Cuéntame un cuento: la niña y la ciencia

¿Dónde se esconden las mujeres científicas? ¿Hay futuro para ellas en las disciplinas relacionadas con las nuevas tecnologías? Celebramos el Día Internacional de la Niña, rescatando un post del Observatorio ProFuturo que intenta dar respuesta a estas preguntas.

Cuéntame un cuento: la niña y la ciencia

Llevemos a cabo un pequeño experimento. Tomemos un artículo científico y vayamos a las referencias bibliográficas. Como sabemos, en estas referencias los autores se citan con el apellido completo y la inicial de su nombre. Ahora vayamos al artículo y busquemos el nombre completo de los autores. ¿Te has sorprendido pensando en un autor masculino para descubrir que la científica escondida tras esa inicial era una mujer? Bienvenido al mundo de los sesgos y los estereotipos en el mundo de la ciencia. No te culpes. Te los implantaron en tu más tierna infancia. Pero quien sabe. Quizás las próximas generaciones puedan librarse de ellos. La respuesta, como siempre, está en la educación.

La tecnología en la que se basa el wifi fue desarrollada por Hedi Lamarr, una actriz que, sin embargo, pasó a la historia, únicamente, por su belleza.

Hagamos ahora otro ejercicio de imaginación. ¿Te imaginas qué habría pasado si Albert Einstein hubiera sido una mujer? ¿O Alexander Fleming? ¿O Charles Darwin? Muy probablemente, la historia de la ciencia hubiera sido muy distinta de lo que es hoy; y, con casi absoluta certeza, esos apellidos no nos sonarían ni la décima parte de lo que nos suenan ahora. Porque el camino de la ciencia está pavimentado con los nombres de miles de mujeres cuyos descubrimientos y hallazgos fueron “escondidos” o atribuidos a compañeros del género masculino. Por ejemplo, Milena Maric, compañera de estudios de Einstein y su primera esposa, a quien ahora empiezan, muy tímidamente, a reconocer sus aportaciones a la teoría de la relatividad. Pero también, Ada Lovelace , que sentó las bases para los lenguajes de programación o Hedy Lamarr, cuyas investigaciones fueron precursoras del wifi actual. La primera escondió su nombre tras unas iniciales para poder publicar sus ideas y la segunda pasó a la historia como una de las actrices más bellas del mundo. La lista completa podría alargarse hasta el infinito.

Aún hoy, los grandes nombres de la revolución tecnológica son masculinos: Bill Gates, Steve Jobs, Mark Zuckerberg… ¿Hola? ¿Alguna mujer en la sala? ¿Es que a ellas no les interesa la ciencia? ¿Acaso carecen de las habilidades necesarias? ¿Qué es lo que está pasando? En las próximas líneas ofreceremos algunos datos de cuál es la situación actual de las niñas y las mujeres en relación con las disciplinas STEM (Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas, por sus siglas en inglés) y avanzaremos algunos de los motivos de su escasa participación. Por último, brindaremos algunas acciones posibles que pueden abordarse, tanto colectiva como individualmente, desde la iniciativa pública y privada, para empezar a revertir esta preocupante tendencia.

LOS DATOS: FALTAN REFERENTES, SOBRAN PREJUICIOS

Empecemos con los datos.

  • Solo 35% de los estudiantes vinculados a carreras STEM son mujeres (UNESCO, 2017).
  • En Europa, solo 29 de cada 1000 mujeres graduadas tenían un título en informática en 2015, y solo cuatro de cada 1000 continuaron sus carreras en TIC. (UNESCO, 2017).
  • Las tasas de matriculación son particularmente bajas en TIC (3%); Ciencias Naturales, Matemáticas y Estadística (5%), así como en Ingeniería (8%). La participación es más alta en estudios de salud y bienestar (15%). (UNESCO, 2017).
  • Menos del 5% de las jóvenes de 15 años aspiran a tener una carrera en matemáticas o computación (OCDE).
  • Las mujeres suelen recibir becas de investigación más modestas que sus colegas masculinos y, aunque representan el 33% de todos los investigadores, solo el 12% de los miembros de las academias científicas nacionales son mujeres (UNESCO, 2021).
  • En campos de vanguardia como la inteligencia artificial, solo uno de cada cinco profesionales (22%) es una mujer (UNESCO, 2021).
  • A pesar de la escasez de profesionales con competencias en la mayoría de los campos tecnológicos que impulsan la llamada cuarta revolución industrial, las mujeres siguen representando solo el 28% de los licenciados en ingeniería y el 40% de los licenciados en informática y computación (UNESCO, 2021).

