Durante la última década, la educación ha experimentado una hiperinflación de nuevas posibilidades tecnológicas, que van desde aplicaciones interactivas hasta plataformas de evaluación en línea y la actual irrupción, con evidentes distorsiones e incógnitas por resolver, de la inteligencia artificial generativa. Algunos han querido ver en este fenómeno una revolución que democratiza el acceso al conocimiento.
En algunos casos, es lógico pensar que dispositivos e internet ofrecen a los estudiantes la oportunidad de acceder a información que de otro modo resultaría inaccesible. ¿Quién no ha imaginado un aula virtual donde chicos y chicas de una comunidad rural puedan conectarse con experiencias didácticas interactivas? Este sueño, que hace unos años no pasaba del relato futurista, ha empezado a materializarse en proyectos concretos.
Es el caso de la Fundación ProFuturo, que hace seis años se propuso introducir herramientas digitales en comunidades y entornos con acceso limitado a la infraestructura tecnológica. Su programa de educación digital iba mucho más allá de la mera entrega de tabletas o computadoras, y hacía de la formación y el acompañamiento a docentes una de sus características fundamentales.
Así las cosas, es inevitable preguntarse: ¿hasta qué punto contribuyen estos proyectos a una transformación palpable en la forma de enseñar? Para contestar a esta pregunta, en este artículo, de nuestro colaborador Miguel Massigoge-Galbis, se analizarán los datos procedentes de varias evaluaciones internas y externas de este programa, desarrolladas en el periodo 2022-2024.
Docentes y competencias digitales: ¿estamos listos?
Como hemos dicho, el programa ProFuturo parte de un principio fundamental: la mejora del proceso educativo solo es posible si los docentes cuentan con las herramientas necesarias para integrar la tecnología en su práctica pedagógica. Para ello, ha desarrollado una estrategia de formación intensiva que, en 2023, capacitó a más de 195.000 docentes a través de 500 cursos, con un promedio de 30 horas por participante y una tasa de finalización del 74%.
Docentes muy satisfechos
Los resultados de estas formaciones reflejan un alto nivel de satisfacción con la formación recibida. Según la encuesta anual de 2023, los docentes valoraron con una puntuación entre 9 y 10 sobre 10 aspectos como la calidad del contenido, la facilidad de uso de la plataforma y la utilidad de los recursos. En México, por ejemplo, el 89,5% de los participantes del Diplomado en Habilidades Digitales Docentes expresaron estar muy satisfechos con su formación.
El impacto de este esfuerzo se evidencia en la mejora de las competencias digitales de los docentes. En África, el 68% de los participantes del programa “Digital Skills and Community Leadership for Teachers and Students” superó con éxito las pruebas finales, con una mejora promedio del 30% en sus resultados. De manera similar, en Ecuador, el 60% de los docentes mostró avances significativos en sus habilidades digitales, mientras que el 59% autoevaluó positivamente su progreso dos meses después de la formación.
Aumento competencia docente
La medición del impacto indica que, en 2024, el nivel de competencia digital docente aumentó en promedio un 9,94%, con una mejora constatada en el 58% de los docentes evaluados. En Brasil, el programa de formación docente en Mato Grosso permitió elevar del 26,7% al 57,6% el número de docentes con nivel de apropiación digital intermedio o alto. En Ecuador, quienes cursaron 150 o más horas de formación entre 2020 y 2023 experimentaron una mejora de hasta 17% en sus competencias digitales, un dato clave en el contexto pospandemia.
Más allá del desarrollo de las competencias en los docentes a través de la formación, el programa ha logrado generar una cultura de aplicación en el aula. En África, el 88% de los docentes capacitados manifestaron su intención de implementar metodologías innovadoras en su enseñanza, y en Ecuador, la aplicabilidad de la formación alcanzó una valoración promedio de 9,23 sobre 10. Además, en este país, el 82% de los docentes capacitados obtuvo el reconocimiento y certificación oficial de sus horas de formación por parte del Ministerio de Educación.
Estos datos confirman que la formación digital no solo fortalece las habilidades docentes, sino que también impulsa la adopción de nuevas estrategias pedagógicas con un impacto directo en la calidad educativa.
Metodologías transformadas: ¿qué aportan los recursos digitales?
Otro aspecto clave tiene que ver con la manera en que la tecnología se entreteje en las dinámicas de enseñanza y aprendizaje. A veces se piensa que digitalizar un libro de texto o hacer un examen en línea es suficiente para afirmar que se ha producido un cambio metodológico. No obstante, el uso superficial de aparatos termina siendo equivalente a pasar el contenido del papel a la pantalla sin un giro pedagógico real. El enfoque, tal y como ya ha evidenciado desde hace muchos años la investigación en educación, no pasa por la sustitución sino por la ampliación y redefinición de los métodos de enseñanza
Según los datos de ProFuturo, en 2024, entre un 88 y un 97% de los docentes de su programa reconocen haber modificado sus prácticas educativas integrando la tecnología. También se ha incrementado un 9% el número de experiencias de aprendizaje creadas con tecnología.
