Según datos de ACNUR, el 42 % de las personas desplazadas son menores de edad y se estima que, solo desde 2018 a 2020, nacieron cada año entre 290.000 y 340.000 niños en situación de refugio. En este #DíaDelRefugiado 2022, queremos recordar que, incluso en entornos de crisis humanitaria, donde lo más urgente es atender necesidades básicas como la alimentación o el apoyo psicosocial y mental, la educación de los más pequeños no puede esperar.
Consciente de esta problemática, en ProFuturo adaptamos en 2018 nuestra propuesta educativa para favorecer el acceso a una educación integral de calidad a los menores en edad escolar que viven en contextos humanitarios. Esta propuesta combina recursos educativos accesibles a través de una plataforma digital de aprendizaje, itinerarios de desarrollo profesional docente, acompañamiento pedagógico y soporte técnico, así como un sistema de monitorización y evaluación continua que permite medir el impacto de su implementación en cada escuela.
Pero este modelo de intervención en contextos humanitarios va un paso más allá. ProFuturo trabaja para garantizar la protección, la seguridad y el apoyo psicosocial de los niños y los docentes refugiados, siguiendo el marco mundial para la educación de la población refugiada y las normas mínimas definidas por la Red Interagencial para la Educación en Situaciones de Emergencia (INEE).
Nuestra labor en contextos humanitarios
Desde 2018 y en colaboración con distintas organizaciones, gobiernos, expertos en educación y otras instituciones, hemos llevado a cabo proyectos de innovación educativa en diversos campos de refugiados y asentamientos informales en Líbano, Jordania, Malaui, Ruanda, Tanzania y Nigeria. En estos cinco años hemos beneficiado a 32.580 niños y niñas desplazados de sus hogares en África y Asia y nuestro objetivo para este 2022 es llegar hasta los 60.000 alumnos beneficiados en contextos humanitarios.
En cada uno de estos proyectos y países, ProFuturo invierte grandes esfuerzos en proporcionar formación, coaching y apoyo continuo a los docentes. Hasta ahora, el programa ha formado a 702 docentes refugiados y espera formar a cerca de 180 a lo largo de este año.“Dar formación psicosocial a los docentes para que puedan entender y atender a aquellos alumnos que más lo necesitan, ayudarles a desarrollar su capacidad de adaptación o resiliencia, es clave y es una de las cosas en las que trabajamos con nuestros socios en terreno”, asegura María Lacadena responsable de la intervención de ProFuturo en contextos humanitarios en África y Asia.
¿Dónde se implementa nuestro modelo educativo?
ProFuturo colabora con otras organizaciones en el terreno. En Líbano trabajamos con la Fundación Kayany y la Universidad Americana de Beirut (AUB) en un proyecto que este año se ha ampliado a 14 nuevas escuelas en el valle de Bekaa.
Gracias a un acuerdo con el Comité Español de ACNUR, este modelo de intervención también llegó en 2021 a seis campos de refugiados burundeses en Ruanda. La colaboración se ha ampliado este año a Nigeria y Zimbabue, donde se está implementando el programa.
En Tanzania, de la mano de Save the Children, nuestro programa también está presente en ocho escuelas de educación primaria y en dos ideas box centres (centros multimedia diseñados para eliminar las barreras físicas del aprendizaje en contextos de crisis humanitaria) en los campamentos de Nduta y Nyarugusu, en la región de Kigoma.
En febrero renovamos nuestro acuerdo con Mensajeros de la Paz para llevar el programa a una nueva escuela de Amán, en Jordania, que atiende a 320 alumnos iraquíes. En Malaui, junto al Servicio Jesuita a Refugiados (JRS) y Entreculturas, estamos presentes en dos escuelas del campo de refugiados de Dzaleka, cerca de la capital.