«Ningún niño nace odiando a otro ser humano por el color de piel u otro factor. A un niño se le tiene que enseñar a odiar. Si se le puede enseñar a odiar. Se le puede enseñar a amar».
Nelson Mandela
Con dos conflictos abiertos, protagonizando casi cada día portadas en los medios de comunicación, y muchos más olvidados pero que siguen en marcha (Siria, Afganistán, Nigeria, Somalia, Sahel, República Democrática del Congo, Libia, el conflicto kurdo en Turquía, Yemen…), no son buenos tiempos para la paz mundial. De hecho, según un cálculo simbólico que cada año efectúa un comité convocado por el Boletín de Científicos Atómicos, estamos a 90 segundos del apocalipsis.
En este contexto, la Unesco celebra la sexta edición del Día Internacional de la Educación bajo el lema “aprender para una paz duradera”. “El compromiso activo con la paz es hoy más urgente que nunca”, afirma la organización. “Este compromiso debe ir más allá de las medidas de seguridad y defensa para lograr prevenir o detener los conflictos, ya que la paz no empieza donde termina la violencia. Mantener la paz requiere bases sólidas de gobernanza inclusiva, democrática y participativa, del diálogo, la solidaridad, el entendimiento mutuo y la cooperación, del desarrollo sostenible, la igualdad de género y la realización general de los derechos humanos y las libertades fundamentales”. Y para esto, la educación juega un papel fundamental, a través de las competencias cívicas y globales, un conjunto de habilidades y actitudes que enseña a las personas a entender el mundo en el que viven y a aprovechar las oportunidades que les brinda, siendo respetuosos con el entorno (Mateo y Rucci, 2019).
Las escuelas desempeñan un papel fundamental a la hora de enseñar a los niños y niñas estas competencias. Así, tienen la capacidad de estimular el pensamiento crítico al analizar eventos y procesos que impactan el mundo en su totalidad y la vida de los estudiantes en particular. Además, promueven la sensibilidad hacia diversas culturas al organizar y fomentar la participación en experiencias interculturales. Asimismo, las escuelas pueden enseñar a los estudiantes a utilizar de manera crítica la información digital y las redes sociales, fomentando la responsabilidad en su consumo. En última instancia, la educación en competencias cívicas y globales aspira a formar individuos conscientes de su rol en el mundo, ciudadanos responsables y activos que se organizan para mejorar sus comunidades locales. Estos ciudadanos orientados a la justicia social buscan entender las raíces de los problemas y proponer soluciones para mejorar la sociedad. Finalmente, se aspira a formar ciudadanos globales capaces de colaborar con personas de diferentes culturas, afrontando de manera creativa los desafíos del siglo XXI (Mateo y Rucci, 2019).
Una nueva educación para una nueva realidad
Porque, como afirma la Unesco, la construcción de la paz debe comenzar mucho antes de las grandes conferencias internacionales. La construcción de la paz debe comenzar en los pupitres y en las aulas. En los patios escolares y en las canchas deportivas. Es ahí donde, desde pequeños, los estudiantes deben adquirir los conocimientos, valores, actitudes, competencias y comportamientos necesarios para convertirse en ciudadanos comprometidos con la paz y la justicia. Ciudadanos activos, críticos e informados, capaces de actuar para transformar su realidad de acuerdo con valores democráticos y plurales.
Veamos cuáles son algunas de estas competencias esenciales que debemos desarrollar en la escuela para sentar las bases de una sociedad global más justa, inclusiva y pacífica.
- Respeto a la diversidad: El respeto a la diversidad no se limita a tolerar las diferencias, sino que implica un profundo entendimiento y valoración de la multiplicidad de identidades y perspectivas. Esta competencia es fundamental para construir sociedades inclusivas y equitativas. Al reconocer la igualdad de dignidad y derechos de todas las personas, independientemente de su origen, se promueve la creación de comunidades en las que cada individuo se sienta valorado y respetado.
- Pensamiento analítico y crítico: El pensamiento analítico descompone la información compleja en componentes más manejables, mientras que la capacidad crítica permite evaluar la calidad y relevancia de esa información. Estas habilidades no solo preparan a los individuos para entender su entorno, sino que también los empoderan para cuestionar normas injustas, tomar decisiones informadas y participar activamente en la construcción de una sociedad más justa y pacífica.
- Alfabetización mediática e informacional: En la era digital, la alfabetización mediática e informacional y las competencias digitales son esenciales. Estas habilidades permiten a las personas no solo acceder y utilizar información de manera efectiva, sino también discernir entre fuentes confiables y engañosas. Al promover un uso ético de la tecnología y la comunicación, se contribuye a un entorno online seguro y respetuoso, crucial para la construcción de una sociedad pacífica.
- Empoderamiento y resiliencia: El empoderamiento capacita a los individuos para actuar con confianza y eficacia, mientras que la resiliencia les permite afrontar desafíos y recuperarse de adversidades. Estas competencias son fundamentales para la construcción de sociedades pacíficas, ya que individuos empoderados y resilientes son más propensos a enfrentar problemas con determinación y contribuir a soluciones efectivas, fortaleciendo la cohesión social.
- Competencias de colaboración: Colaborar eficazmente requiere habilidades comunicativas y un respeto profundo por las opiniones de los demás. Estas competencias son esenciales para construir consensos y resolver problemas en comunidades diversas. La colaboración efectiva fomenta relaciones positivas y fortalece el tejido social, contribuyendo así a entornos pacíficos y armoniosos.