El cambio de metodologías no siempre implica grandes inversiones. En ocasiones, basta con que el docente revise el diseño de una actividad, incorpore un video didáctico o invite a sus estudiantes a desarrollar una presentación interactiva. No se trata de “sustituir la pizarra por un proyector”, sino de pensar la clase como un espacio de construcción de conocimiento con el apoyo fundamental de herramientas tecnológicas. Los estudiantes, en ese sentido, pasan de ser receptores pasivos a colaboradores activos.
Impacto en el rendimiento estudiantil: ¿una diferencia real?
La gran pregunta que planea sobre cualquier proyecto educativo mediado por tecnología es si la intervención tecnológica afecta el rendimiento académico. ¿Existe mejora en competencias básicas como la lectura, la comprensión o el razonamiento matemático? ¿Se promueve el desarrollo de habilidades transversales, como la colaboración y la creatividad?
La opinión de los docentes
Los datos reflejan una percepción positiva del programa entre los docentes. En la encuesta de 2023, preguntados sobre si el programa tenía impacto en el desarrollo de competencias digitales de los estudiantes, se obtuvo un valor promedio de 8,02 sobre 10, mientras que el impacto en el aprendizaje curricular alcanzó 8,07 sobre 10. En África, el 95% de los docentes del proyecto Digital Skills and Community Leadership for Teachers and Students consideran que el programa tiene un efecto positivo en el aprendizaje, con un 60% que lo valora como muy alto.
La evidencia
Los estudios cualitativos han respaldado estos hallazgos. Una investigación en escuelas ProFuturo en México (2023) destacó cómo el uso de tabletas fomentó el desarrollo de habilidades digitales y valores como la responsabilidad y la tolerancia entre estudiantes. Asimismo, se constató que los alumnos en estas escuelas mostraban un mejor manejo de la tecnología en comparación con aquellos que no participaron en el programa. En Panamá (2024), un estudio sobre las escuelas de transformación confirmó que los docentes perciben mejoras en la comprensión y retención del conocimiento gracias a las soluciones digitales del programa.
Además del rendimiento académico, el programa también ha influido en la motivación y el compromiso de los estudiantes. Según encuestas de 2023, casi el 80% de los docentes considera que la llegada del Modelo Integral ha mejorado la asistencia a clase, percepción que los propios estudiantes confirman en un 91% de los casos. En cuanto al esfuerzo en el aprendizaje, el 82% de los docentes que han usado la aplicación Matemáticas ProFuturo destacan que su uso ha incentivado una mayor dedicación de los alumnos a los ejercicios de la asignatura.
El verdadero sentido de la educación digital
Los hallazgos revelados por los resultados del programa de educación digital ProFuturo aportan algunas lecciones valiosas al debate de la educación digital en entornos vulnerables.
La tecnología no es una panacea capaz de subsanar todas las carencias educativas, pero, cuando se implementa de manera planificada, sí ofrece oportunidades para enriquecer la enseñanza, reducir la brecha de acceso a ciertos contenidos y reforzar la motivación de docentes y estudiantes.
Formación continua y bien diseñada
Gran parte del éxito se relaciona con la formación continua y bien diseñada. Si los docentes se sienten acompañados, con capacitaciones que les muestren herramientas prácticas para cada asignatura, es más probable que se atrevan a modificar sus métodos. Por otro lado, la dirección de las escuelas juega un papel fundamental. Cuando el liderazgo escolar se compromete y gestiona los recursos de forma consciente, la comunidad completa percibe que la digitalización no es una moda pasajera, sino un pilar del aprendizaje del siglo XXI.
La realidad del contexto
También hay que considerar las realidades específicas de cada contexto. Un aula en una región recóndita, donde Internet llega de forma intermitente, requiere un plan distinto del que funcionaría en una gran ciudad con conexiones de alta velocidad. Esa adaptación constante al entorno demanda flexibilidad y creatividad, cualidades que no todos los proyectos han sabido desarrollar con la misma eficacia. ¿Podemos culpar a la tecnología de los posibles fracasos? Quizás resulte más interesante y revelador mirar de cerca las condiciones de implementación, el grado de compromiso de las autoridades, la formación de los docentes y la participación de las familias.
Un debate abierto
En última instancia, el debate sobre la educación digital en contextos vulnerables seguirá abierto. Hay avances comprobables que revelan un camino de progreso, especialmente en la mitigación de la pérdida de aprendizaje después de situaciones de emergencia, como la pandemia. También se observan mejoras en la motivación y la participación del alumnado. Sin embargo, todavía existen brechas que exigen una respuesta contundente: la falta de infraestructura, la desigualdad en el acceso a dispositivos y la necesidad de un acompañamiento más largo para afianzar lo que se va logrando.
¿Funciona la educación digital en los lugares con mayores limitaciones? Sí, pero a condición de que se invierta en las personas que la hacen posible y que las escuelas se conviertan en espacios donde la innovación digital sea parte esencial de un proyecto compartido.
El futuro demandará medidas más creativas y estrategias más inclusivas y participativas para atender realidades muy distintas a escala global.. Con esa perspectiva, proyectos como ProFuturo pueden marcar la diferencia si continúan ajustando sus propuestas a las necesidades concretas de cada región, manteniendo la vista puesta en la búsqueda de una mejora tangible en el aprendizaje de niños y niñas. Y, sobre todo, recordando que la digitalización solo cobra sentido cuando beneficia de verdad a quienes más lo necesitan.