Kiran Bir Sethi estudió para ser diseñadora. Se lo pasaba en grande diseñando restaurantes, identidades corporativas y parques temáticos. Entonces se convirtió en madre y todo cambió para siempre. “Un día fui al colegio y le dije a su profesora: «Hábleme de mi hijo. ¿Qué le gusta hacer en clase? ¿Quiénes son sus amiguitos?». Y ella me miró con cara de aburrimiento y me preguntó: «¿Cuál es su número de lista?». Kiran se quedó horrorizada. Su hijo ni siquiera tenía un nombre. Era un número. Ese mismo día lo sacó del colegio y fundó una escuela en su casa. Una escuela en la que cada niño tuviera su nombre y su historia. Una escuela en la que se enseñaba un superpoder muy especial: el del “Yo puedo”.
Es imposible crecer siendo creativo, empático y responsable cuando te pasas 15 años encerrado en un sitio en el que nadie te escucha y no te dejan hacer nada más que escuchar sentado lo que un profesor o profesora te cuenta, incansablemente, durante seis u ocho horas diarias. El “no puedo” como mantra. No puedes jugar, no puedes correr, no puedes hablar.
El objetivo del colegio fundado por Kiran, Riverside, es precisamente el contrario. Enseñar a cada niño que su historia cuenta, que sus acciones cuentan y que pueden hacer del mundo un lugar mejor. Hoy. “Sí que puedes. Y puedes hacerlo hoy. No cuando tengas 18 años, ni cuando seas mayor, ni cuando seas fuerte, ni cuando seas rico. Hoy puedes hacer del mundo un lugar mejor”.
Los niños pueden convertirse en la mejor versión de sí mismos para cambiar el mundo. Pero eso no surge por generación espontánea. Hay que enseñarlo: “igual que entrenamos los músculos del cuerpo, hay que entrenar los músculos del superpoder del «Yo puedo» y de la «empatía». La escuela debe ser el lugar donde entrenar esos músculos. El caldo de cultivo donde implementar esta cultura. Para ayudar a fomentar este cambio nace Design for Change. Te contamos cómo funciona.
La fórmula mágica: Siente, Imagina, Actúa, Comparte
Design for Change (DfC) es una metodología innovadora que se asemeja a una «receta» educativa, diseñada para empoderar a niños y jóvenes alrededor del mundo, fomentando su capacidad para actuar como agentes de cambio en sus propias comunidades. La esencia de Design for Change radica en su estructura simple, pero profundamente efectiva, articulada a través de cuatro pasos clave: Siente, Imagina, Actúa, y Comparte.
El proceso comienza con Siente, donde se anima a los estudiantes a explorar y reconocer las preocupaciones o problemas en sus comunidades, fomentando la empatía y el respeto a través de la observación no solo con los ojos, sino con el corazón. Este paso establece la base para el compromiso personal con el cambio, al permitir que los estudiantes elijan lo que les preocupa genuinamente.
El segundo paso, Imagina, desafía a los estudiantes a concebir soluciones creativas y viables para los problemas identificados, promoviendo el pensamiento creativo y la resolución de problemas. Aquí, la imaginación se convierte en la herramienta para visualizar el éxito y el impacto positivo posible.
Actúa, el tercer paso, pone en práctica las ideas generadas, implicando la gestión de tiempo, roles, responsabilidades, y el desarrollo de la determinación y resistencia. Este paso es crucial, ya que transforma las ideas en acciones concretas, demostrando a los estudiantes que pueden efectuar un cambio tangible.
Finalmente, Comparte invita a los estudiantes a narrar y difundir sus historias de cambio, utilizando herramientas modernas como videos, presentaciones y otras formas de medios digitales. Este paso no solo celebra los logros, sino que también inspira a otros a creer en su propio potencial para «hacer la diferencia».
Así se cambia el mundo desde el aula
Con esta fórmula mágica, Design for Change ha inspirado muchos proyectos alrededor del mundo. En su página web, los clasifican en torno a una gran diversidad de temas como Reimaginando el aprendizaje, El superpoder de la empatía, Por la salud, La seguridad es lo primero, La cruzada de los guerreros de la basura o Cómo revivir una ciudad, entre otros.
Por ejemplo, en el proyecto Cigabiónica, en Colombia, los estudiantes crearon un avión de juguete hecho con materiales reciclados, diseñado para dejar caer semillas sobre el suelo de la región estropeado por el uso inadecuado de los recursos naturales por parte del sector minero. Día a día cuidaron las semillas y su desarrollo y cuatro meses después, el verde empezó a ganar a la tierra seca. En el proyecto Los magos de nuevo León (México), los estudiantes trabajaron juntos para transformar un espacio urbano descuidado en un área vibrante para la comunidad, con jardines y espacios para el arte y la socialización. Este esfuerzo colectivo ayudó a mejorar el entorno local y a fomentar un sentido de pertenencia y responsabilidad comunitaria. En Ecuador, los estudiantes identificaron un problema con las habilidades digitales de las personas mayores y crearon una experiencia de aprendizaje para enseñar a adultos a realizar transferencias bancarias y acceder a servicios en línea de la seguridad social. En Singapur, las niñas y niños crearon una campaña de sensibilización para crear un entorno más acogedor y respetuoso hacia el personal de limpieza anciano. En Taiwán, los alumnos de la escuela Taoyuan Hosio-Li crearon una mochila de emergencia para terremotos con un casco y un silbato de emergencia.
I can School Challenge
El «I CAN School Challenge» es una iniciativa creada por Design for Change en el que participan escuelas de todo el mundo con sus proyectos. En 2016, Fundación Telefónica se alió con Design for Change España para organizar el desafío en este país. Así, durante los meses de febrero a abril de ese año, se desarrollaron en España 35 laboratorios de formación para profesores en 23 ciudades. Tras su participación en los Lab I Can, los docentes tuvieron hasta principios del mes de julio para aplicar la metodología en sus aulas y presentar sus proyectos. En total, se recibieron 268 historias de cambio protagonizadas por niños y jóvenes desde Primaria a Bachillerato, procedentes de 187 colegios de 34 provincias españolas. De todo ellos, se seleccionaron 10 proyectos finalistas de entre los que se eligió un ganador en una gala celebrada en el Espacio Fundación Telefónica. En este caso, el ganador fue Capacitando desde la Discapacidad: No al maltrato animal, un proyecto con el objetivo de sensibilizar a la sociedad ante este problema. Para ello elaboraron un anuncio, que se ha emitido en diferentes medios de comunicación y un recurso didáctico compuesto por un cuento y diferentes pasatiempos, para que los profesores trabajasen con sus alumnos.
Desde su creación, en una pequeña escuelita casera en India en 2009, el movimiento ha crecido hasta llegar a 70 países, 30.552 escuelas, 111.897 maestros y 2 millones de niños. Todos ellos han ayudado a cambiar el mundo con aproximadamente 40.000 proyectos.
Design for Change proporciona herramientas para que los niños se conviertan en agentes de cambio, pero también les enseña la importancia de su papel en el mundo. Esta iniciativa es un recordatorio poderoso de que, al fomentar una mentalidad de «Yo puedo», estamos cultivando una generación que no solo sueña con un futuro mejor sino que también tiene la capacidad y la determinación para hacer esos sueños realidad. La verdadera magia reside en creer en el potencial ilimitado de cada niño para llevar a cabo cambios significativos, hoy y en el futuro. Y esa magia, señores, también se aprende. Y se enseña.