El informe Education at a Glance de la OCDE es una evaluación global que cada año compara los sistemas educativos de los países miembros. Analiza una amplia gama de indicadores relacionados con la educación, como el acceso, los recursos invertidos, el rendimiento de los estudiantes y los resultados laborales de los egresados. La necesidad de mejoras en la equidad ha sido una constante en todas las ediciones de esta publicación, que se edita anualmente desde 1992 y se ha convertido en una referencia global para la evaluación y comparación de los sistemas educativos en los países miembros de la OCDE.
A continuación, examinaremos las principales conclusiones de la última edición, la de 2024 que, como hemos avanzado se centra específicamente en la equidad educativa, en las disparidades que se producen en los sistemas educativos y en los resultados que estas generan, social y laboralmente.
Más escuela pero peores resultados de aprendizaje
El informe de la OCDE destaca importantes avances en la reducción del número de estudiantes que abandonan prematuramente el sistema educativo. Desde 2016, la proporción de jóvenes de entre 18 y 24 años que no están empleados y que tampoco se encuentran dentro del sistema educativo (los llamados NEET o NINIS) ha disminuido del 16% al 14% en promedio en los países de la OCDE.
También se ha producido un descenso en la proporción de personas jóvenes (de 25 a 34 años) sin una cualificación de educación secundaria superior, que cayó del 17% en 2016 al 14% en 2023. Este logro ha mejorado las perspectivas de empleo para este grupo, con una tasa de empleo que aumentó del 59% al 61%. Estos avances demuestran que la permanencia en el sistema educativo es fundamental para mejorar las oportunidades laborales. Aquellos que completan al menos la educación secundaria superior tienen una mayor probabilidad de empleo, mejores ingresos y mayor estabilidad en sus carreras. Esto subraya la importancia de continuar implementando políticas educativas que aborden la deserción escolar y promuevan la conclusión de la educación secundaria, especialmente entre los grupos más vulnerables.
Sin embargo, aunque estos progresos en la participación educativa son alentadores, no se han traducido necesariamente en mejores resultados de aprendizaje. El informe resalta que la proporción de estudiantes de 15 años con bajo rendimiento en Matemáticas, Lectura y Ciencias, según los resultados del Programa para la Evaluación Internacional de Alumnos (PISA), no ha mejorado desde 2012 en muchos países, lo que revela una desconexión preocupante entre el tiempo que los estudiantes pasan en el sistema educativo y la calidad del aprendizaje adquirido.
La herencia familiar: una rémora para toda la vida
A pesar de los logros mencionados, las desigualdades educativas continúan siendo un desafío en varios niveles del sistema. Por ejemplo, el informe destaca que los antecedentes familiares siguen siendo uno de los factores más determinantes del éxito educativo. En muchos países, los niños de familias de bajos ingresos tienen 18 puntos porcentuales menos de probabilidad de estar matriculados en programas de educación infantil antes de los tres años, en comparación con sus compañeros de familias de ingresos más altos. Este acceso desigual a la educación en la primera infancia tiene un impacto duradero a lo largo de la vida académica de los estudiantes, dificultando su éxito en la educación primaria, secundaria e incluso en la educación superior.
Estas desigualdades producen un círculo vicioso de desventajas intergeneracionales. Solo el 19% de los estudiantes cuyos padres no completaron la educación secundaria superior logran obtener una cualificación terciaria, en comparación con el 72% de aquellos cuyos padres tienen un título universitario. Esto perpetúa las barreras para la movilidad social y agrava las desigualdades económicas y sociales.
Educación en la primera infancia: clave para mitigar las desigualdades
Por ello, una de las formas más efectivas de reducir las desigualdades educativas es invertir en la educación infantil. Esta etapa es crucial para cerrar las brechas de desarrollo entre los niños antes de que ingresen a la escuela primaria. Reconociendo esta importancia, muchos países de la OCDE han implementado políticas que extienden la obligatoriedad de la educación preescolar. De hecho, en la última década, 10 de los 38 países de la OCDE han reducido la edad de inicio de la educación obligatoria, y en 19 países ya es obligatoria la educación preescolar.
El gasto público en educación infantil ha crecido considerablemente, aumentando en promedio un 9% entre 2015 y 2021 en los países de la OCDE. En algunos países como Lituania y Alemania, el gasto se ha incrementado en un 50% y un 42%, respectivamente, lo que nos ofrece una idea del reconocimiento creciente de la importancia de esta etapa educativa para el desarrollo personal y académico.
A pesar de estos datos, siguen existiendo disparidades en el acceso y la asequibilidad de la educación infantil, especialmente para las familias de bajos ingresos. Aunque algunos países ofrecen educación gratuita desde una edad temprana, en muchos otros existen brechas considerables entre el final del permiso parental remunerado y el inicio de la educación gratuita, lo que obliga a las familias a asumir los costos de la educación infantil durante varios años. Estas barreras económicas perpetúan las desigualdades desde las primeras etapas de la vida.
La escasez de docentes cualificados: un desafío para la equidad
La escasez de docentes cualificados continúa suponiendo una barrera importante para la equidad educativa. Según el informe, al inicio del año académico 2022-2023, 18 de los 21 países de la OCDE con datos disponibles reportaron sufrir falta de docentes para cubrir las vacantes en sus sistemas educativos.
Las escuelas en áreas socioeconómicamente desfavorecidas son las más afectadas por esta escasez, lo que agrava las desigualdades existentes. Los estudiantes en estas áreas no solo enfrentan interrupciones en su aprendizaje, sino que también tienen menos acceso a la atención individualizada que necesitan para alcanzar su máximo potencial. Algunos países han implementado incentivos financieros para atraer a los docentes a las escuelas que más los necesitan, pero el informe subraya que las medidas económicas por sí solas no son suficientes. Es necesario proporcionar apoyo profesional y crear condiciones laborales que motiven a los docentes a trabajar en estos contextos desafiantes.
Desigualdades de género en el mercado laboral, a pesar de los logros educativos
El informe también destaca las disparidades de género en los logros educativos y las oportunidades laborales. Aunque las mujeres superan a los hombres en casi todos los indicadores educativos, esta ventaja no se traduce en mejores oportunidades laborales. En promedio, las mujeres con educación universitaria tienen tasas de empleo inferiores a las de los hombres y ganan un 17% menos que sus colegas masculinos con las mismas cualificaciones.
Esta disparidad subraya la urgencia de políticas que promuevan la igualdad de género tanto en la educación como en el empleo. La eliminación de las barreras estructurales que limitan la participación laboral de las mujeres, como la discriminación salarial o las responsabilidades de cuidado, es clave para garantizar que los logros educativos se reflejen en oportunidades equitativas en el mercado laboral.
Necesitamos comprometernos verdaderamente con la equidad
A pesar de los avances en el acceso a la educación, garantizar que todos los estudiantes tengan las mismas oportunidades de éxito sigue siendo un desafío significativo. La inversión en educación infantil, la mejora de las condiciones para los docentes y el apoyo a los estudiantes desfavorecidos son medidas esenciales para avanzar hacia una mayor equidad educativa. Además, es vital implementar políticas integradas que promuevan la igualdad de género en el ámbito laboral, de modo que los logros educativos puedan traducirse en un futuro más justo y equitativo para todos.
La equidad educativa no es solo una meta deseable, sino una condición fundamental para el desarrollo sostenible y la cohesión social en nuestras sociedades. Para superarla, se requiere un compromiso continuo, tanto de los gobiernos como de las instituciones, que asegure que todos los estudiantes, independientemente de su origen socioeconómico o género, puedan alcanzar su máximo potencial.