- Competencias de adaptación y creatividad: En un mundo en constante cambio, la capacidad de adaptarse y ser creativo es crucial para la paz sostenible. Fomentar estas competencias no solo permite la innovación, sino que también prepara a las personas para prosperar incluso frente a desafíos inesperados, contribuyendo a la estabilidad y armonía social.
- Competencias de ciudadanía global y digital: Actuar ética y responsablemente en la vida cívica y social es esencial para la construcción de una sociedad pacífica. Las competencias de ciudadanía promueven la participación activa y ética en la sociedad, tanto en el mundo físico como en el digital, fortaleciendo así los lazos sociales y fomentando una convivencia basada en el respeto mutuo.
Tres programas para promover la educación para la paz
Think Equal: reprogramando la educación de la desigualdad
En el año 2015, la cineasta británica Leslee Udween filmó un documental que daba a conocer un caso brutal. La violación y el asesinato de una joven estudiante de medicina en India por parte de seis hombres. La realizadora quedó especialmente impactada por los testimonios de los culpables y sus abogados. Todos pensaban que la chica se lo había buscado por haber ido al cine acompañada de un amigo. Esto hizo reflexionar a Leslee: ¿cómo es posible que alguien piense que una chica merece ser violada y asesinada por el simple hecho de querer salir a divertirse? Udween concluyó que la raíz del problema está en lo que ella llamó “programación sociocultural de la desigualdad”. Desde niños nos inculcan valores que atribuyen menor valor y diferentes reglas al otro por género, raza, religión o cualquier otra característica distintiva. También entendió́ que la única forma de cambiar esto era a través de la educación. Pero debía ser una educación distinta. Y así́ nació́ “Think Equal”, un programa que promueve la educación basada en el aprendizaje emocional para niños de entre tres y seis años.
Think Equal destaca la necesidad de iniciar el aprendizaje socioemocional en la infancia para prevenir comportamientos negativos en la adolescencia y la edad adulta. Basado en seis principios, el programa aborda 36 áreas temáticas como ciudadanía global, autoestima y empatía. Utiliza la narrativa como herramienta clave para conectar a los niños con sus historias y fomentar cambios positivos. Cada nivel consiste en 90 lecciones de 30 minutos, impartidas tres veces por semana durante un año escolar. El material es proporcionado de forma gratuita a las escuelas, subrayando la importancia de dar al aprendizaje socioemocional la misma importancia que a otras materias.
Reimaginando la inmigración para desmontar la “historia única”
Millones de personas se ven obligadas a abandonar sus hogares y países por diversos motivos. Muchos buscan oportunidades económicas o, simplemente una vida mejor para ellos y sus familias. Otros huyen de conflictos o persecuciones. Después de un viaje largo y penoso, al que muchos no sobreviven, deben enfrentarse a numerosos desafíos como los lingüísticos, los económicos o la discriminación. Lo vemos cada día en los medios informativos y, desgraciadamente, eso nos insenbiliza ante su realidad. Por eso es tan importante aprender a mirar con los ojos del otro. Desmontar la “historia única”. Esa que nos cuentan o nos contamos sobre una persona, una raza o un país. Una historia que limita y estereotipa.
Para ayudar a hacer eso en las escuelas nació el proyecto “Re- imagining Migration”, de Project Zero. “Re-imagining Migration” anima a los estudiantes a investigar los orígenes del fenómeno y a indagar en sus propias historias y en las de sus compañeros; también exploran las bibliotecas a la búsqueda de narrativas diferentes, con protagonistas de diferentes orígenes y razas; aprenden a entrevistar, analizar e interpretar testimonios; a crear, compartir y analizar historias. En definitiva: toman perspectiva y aprenden a ver la migración no como un problema o una amenaza sino como una oportunidad de aprendizaje y enriquecimiento personal (Mateo y Rucci, 2019).
Aulas en paz: construyendo la paz en las escuelas
Aulas en Paz, desarrollado por la Universidad de Los Andes de Colombia y promovido por la Fundación Telefónica Colombia para las escuelas en las que interviene ProFuturo, es un programa multicomponente que busca contribuir a la construcción de una sociedad más pacífica a través de la prevención de la violencia en las instituciones educativas. Para lograr esto trabajan de la mano con todos los miembros de las comunidades educativas -docentes, estudiantes y sus familias- en el desarrollo y promoción de habilidades socioemocionales y competencias ciudadanas que les permitan manejar los conflictos de manera pacífica y luchar contra el acoso escolar.
Aulas en Paz se centra en el desarrollo de ocho competencias socioemocionales: manejo de la rabia, empatía, asertividad, toma de perspectiva, generación creativa de alternativas, consideración de consecuencias, pensamiento crítico y escucha activa. Así, desde una perspectiva multidisciplinar, forma a los docentes para que, por un lado, formen a sus estudiantes y, por otro, para que involucren a los padres en este ambiente de resolución de conflictos basado en el diálogo y la asertividad.
El programa ha demostrado ser una estrategia eficaz para desarrollar competencias ciudadanas que no solo contribuyen a la prevención de situaciones de agresión, sino a la mejora de los ambientes de aprendizaje.
En resumen, la importancia de la educación en la construcción de sociedades pacíficas y justas es innegable. A medida que las personas adquieren conocimientos y desarrollan habilidades sociales, se establece un terreno propicio para la comprensión mutua y la resolución de conflictos de manera pacífica. La educación no solo proporciona herramientas intelectuales, sino que también moldea actitudes y valores fundamentales para la convivencia armoniosa. Al priorizar una educación inclusiva y equitativa, estamos invirtiendo en la creación de comunidades que promueven la paz y la justicia, sentando así las bases para un futuro más prometedor y equitativo.
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