En América Latina, la brecha digital de género sigue siendo uno de los obstáculos más grandes para el desarrollo de las mujeres. Las tecnologías digitales pueden ser un motor de cambio, y ofrecen oportunidades sin precedentes en términos de educación, empleo y participación social. Sin embargo, para muchas mujeres latinoamericanas, acceder a esas oportunidades sigue siendo una tarea difícil. La desigualdad comienza a una edad temprana, y si no se abordan de manera efectiva las causas estructurales, este desequilibrio continuará perpetuándose.
Esta brecha va más allá del acceso a los dispositivos o a la conectividad. Implica también la falta de habilidades, el sesgo de género presente en la formación tecnológica y la escasa representación de mujeres en sectores clave como la tecnología y las ciencias. A medida que la región avanza hacia la digitalización, las mujeres, especialmente las que viven en situaciones de vulnerabilidad económica o en zonas rurales, corren el riesgo de quedar aún más rezagadas.
En este artículo analizaremos los diferentes componentes de esta brecha y veremos cómo la educación puede convertirse en la herramienta más idónea para cerrar esta distancia que separa a hombres y mujeres.
La situación actual de la brecha digital de género en América Latina
La brecha digital de género se presenta en diversas formas, desde el acceso limitado a internet hasta la escasa representación femenina en las áreas tecnológicas. En esta sección las vemos una a una.
Acceso a internet: el reto de la conexión y la asequibilidad
América Latina ocupa el cuarto lugar a nivel mundial en términos de penetración de internet. Sin embargo, alrededor del 33% de la población de la región aún no tiene acceso a este recurso esencial. Esta disparidad en la conectividad es aún más pronunciada cuando se observa desde una perspectiva de género. De acuerdo con datos de las Naciones Unidas, más de 89 millones de mujeres en América Latina —aproximadamente el 40% de la población femenina— no tiene acceso a internet o no puede permitirse pagar el servicio.
Lo que agrava esta brecha no es solo la falta de recursos, sino la falta de conocimientos y habilidades. En países como México, por ejemplo, un 63% de las mujeres que no utilizan internet mencionan que la principal barrera para acceder a la red es la falta de competencias digitales. Este fenómeno no es exclusivo de las zonas rurales, aunque en ellas la brecha es aún más amplia. En áreas urbanas también se presentan obstáculos relacionados con la disponibilidad de acceso y la asequibilidad, especialmente entre las mujeres de bajos ingresos.
Un aspecto fundamental que determina el acceso a internet es el costo de la conectividad. Las mujeres están sobrerrepresentadas en los hogares de menores ingresos, lo que significa que enfrentan mayores dificultades para costear los servicios de banda ancha, ya sea fija o móvil.
Según estimaciones de la CEPAL, para las familias de ingresos más bajos, el costo de la banda ancha fija representa un promedio del 12% de sus ingresos mensuales, mientras que la banda ancha móvil asciende a un 14%. Estas cifras reflejan cómo las mujeres en los hogares más vulnerables están en desventaja frente a los hombres, que suelen tener más acceso y control sobre los recursos económicos.
Impacto de la pobreza y la etnicidad
La pobreza en América Latina afecta al 32% de la población, y las mujeres, especialmente aquellas que pertenecen a pueblos indígenas o afrodescendientes, son las más afectadas. Estas comunidades enfrentan una doble desventaja, no solo por su género, sino también por su origen étnico, lo que les impide acceder y aprovechar las tecnologías. La falta de conexión digital en estos grupos perpetúa los ciclos de exclusión y pobreza, dificultando su capacidad para acceder a información, educación y oportunidades laborales.
En muchas zonas rurales, la escasez de infraestructura y servicios básicos, como electricidad y conectividad, pone en evidencia las desigualdades que afectan a estas comunidades, lo que resalta la necesidad urgente de políticas públicas que garanticen el acceso equitativo a las tecnologías.
Consecuencias económicas: una brecha que cuesta
El impacto de la brecha digital de género no se limita a las esferas educativas o sociales, sino que tiene consecuencias económicas de gran alcance. La exclusión de las mujeres del mundo digital limita sus oportunidades laborales, su acceso a servicios financieros y su capacidad para emprender en el ámbito digital.
