Hace unos meses, en la Cumbre para la Transformación de la Educación, la comunidad internacional reconocía que el aprendizaje digital era clave para inyectar a los sistemas educativos el espíritu transformador que necesitan para la consecución de una educación más inclusiva, equitativa y de calidad para todos. en palabras de Leonardo Garnier, asesor especial de la Cumbre para la Transformación de la Educación, “Si realmente queremos que todos los jóvenes de este planeta tengan derecho a una educación de calidad, (…) tenemos que transformar las escuelas, el modo de enseñanza de los profesores, la forma en que utilizamos los recursos digitales y cómo financiamos la educación”.
Pero, ¿cómo traducir estas aspiraciones y declaraciones en resultados concretos? ¿Disponemos de una hoja de ruta para que los países puedan avanzar y medir sus progresos? ¿Qué aspectos debería contemplar un futuro marco global para la transformación digital de la educación? ¿Qué elementos no podrían faltar en una hipotética checklist que los países pudieran usar como indicadores para saber que están en la senda correcta?
En este artículo, ProFuturo quiere compartir sus más de cinco años de experiencia en la implementación y el despliegue de un programa integral de educación digital en entornos vulnerables. Esta es su visión.
Un enfoque centrado en el empoderamiento docente
Los docentes son la pieza clave para que se produzca la transformación disruptiva que la educación necesita en la era digital. Son y han sido siempre la piedra angular del sistema educativo. Y seguirán siéndolo porque, sin ellos, resulta imposible ofrecer una educación de calidad, inclusiva y equitativa a todos los estudiantes. Por supuesto, en esta nueva sociedad digital, el rol del docente en el aula ha cambiado -y así debe ser-, pues el propósito y la naturaleza de la educación también han cambiado sustancialmente.
Necesitamos docentes motivados y capaces de motivar; que manejen nuevas pedagogías y sean capaces de activar en sus estudiantes las ganas de aprender apoyándose en la tecnología; que fomenten la creatividad, el pensamiento crítico, el trabajo en equipo, la empatía y la resiliencia, y que sean capaces de adaptarse rápidamente a un contexto que cambia a gran velocidad. Necesitamos, en suma, docentes empoderados. Es por ello que ProFuturo pone al docente en el centro de su sistema como agente catalizador de toda la transformación educativa. ¿Cómo lo hacemos?
ProFuturo propone empoderar al docente, a través del desarrollo o la potenciación de tres identidades (propuestas en su Marco global de la competencia educadora en la era digital):
- La identidad ciudadana. Esta identidad implica desarrollar tres compromisos: con el propio aprendizaje permanente a lo largo de la vida, con su propia alfabetización tecnológica fundamental y con la sociedad y la comunidad.
- La identidad propiamente docente. Esta identidad implica la asunción de tres tareas interconectadas: el diseño de experiencias memorables de aprendizaje, la tarea de facilitación para el éxito de todos los estudiantes y la evaluación, que regula el aprendizaje y mejora la práctica profesional.
- La identidad conectora. Esta identidad implica el despliegue de competencias para la interacción con diversos agentes educativos, mediante el desarrollo de los roles de colaboración, liderazgo y mentorización.
Contenidos: ecosistemas digitales que integren la formación docente
La comunidad internacional y los países deben reconocer la importancia de la tecnología digital y los entornos virtuales de aprendizaje como elementos fundamentales de la educación. Desde ProFuturo, y siempre con el empoderamiento de los docentes en el centro de nuestra visión, consideramos que un marco global para transformar la educación debe:
- Potenciar ecosistemas digitales en aulas, centros y grupos de centros. Estos ecosistemas se conformarían como plataformas de código abierto y deberían permitir la integración de la formación docentes y de la ejercitación de diferentes experiencias de aula; la incentivación para crear contenidos propios por parte del docente que sean compartidos con sus pares, y el uso de recursos generados desde múltiples instituciones.
