobre privacidad y almacenamiento de información. Como subraya Carmen Strigel, la clave está en que la capacitación ayude a garantizar una recogida y un uso responsables de la información, protegiendo siempre la privacidad de los estudiantes.
Más de una década de despliegue ha dejado lecciones valiosas: la tecnología, por sí sola, no garantiza un uso responsable. Es la combinación entre diseño técnico, sensibilización y fortalecimiento institucional lo que marca la diferencia.
Finalmente, la sostenibilidad se refuerza gracias al carácter open source de Tangerine. Cada vez más ministerios de educación instalan y administran sus propios servidores de manera independiente, construyendo así una comunidad internacional de práctica que comparte experiencias, aprendizajes y soluciones. Este modelo asegura que la plataforma no dependa de un proveedor único, sino que pueda consolidarse como un bien común al servicio de la equidad educativa.
La innovación al servicio de la equidad educativa
Tangerine representa un caso paradigmático de cómo la tecnología puede ponerse al servicio de la educación sin perder de vista su dimensión humana y social. No es un fin en sí mismo, sino un medio para garantizar el derecho a aprender, especialmente en aquellos contextos donde las carencias materiales y la falta de datos fiables perpetúan la desigualdad.
Su impacto se mide tanto en cifras (más de 65 países, 80 ministerios de educación, millones de evaluaciones realizadas en más de 100 lenguas) como en la transformación cualitativa que impulsa en las aulas. Lo que comenzó como una herramienta para la aplicación masiva de pruebas de lectura y matemáticas se ha convertido en una plataforma integral de apoyo docente, que promueve la evaluación formativa, el acompañamiento pedagógico y la toma de decisiones basada en evidencia.
El valor de Tangerine radica en haber demostrado que la innovación no siempre significa lo más nuevo o sofisticado, sino lo más útil, adaptable y apropiado.