¿Dejarías que tu hija o hijo de cuatro años utilizara un cuchillo para cortar su filete sin haberle enseñado a usarlo? Seguro que no. Y aún así, probablemente, después de haberle enseñado, pasará mucho tiempo antes de que le dejes solo mientras lo usa. Después de todo, aunque sea un “nativo cuchillero”, pues nació siglos después de que esta tecnología fuese inventada, sabes que es un utensilio útil pero peligroso si no se usa con precaución.
Traslademos esta situación a los dispositivos digitales. ¿Sabes cómo usan tus hijos sus dispositivos? ¿Qué ven? ¿A dónde acceden? ¿Con quién contactan? ¿Te has planteado alguna vez que, quizás, al igual que sucede con el cuchillo deberíamos enseñarles y acompañarles en su uso?
El nacimiento de un mito
El concepto de «nativos digitales» se basa en la idea de que los jóvenes que han crecido con acceso constante a dispositivos digitales, como computadoras, teléfonos inteligentes y consolas de videojuegos, han desarrollado una familiaridad con la tecnología que los hace más competentes en su uso que las generaciones anteriores. Lo popularizó el experto en tecnología y educación Mark Prensky en un ensayo titulado en “Digital Natives, Digital Immigrants«, en el que argumentaba que esta generación es más rápida en la adquisición de nuevas habilidades tecnológicas y prefiere entornos visuales y multitarea a los medios tradicionales, como los libros o los textos lineales.
Esta idea fue acogida rápidamente por educadores, responsables de políticas y expertos tecnológicos que veían en los jóvenes el futuro de una sociedad absolutamente permeada por la tecnología. Sin embargo, esta percepción no consideró la brecha existente entre el uso frecuente de la tecnología y la capacidad de utilizarla de manera crítica y eficaz, que ha llevado a algunos autores a hablar no ya de nativos sino de huérfanos digitales.
“Actualmente, nuestros niños y jóvenes son huérfanos digitales. Cuando nace el concepto “nativo digital”, la sociedad pensó (erróneamente) que, por el solo hecho de haber nacido en esta época, lo hacían con habilidades y competencias digitales y que, por tanto, no necesitaban ese acompañamiento”. Así se expresaba la docente chilena Marcela Momberg, experta en integración de nuevas tecnologías en el aula, en una entrevista con este Observatorio. “Al no estar acompañados e incorporarse al espacio digital de forma temprana y en soledad, no han logrado desarrollar las oportunidades que este espacio les ofrece. Si los padres y los profesores les acompañan, su experiencia digital será positiva”, prosigue.
Por su parte, la experta Laura Cuesta señala los peligros de comprar este mito sin cuestionárselo: “Lo peor es que esta falsa sensación de competencia ha llevado a que algunos padres y educadores relajen la supervisión sobre el uso que los niños hacen de las pantallas. Sin embargo, el hecho de que los jóvenes se sientan cómodos utilizando dispositivos digitales no significa que comprendan los riesgos que conlleva su uso ni que sepan cómo proteger su privacidad o gestionar adecuadamente el tiempo que pasan conectados”.
Desafiando el concepto con evidencia
A pesar de la aceptación generalizada del concepto, varios estudios están mostrando que los jóvenes no son tan competentes en el uso crítico de la tecnología como se había asumido. Pues una cosa es saber usar aplicaciones y dispositivos o moverse con soltura por redes sociales, y otra, muy distinta, hacer un uso crítico e inteligente de los contenidos que allí se manejan. Veamos algunos ejemplos:
Evaluación de la información
Un estudio clave realizado por Wineburg y McGrew titulado Lateral Reading: Reading Less and Learning More When Evaluating Digital Information, investigó cómo los estudiantes universitarios, historiadores y verificadores de hechos evaluaban la credibilidad de sitios web. En lugar de demostrar una competencia avanzada en la evaluación crítica de fuentes, los estudiantes de Stanford, considerados «nativos digitales», se vieron atrapados por características superficiales, como el diseño visual y la presencia de logotipos formales, confiando erróneamente en la apariencia de los sitios web para juzgar su credibilidad.
El estudio de Wineburg y McGrew introdujo la distinción entre «lectura vertical» y «lectura lateral». Mientras que la lectura vertical implica permanecer dentro de un sitio web para evaluarlo, la lectura lateral se refiere a la práctica de abrir múltiples pestañas para comparar información de diferentes fuentes antes de llegar a una conclusión. Los verificadores de hechos, que son expertos en identificar la credibilidad de la información digital, utilizan la lectura lateral para navegar por la web de manera crítica y rápida. Los estudiantes, sin embargo, raramente adoptaron esta estrategia, lo que demuestra que su habilidad para navegar en el entorno digital está lejos de ser innata o automática.