Según un informe de la Alianza para un Internet Asequible (A4AI), si las mujeres pudieran acceder a las mismas oportunidades tecnológicas que los hombres, el Producto Interno Bruto mundial podría crecer en hasta un billón de dólares. Esta cifra pone en evidencia el potencial de crecimiento económico que está siendo desaprovechado debido a las barreras tecnológicas que enfrentan las mujeres en América Latina. El impacto económico de la exclusión digital femenina también afecta a la región, ya que la falta de participación de las mujeres en el entorno digital ralentiza la innovación y la productividad.
De acuerdo con datos de las Naciones Unidas, más de 89 millones de mujeres en América Latina —aproximadamente el 40% de la población femenina— no tiene acceso a internet o no puede permitirse pagar el servicio.
América Latina en el contexto global: comparaciones y desafíos
A escala mundial, la brecha digital de género sigue siendo un desafío persistente. Según datos de la UIT, en 2022, alrededor del 62% de los hombres y el 57% de las mujeres tenían acceso a internet, lo que refleja una brecha global cercana al 5%. Sin embargo, la realidad varía significativamente según la región. En Europa, la brecha de género en el acceso y uso de internet se reduce a apenas un 2%, y en algunas naciones del norte de Europa es prácticamente inexistente. Mientras tanto, en regiones como África Subsahariana y Asia Meridional, las brechas digitales de género superan fácilmente los 10 puntos porcentuales.
En América Latina y el Caribe, la diferencia es de aproximadamente 4 puntos porcentuales: el 69% de los hombres y el 65% de las mujeres utilizan internet de forma regular. Aunque esta brecha es algo menor que en otras regiones del mundo, sigue siendo una barrera significativa. Aun más si consideramos las disparidades internas dentro de la región, especialmente en las áreas rurales, donde las comunidades indígenas y las zonas de infraestructura deficiente enfrentan una doble desventaja, tanto por el género como por la falta de acceso.
Además del acceso básico a internet, otro indicador clave es la disponibilidad y el uso de smartphones. En este punto, la brecha de género en América Latina se acerca al 7%, lo que muestra que, aunque cada vez más personas cuentan con un teléfono celular, las mujeres siguen teniendo menos probabilidades de poseer dispositivos móviles de gama media o alta, necesarios para actividades más sofisticadas y demandantes de datos.
Esta situación tiene un impacto directo en la autonomía económica y social de las mujeres, ya que les dificulta acceder a plataformas de educación en línea, solicitar empleos y utilizar aplicaciones bancarias y financieras, entre otras oportunidades de empoderamiento.
La educación como solución
El papel de la educación en la reducción de la brecha digital de género no debe subestimarse. La persistencia de la brecha digital de género tiene mucho que ver con la educación que recibimos desde niñas. La formación temprana no solo abre puertas; también ayuda a que las mujeres exploren y desarrollen habilidades tecnológicas con mayor confianza.
Pero hay un gran obstáculo: la baja participación femenina en las áreas de ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas (STEM). Aunque a nivel mundial el 35% de los estudiantes en estas disciplinas son mujeres, en América Latina ese porcentaje suele caer en picado en carreras como ingeniería informática, donde en países como Brasil o Chile no llega ni al 15%.
Para modificar este panorama, los sistemas educativos necesitan sumarse a la idea de que el talento femenino puede florecer en la tecnología con el estímulo adecuado. Desde mostrar ejemplos de mujeres que han revolucionado la ciencia, hasta ofrecer clases de programación y robótica desde la primaria, cada iniciativa cuenta. En México, por ejemplo, el programa “Niñas en la Ciencia” abre un espacio seguro para que las niñas se adentren en los experimentos y la innovación, mientras que en Argentina, “Chicas en Tecnología” genera ambientes colaborativos donde las jóvenes pueden crear, equivocarse y volver a intentarlo sin miedo.
Por otro lado, la formación de los docentes también marca una diferencia enorme. Algunos estudios señalan que ciertos prejuicios —a veces inconscientes— en las aulas pueden desanimar a las niñas a la hora de resolver problemas matemáticos o enfrentarse a los laboratorios de ciencias. Si los educadores están preparados para detectar y corregir esas actitudes, las estudiantes ganan seguridad en áreas que tradicionalmente se han visto como masculinas.
Ahora bien, no basta con enfocarnos solo en la infancia. Cuando hablamos de mujeres adultas, la alfabetización digital puede ser un salvavidas. Pensemos en aquellas que viven en zonas rurales y no han tenido la oportunidad de formarse en herramientas digitales: sin esas habilidades, resulta más difícil beneficiarse de la educación en línea o de plataformas de comercio electrónico que podrían cambiar su realidad económica. Afortunadamente, en países como Colombia o Chile, han surgido múltiples programas de aprendizaje virtual que enseñan desde el uso básico del correo electrónico hasta conceptos elementales de programación, abriendo paso a oportunidades laborales y formativas impensadas hace apenas unos años.
