Potenciando la relación tutora en la era digital: la experiencia de Redes de Tutoría

Las Redes de Tutoría nacieron en México hace casi 30 años para promover el aprendizaje en algunas comunidades rurales de México. La llegada de las nuevas tecnologías le ha dado un nuevo impulso. En este artículo, SUMMA analiza cómo se han incorporado estas tecnologías a la relación tutora y cuáles han sido sus beneficios y los mayores desafíos a enfrentar.

Potenciando la relación tutora en la era digital: la experiencia de Redes de Tutoría

Desde la década de los noventa, Redes de Tutoría ha sido un revolucionario movimiento educativo que promueve el aprendizaje y el crecimiento personal a través de la relación tutora. Esta poderosa conexión formativa se basa en el diálogo, la reflexión y la colaboración, y su impacto ha trascendido las fronteras de México, llegando a países como Estados Unidos, Perú, Chile, Argentina, Indonesia, Tailandia y Singapur. En reconocimiento a su valioso enfoque, la Fundación HundrED la ha destacado entre las prácticas más prometedoras de innovación educativa a nivel mundial desde 2018 hasta 2021.

Para conocer la experiencia más reciente de esta iniciativa, conversamos con Araceli Castillo, coordinadora académica en Redes de Tutoría, Dalila López, docente, y Adán Rivera, asesor educativo. Con ellos, exploramos los componentes de la relación tutora y la incorporación de las tecnologías durante la evolución del programa, analizando sus beneficios y limitaciones para fomentar y transformar el aprendizaje.

La relación tutora: compromiso, diálogo, humanidad y autonomía

La relación tutora se basa en un acuerdo para el aprendizaje entre dos personas: una que tutoriza y otra que es tutorizada, con el objetivo de adquirir conocimientos y desarrollar competencias. Existe un compromiso de sus participantes para dedicar tiempo y promover actividades orientadas al logro de dichos objetivos. Los roles de tutor(a) y tutorizado(a) pueden ser asumidos por docentes y estudiantes, pero también entre pares docentes y/o estudiantes, formando una red de aprendizaje cíclica.


Lo que articula la relación tutora, más allá de los medios con los que se materializa, es el respeto por la condición humana del otro, lo que hace que sea aplicable en cualquier nivel dentro y fuera del aula.

Para los promotores de Redes de Tutorías, más allá de los componentes metodológicos, la relación tutora se comprende como una forma de relación humana con tres principios: (i) un diálogo genuino, “un proceso de ida y vuelta, más profundo que el simple hecho pedagógico de pregunta y respuesta”; (ii) una relación personal que atiende integralmente a los participantes, considerando “sus modos de pensar y su situación humana al trabajar juntos”; y (iii) el fomento de la autonomía en el aprendizaje. Sobre estos principios, Dalila López destaca: “No es una relación de acompañamiento paralelo a la vida escolar, casi siempre con relaciones unidireccionales verticales. Lo que articula esta relación, más allá de los medios con los que se materializa, es el respeto por la condición humana del otro, lo que hace que sea aplicable en cualquier nivel dentro y fuera del aula”. Sobre esta dimensión, Araceli Castillo puntualiza que “la relación tutora te transforma, y desde su filosofía, va más allá de los espacios de aprendizaje formales, posicionándote frente al otro en igualdad de condiciones, con respeto y amor por el aprendizaje del otro”. La imagen siguiente ilustra el ciclo de la relación tutora y sus roles.

Redes de tutoría

El ciclo de la tutoría-Redes de Tutoría (México)

Las tecnologías al servicio de la relación tutora

“La primera vez que intenté usar la tecnología para una tutoría fue cerca del año 2000. Intentábamos hacerlo a través del chat de Google, pero era difícil. Quería que mi compañero definiera vértice. En la tutoría presencial basta con que señales con el dedo y apuntes al dibujo, pero a través de mensajes era más complejo”. Esta anécdota narrada por Dalila López ilustra cómo el uso de tecnologías en los procesos de aprendizaje ha evolucionado en distintos momentos, adaptándose a los cambios y desafíos que ha enfrentado la iniciativa.

En el período 2007-2012, con el apoyo de la Subsecretaría de Educación Básica de México, el programa se enfrentó al desafío de promover las tutorías en aproximadamente 9.000 escuelas con resultados bajos en la medición nacional ENLACE (matemáticas y español). Para lograrlo, se diseñaron estrategias para su escalabilidad y se trabajó con maestros en su formación tutora. Entonces, surgió la idea de crear “nodos de aprendizaje”, espacios de encuentro y experimentación entre docentes: “Necesitábamos multiplicarnos y generar grupos de maestros que experimentaran la relación tutora de manera horizontal, porque nuestra formación es principalmente demostrativa y vivencial”, explica Dalila.

Este desafío llevó al diseño de una plataforma digital, prestando siempre especial atención a los componentes tutoriales y sus interacciones. Replicar la interacción humana con tecnología fue un gran reto. Para abordarlo invitaron a los desarrolladores a que presenciaran las tutorías. La constante comunicación entre equipos fue fundamental para adaptar el programa sin que este perdiera su esencia.