Graham Crouch/Banco Mundial. Licnencia CC by NCND20.

Privar a una serie de disciplinas, tan importantes hoy como estas que nos ocupan, del talento y las contribuciones potenciales del 50% de la población mundial, no parece una política muy inteligente. Así que, a continuación, se impone la gran pregunta. ¿Por qué? ¿Qué estamos haciendo mal?

Para contestar a estas preguntas debemos detenernos a explicar brevemente un concepto clave. La autoeficacia. Resumiendo mucho, la autoeficacia hace referencia a la confianza que uno tiene en sus propias capacidades para enfrentarse con éxito a determinadas situaciones. Y ¿cómo se relaciona la autoeficacia con el tema que nos ocupa? Un ejemplo muy claro y un tanto inquietante: ¿sabías que a los seis años las niñas empiezan a considerarse menos inteligentes que los niños? Lo dice un estudio de la revista Science, publicado en 2017.

Veamos más datos, recogidos esta vez en el estudio de la UNESCO, Descifrar el código: la educación de las niñas y las mujeres en STEM, publicado en 2017.

  • PISA 2015 muestra que las chicas tienen una autoeficacia más baja en ciencias y matemáticas que los chicos, una diferencia que prácticamente no ha cambiado desde 2006.
  • Este mismo informe también encontró que los niños disfrutan más de las ciencias que las niñas en la mayoría de los países participantes (29 de 47).
  • Un estudio del BID reveló que un tercio de las acciones de los estudiantes en las redes sociales sobre mujeres y niñas en STEM eran sexistas, mientras que el 75% de todos los mensajes de autoburla sobre matemáticas fueron publicados por niñas.
  • ICILS 2013 (el estudio que mide la alfabetización TIC a escala internacional) encontró que en el grado 8, las niñas obtuvieron mejores puntajes que los niños en todos los países participantes en alfabetización informática e informacional, con una diferencia promedio de 18 puntos. Sin embargo, una vez más, en todos los países participantes, la autoeficacia percibida de las niñas en habilidades avanzadas de TIC fue significativamente menor que la de los niños.

Y ahora, hablemos de sesgos, también con datos recopilados por UNESCO:

  • TERCE 2013 encontró que en América Latina hasta el 20% de los profesores de matemáticas de sexto grado creían que las matemáticas eran más fáciles para los niños.
  • Una revisión de estudios en los EE. UU. encontró que las expectativas de los maestros con respecto a las matemáticas a menudo tenían sesgos de género, lo que podría influir en el desempeño de las niñas.
  • Otro estudio desarrollado en el Reino Unido e Irlanda encontró que el 57% de los maestros tenían estereotipos de género inconscientes en relación con STEM y que estos sesgos de género pueden transmitirse a sus estudiantes a través de la enseñanza.
  • Las observaciones en el aula han demostrado también que a las niñas se les concede menos tiempo en el aula para la instrucción, hacen menos preguntas y reciben menos elogios que los niños. Esto se observó en un estudio en Asia, donde el 65% de todas las interacciones maestro-estudiante en las clases de Matemáticas fueron con niños, y el 61% fue con niños en la asignatura de Ciencias.
  • En algunos contextos, los padres y las madres tienen menores expectativas de las aptitudes de las niñas en Matemáticas y le otorgan menor valor a la participación de estas en Ciencias y Matemáticas.
  • Un análisis elaborado por la UNESCO de la estructura de 110 planes de estudios nacionales en educación primaria y secundaria en 78 países arrojó que muchos textos y materiales educativos de Matemáticas y Ciencias expresan sesgos de género.