Recomendaciones y soluciones para reducir la brecha digital
Cerrar la brecha digital de género es un reto que requiere la colaboración de gobiernos, empresas, instituciones educativas y sociedad civil. A continuación, algunas recomendaciones prácticas para avanzar en esta dirección:
- Los gobiernos deben implementar políticas públicas inclusivas, como garantizar acceso universal a internet, subsidiar la adquisición de tecnología para mujeres de bajos ingresos y promover incentivos para que más mujeres se incluyan en carreras STEM. Iniciativas como «Internet para Todos» en Perú, que busca reducir la brecha digital a través de la expansión de la infraestructura de internet en zonas rurales, y subsidios para la compra de dispositivos en Costa Rica, que han tenido un impacto directo en la inclusión digital de mujeres de bajos recursos, han demostrado ser pasos efectivos en esta dirección.
- Las empresas tecnológicas deben comprometerse a fomentar la diversidad digital mediante programas de mentoría, inversión en startups lideradas por mujeres y políticas de transparencia salarial. Empresas como Microsoft y Google han implementado programas destinados a aumentar la representación femenina en el sector tecnológico, como el programa Women at Microsoft, que ofrece formación y desarrollo profesional a mujeres en tecnología, y el compromiso de Google con la paridad salarial, que sirve como modelo para otras compañías. Estas acciones deben multiplicarse, y las empresas deben comprometerse con la contratación inclusiva y la creación de un entorno laboral que favorezca la participación equitativa de las mujeres.
- Instituciones educativas. Las instituciones educativas, desde la enseñanza primaria hasta la universidad, deben revisar y adaptar sus planes de estudio para integrar la alfabetización digital de manera transversal en todas las etapas del aprendizaje. Es necesario que la educación en tecnología comience a una edad temprana, especialmente en áreas donde las mujeres históricamente han tenido menos acceso, como las matemáticas y las ciencias de la computación. Las universidades y centros de formación superior deben crear programas de mentoría y apoyo específicos para mujeres en carreras STEM, asegurando que cuenten con las herramientas necesarias para enfrentar los desafíos que surgen en un entorno dominado mayormente por hombres. Además, deben trabajar en programas de retención de talento femenino, ya que muchas mujeres abandonan las carreras tecnológicas debido a la falta de apoyo y el ambiente poco inclusivo. Programas como #BlackAndSTEM y Women Who Code son ejemplos de iniciativas que están ayudando a crear comunidades de apoyo para mujeres en tecnología y ciencia, tanto en el ámbito académico como profesional.
- Sociedad civil. La sociedad civil, a través de sus organizaciones y movimientos, tiene un rol clave en la sensibilización sobre la importancia de reducir la brecha digital de género. Estas organizaciones pueden liderar campañas de concienciación y crear espacios seguros donde las mujeres puedan aprender, compartir y crecer en el ámbito digital. Programas de alfabetización digital en comunidades, como los que se desarrollan en Colombia, han mostrado un impacto positivo en el cierre de la brecha, permitiendo que más mujeres se empoderen con habilidades digitales fundamentales. Iniciativas como Girls Who Code buscan inspirar y capacitar a las jóvenes para que se interesen en la programación y la tecnología, creando un ecosistema de apoyo que ayuda a las mujeres a ver el potencial que tienen en el sector digital. Además, organizaciones que promueven el acceso a la tecnología y el liderazgo femenino, como TechWomen y Women Techmakers, juegan un papel esencial en la creación de redes de apoyo, el intercambio de conocimiento y la construcción de una cultura de inclusión.
Hacia una inclusión digital plena para las mujeres
La brecha digital de género en América Latina sigue siendo un desafío considerable, pero no insuperable. Invertir en la educación digital de las mujeres no solo es una cuestión de justicia social, sino también una estrategia crucial para el desarrollo económico de la región. Es hora de cerrar la brecha. Con políticas inclusivas, programas educativos adecuados y la colaboración de todos los actores sociales, podremos construir un futuro en el que todas las mujeres y niñas puedan beneficiarse plenamente de la transformación digital y contribuir activamente al desarrollo económico y social de la región.