- Fomentar el desarrollo de recursos educativos más allá de los contenidos curriculares. Estos recursos pueden abarcar propuestas de proyectos de innovación con lo digital en docentes y centros, desde una mirada constructivista amplia, que complementaría a los recursos educativos sobre contenidos curriculares.
Una conectividad contextualizada
Partiendo de la base de que la educación va mucho más allá de las propias herramientas y que el aprendizaje es un proceso multifactorial en el que la pedagogía y la metodología didáctica tienen mucho que decir, en ProFuturo consideramos que:
- La capacitación para la era digital ha de ser anterior a la propia conectividad. Por eso, especialmente en contextos vulnerables, los modelos offline digitales de formación y experiencias en el aula, son imprescindibles.
- Hay que tener en cuenta las necesidades de los centros educativos. El mundo de la transformación digital de la educación está plagado de iniciativas bienintencionadas que acabaron con cientos de dispositivos digitales acumulando polvo en un trastero de la institución escolar. Y es que, cuando hablamos de conectividad y tecnología, tenemos que tener muy presente que esta debe ir siempre íntimamente ligada a las necesidades y demandas reales de los centros educativos y a su grado de madurez digital. Es decir, su capacidad para trabajar en red, la demanda de contenidos digitales interactivos en sus aulas…
- La conectividad va más allá del acceso de calidad a la red. La conectividad implica un despliegue adecuado de cobertura en las aulas y de desarrollos técnicos que habiliten unas aulas digitales interactivas sin trabas en el acceso a redes, adaptadas a las prácticas pedagógicas que se requieran en cada momento y en cada ambiente de aprendizaje.
Coordinación, trabajo en consorcio e inteligencia de datos
Todo marco de referencia que pretenda la transformación digital de la educación debe tener en cuenta algunos elementos que, sin ser estrictamente de carácter educativo, son muy necesarios para llevar a término la transformación digital de la educación: son elementos de carácter político, financiero y de gobernanza. En este sentido, el marco global de referencia debería:
- Considerar fórmulas adecuadas de modelos de despliegue para hacer posible una implantación a escala de esta transformación digital. Un ejemplo significativo de estas fórmulas, lo constituye el modelo de despliegue en cascada que utiliza ProFuturo, en el cual los coaches (y contrapartes) que colaboran en el Programa reorientan su actuación hacia temáticas más pedagógicas y de didáctica (del aula y centro) que les permita desarrollar una actuación más flexible y adaptada en la implantación de la capacitación: blended y en cascada. El objetivo último aspiracional ha de ser el de colaborar con los docentes en la transformación de la experiencia de aula de sus estudiantes.
- Desarrollar una nueva visión de trabajo en consorcio, donde cada socio aporta recursos y expertise configurando un sistema conjunto de gestión. Esto implicaría la incorporación de socios globales que ayuden tanto al crecimiento sostenido de los recursos de terceras partes como al desarrollo de nuevas fórmulas de implantación.
- Disponer de un sistema de explotación avanzada de datos que ayude a la toma de decisiones. Estos recursos de analítica e inteligencia de datos se convertirían en una herramienta central de nuestro sistema de monitoreo y evaluación y en una verdadera herramienta para el aprendizaje y la gestión del conocimiento.
Uno de los postulados centrales ProFuturo es reiterar nuestra “causa última” sobre la educación, como pilar fundamental para el desarrollo socioeconómico de los países, y nuestra opción por fomentar la tecnología y la innovación, ya que permiten su expansión cualitativa y cuantitativa a todos los rincones del planeta. Desde nuestro convencimiento y experiencia de que la educación digital es una de las herramientas más poderosas para transformar el mundo, asumimos que todavía existen múltiples retos que impiden que los sistemas educativos hayan integrado las nuevas tecnologías de forma eficiente y eficaz para la excelencia en los procesos de enseñanza- aprendizaje. La Cumbre Mundial para la Transformación de la Educación dio un primer paso importante para movilizar conciencias y difundir los retos. Ahora es preciso caminar por esa senda para conseguir, por fin, que educación y tecnología sean el binomio perfecto que ayude a todas las niñas y niños a tener el futuro que se merecen.