Siguiendo estos principios para el encuentro entre tutores y estudiantes, poco antes del inicio de la pandemia, comenzó a desarrollarse una experiencia de tutorización virtual. “Era una plataforma en la que te podías registrar, buscar temas de interés y conectar con personas disponibles que podían tutorizarte”, explica Adán Rivera. Con esta herramienta, los participantes podían experimentar el ciclo completo de tutorización. Además, esta iniciativa permitió conectar con poblaciones rurales, con poca o nula conectividad. Adán Rivera recuerda que las personas hicieron uso de la herramienta de distintas maneras, por ejemplo, para conectar y luego desarrollar la tutoría fuera de la plataforma, a través de Whatsapp u otras aplicaciones más habituales en sus contextos: “Curiosamente el grupo de maestros de educación indígena en Nayarit, que son los que más dificultades tenían para la conexión, fue a quienes más les ayudó esta plataforma para encauzar el proceso y los encuentros de relación tutora”.

A raíz de las condiciones que provocó la pandemia y del genuino interés por continuar el proyecto de relación tutora, se creó la Red Nacional de Comunidades de Aprendizaje en Relación Tutora, CART. Las tecnologías les han permitido no solo poner en marcha la iniciativa, sino también dialogar con profesionales que promueven la estrategia en México y el resto del mundo.

Las herramientas digitales permiten construir relaciones más horizontales con el conocimiento por lo que resulta necesaria cuando, como sucede en la relación tutora, otorgas autonomía al estudiante y le permites que desarrolle habilidades según sus intereses.

Limitaciones y beneficios de las tecnologías

El uso de tecnologías en la construcción de la relación tutora ha permitido comprender sus obstáculos y reconocer sus aportes. En este sentido, los promotores identifican como limitaciones técnicas la frecuente dificultad para el acceso a una conexión estable y a dispositivos adecuados, lo que afecta al desarrollo fluido de las interacciones. Además, las dinámicas de reunión que se vivencian en la virtualidad son distintas y requieren de una nueva forma de diálogo. Como señala Araceli Castillo, “cuando estás en la plataforma solo puedes ver una parte de la persona y muchas veces tienen cámara apagada, por lo tanto, tienes que aprender a leer de otra forma, identificar esas preguntas que no te hacen… debes diseñar otras estrategias para apoyar a tu tutorado”.

Adicionalmente, Dalila López reconoce que las tecnologías imponen ciertas limitaciones a la concepción propia de las herramientas, promoviendo cierto tipo de prácticas, mediadas por factores relacionados con el financiamiento y el acceso a las innovaciones. Esto fue un problema en el diseño de las primeras plataformas. López pone un ejemplo: “Nosotros imaginábamos que permitiera mostrar y demostrar los contenidos en un pizarrón, que generara registros del proceso de aprendizaje, pero en ese momento no fue posible. Hoy es algo que se puede desarrollar a través de algunas plataformas de videollamada, agrupando distintas funcionalidades al servicio del aprendizaje”.

Las tecnologías también se asocian a barreras en el desarrollo de habilidades digitales y la experiencia con las aplicaciones. Adán Rivera reconoce que, durante la pandemia, el profesorado se enfrentó al desafío de desarrollar sus tutorías en formato virtual con diferentes grados de adopción tecnológica. “Algunos podían incorporar aplicaciones para ir trabajando en vivo, mientras otros dependían de la ayuda de sus familiares para poder conectarse. Nos fuimos adaptando a todas esas realidades”. Otro desafío añadido, agrega Rivera, tiene que ver con la valoración personal de las tecnologías: “La idea que tenemos sobre el aprendizaje virtual o presencial favorece o limita lo que podemos hacer. Muchas veces la barrera no está en la herramienta”.

Sobre sus beneficios, las herramientas digitales permiten construir relaciones más horizontales con el conocimiento por lo que resulta necesaria cuando, como sucede en la relación tutora, otorgas autonomía al estudiante y le permites que desarrolle habilidades según sus intereses. Así lo explica Dalila López: “La tecnología es necesaria cuando desarrollas autonomía en el estudiantado, incluso es más necesaria que cuando no la tienes. En un aula convencional su ausencia no será tan sentida, porque el docente es el administrador de la información. Cuando permites que el estudiante desarrolle habilidades en atención a sus intereses, como lo hace la relación tutora, el acceso a la información pronto se convierte en una dificultad, y no me refiero sólo a repositorios de documentos, sino también a la posibilidad de interactuar con distintos especialistas y proyectos que permitan profundizar esta capacidad de autonomía en la experiencia de aprendizaje”.

Practicadas desde la antigüedad, las tutorías han sido siempre un eficaz método de aprendizaje. El desarrollo de las tecnologías digitales ha propiciado que se conviertan, además, en uno de los métodos más costo-efectivos para mejorar los resultados educativos en entornos vulnerables.

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