Así que, resumiendo: existen estudios que demuestran, con datos que:

  1. Las niñas piensan que son peores para las ciencias, a pesar de las evidencias que indican lo contrario. Como consecuencia de esto no disfrutan de estas asignaturas y se burlan constantemente de su propia capacidad para las disciplinas relacionadas con la ciencia y la tecnología.
  2. Los docentes manifiestan sesgos de género, muchas veces inconscientes, que se transmiten a sus estudiantes y condicionan sus elecciones y comportamientos.
  3. Madres y padres también condicionan las elecciones de sus hijas a través de sus prejuicios y sesgos de género.
  4. Los sistemas educativos no quedan libres de culpa a la hora de transmitir prejuicios de género a través de sus libros de texto y planes de estudio.

O resumiendo mucho más: faltan referentes y sobran prejuicios.

LA FÓRMULA DEL ÉXITO

La iniciativa No more Matildas pretende sensibilizar sobre la falta de visibilidad de las mujeres científicas.

Efectivamente, la falta de referentes femeninos y los estereotipos asociados a algunas carreras técnicas son dos de las barreras más importantes que actualmente limitan la participación de las mujeres en la ciencia. Como hemos visto, es una vieja historia que comienza en la infancia, con niñas que, a edades muy tempranas, empiezan a considerarse menos listas que los niños; se desarrolla en la adolescencia, con chicas que se autoexcluyen de los estudios relacionados con la ciencia y la tecnología por pensar que no están hechos para ellas, y termina con mujeres que no participan laboralmente ni se implican en las disciplinas que marcarán el futuro de nuestra sociedad, perpetuando así hasta el infinito los sesgos y los prejuicios que originan esta situación. Porque, ¿alguien se ha preguntado por qué los asistentes de voz son femeninos y los robots que ganan partidas de ajedrez tienen apariencia masculina?

¿Qué podemos hacer? ¿Cómo rompemos este círculo vicioso? A continuación exponemos algunas sugerencias para atajar de raíz los problemas mencionados con anterioridad:

  1. Desarrollar la confianza de las niñas en sus capacidades científicas: es preciso enseñarles desde el principio que las capacidades científicas no están predeterminadas en función del género y que es posible aprenderlas y desarrollarlas.
  2. Fomentar el interés de las niñas por las disciplinas STEM aumentando su exposición a experiencias relacionadas con estas materias.
  3. Aumentar la presencia de las científicas mujeres en los libros de texto y los currículos escolares.
  4. Eliminar los sesgos de género de todos los materiales escolares.
  5. Establecer modelos de rol femeninos: ponerlas en contacto con mujeres científicas y tecnólogas o con estudiantes mujeres que estén cursando estudios superiores relacionados con STEM.
  6. Concienciar a familias y docentes sobre la importancia vital de educar en igualdad y no transmitir a sus hijas prejuicios ni sesgos de género. Esto puede hacerse a través de charlas y campañas de sensibilización.
  7. Promover políticas públicas proactivas para aumentar la participación de niñas y mujeres en la educación y carreras STEM.
  8. Desarrollar campañas públicas de concienciación y acuerdos con los medios de comunicación para promover imágenes positivas de profesionales STEM femeninas.
  9. Desarrollar acuerdos con asociaciones y academias científicas para promover la presencia de mujeres entres sus miembros.
  10. Promover la creación de asociaciones específicas para la creación y promoción de iniciativas relacionadas con el fomento de la presencia femenina en carreras STEM.

Nos encontramos en un momento crucial para revertir una tendencia que ha condenado a la mitad de la población mundial a permanecer al margen de los grandes avances de la humanidad. Tres revoluciones industriales nos han pasado por encima. Hagamos que la cuarta implique a las mujeres. Si no lo hacemos, corremos el riesgo de replicar en bucle la brecha de género, esta vez en el mundo digital. Actuemos para que este cuento tenga un final feliz.

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