Uso cuantitativo vs. cualitativo de la tecnología
Otra de las críticas clave al concepto de nativos digitales es que tiende a confundir el uso frecuente de la tecnología con el dominio cualitativo de la misma. Según un artículo de Le Monde, los estudiantes afirman ser expertos en Internet, pero en realidad limitan su uso a actividades recreativas, como las redes sociales, y, una vez más, muestran serias dificultades cuando se enfrentan a tareas más complejas, como la búsqueda de información confiable. Por ejemplo, aunque están constantemente conectados, tienden a aceptar la primera información que encuentran sin cuestionarla. Muchos de ellos consideran que los primeros resultados en los motores de búsqueda como Google son los más confiables, sin investigar la fuente o evaluar la credibilidad del sitio. Este uso «cuantitativo» de la tecnología, frente al uso «cualitativo» que implica una comprensión profunda y crítica, está lejos de la competencia que se espera de un supuesto «nativo digital».
Desigualdad en el acceso y la brecha digital
El concepto de nativos digitales también pasa por alto las diferencias significativas en el acceso y el uso de la tecnología. No todos los jóvenes tienen el mismo nivel de acceso a dispositivos digitales y a Internet, lo que crea una división entre aquellos que tienen las oportunidades y la formación para aprovechar la tecnología y aquellos que no. Alfonso Vázquez Atochero, en su ensayo El Mito del Nativo Digital, argumenta que la verdadera brecha digital no es necesariamente entre generaciones, sino dentro de la misma generación de jóvenes. Mientras algunos tienen acceso a una educación de calidad que fomenta el pensamiento crítico sobre la tecnología, otros carecen de estas oportunidades, lo que da lugar a una élite digital y a una población vulnerable que queda rezagada.
Esta brecha digital es particularmente alarmante, ya que aquellos que no adquieren habilidades críticas pueden quedar excluidos de las oportunidades educativas y laborales en una sociedad cada vez más digitalizada. Vázquez señala que no es suficiente nacer en la era digital para dominar la tecnología; se requiere una formación adecuada para cerrar esta brecha.
¿Qué hacemos?
La respuesta de la sociedad al desafío de la tecnificación no puede ser dar la espalda y cerrarse al uso de la tecnología en las aulas, sino promover su utilización, junto con el desarrollo de habilidades tecnológicas críticas.
Educación digital y alfabetización mediática para estudiantes y profesores
Para abordar el mito de los nativos digitales, es necesario introducir la educación digital y la alfabetización mediática e informacional en las escuelas. Como ya hemos señalado, y así lo corroboran varios estudios, la familiaridad con la tecnología no es equivalente a la competencia. Las escuelas deben enfocarse en enseñar habilidades críticas de alfabetización digital desde una edad temprana, y esto incluye enseñar a los estudiantes a evaluar las fuentes de información, a utilizar la lectura lateral para verificar la credibilidad de los sitios web y a desarrollar una mentalidad crítica hacia la información que consumen.
Además, los profesores también deben recibir formación en estas competencias para que puedan guiar a sus estudiantes de manera eficaz. En muchos casos, los docentes se enfrentan a la misma falta de habilidades críticas que los estudiantes, lo que agrava el problema de la alfabetización digital en las escuelas.
El modelo de visitantes y residentes: una alternativa
Frente a la dicotomía entre nativos e inmigrantes digitales, establecida por Prensky, White y Le Cornu propusieron el modelo de «visitantes» y «residentes». En este modelo, los «visitantes» utilizan Internet como una herramienta para realizar tareas específicas, sin dejar una huella digital significativa. Los «residentes», por otro lado, ven la red como un espacio donde desarrollan su identidad digital y participan activamente en comunidades en línea.
Este enfoque ofrece varias ventajas con respecto a la dicotomía prenskiana: para empezar ofrece una visión más rica y compleja de cómo las personas interactúan con la tecnología. Al enfocarse en el comportamiento y las motivaciones, más que en la edad o la generación, este modelo proporciona una comprensión más precisa de cómo los individuos navegan por el mundo digital. Además, ofrece una herramienta valiosa para educadores y profesionales interesados en promover una alfabetización digital crítica y efectiva, sin caer en las suposiciones simplistas de que todos los jóvenes dominan naturalmente la tecnología solo por haber nacido en la era digital.
Los jóvenes no nacen con habilidades digitales innatas; al igual que cualquier otra competencia, estas habilidades deben enseñarse y desarrollarse. Ignorar esta realidad puede tener consecuencias graves, como la perpetuación de la desinformación y la falta de pensamiento crítico en una sociedad cada vez más digital. Para cerrar la brecha en la alfabetización digital, es importante que los sistemas educativos adopten un enfoque más consciente y crítico hacia la enseñanza de la tecnología. Los estudiantes deben ser capacitados no solo para utilizar dispositivos, sino para hacerlo de manera que puedan evaluar, verificar y reflexionar sobre la información que encuentran en línea. Solo de esta manera podrán convertirse en ciudadanos digitales responsables y preparados para enfrentar los desafíos del futuro.
Fuentes
Le Monde. (2010). Les élèves ne sont pas aussi à l’aise qu’on veut bien le dire avec Internet.
Vázquez Atochero, A. (2015). El mito del nativo digital: Repensando el paradigma Prenskyano. Universidad de Extremadura.
White, D., & Le Cornu, A. (2012). Visitors and residents: A new typology for online engagement. First Monday, 16(9). https://doi.org/10.5210/fm.v16i9.3171
Wineburg, S., & McGrew, S. (2017). Lateral reading: Reading less and learning more when evaluating digital information. Stanford History Education Group.