A nivel mundial, 73 millones de jóvenes están buscando trabajo. Sin embargo, millones de vacantes quedan sin cubrir. En mayo de 2015 había cinco millones de puestos vacantes en los EE.UU., mientras que más de ocho millones estaban buscando un puesto de trabajo. En los países encuestados recientemente por la OCDE, 39 millones de jóvenes no están ni en la educación ni en el empleo (NEET).
Las cifras ofrecen un panorama sombrío del mundo laboral. Universidades de todo el mundo están continuamente produciendo graduados calificados, pero los empresarios afirman que hay una aguda escasez de trabajadores cualificados.
Para los empleadores, un título universitario ya no es el único criterio que cuenta. Pero… ¿qué es lo que realmente están buscando?
En las economías basadas en la tecnología de hoy en día, la demanda de mano de obra STEM (Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas) cualificada se está intensificando.
Además, las demandas laborales están pasando de «savoir-faire» a «savoir-être», con un enfoque creciente en «habilidades blandas» o habilidades no cognitivas. Encuesta tras encuesta se refleja que lo que las empresas (de todo el mundo) quieren contratar es empleados que cumplan con cuatro rasgos fundamentales: comunicación, colaboración, creatividad y pensamiento crítico.
Por otra parte, se espera que la generación del milenio compense el 75% de la fuerza laboral en 2025, aunque un número significativo nunca serán empleados en el sentido tradicional. Como nos encontramos en un proceso de transición hacia una era donde las máquinas realizarán tareas mundanas, necesitamos construir una fuerza de trabajo de «empresarios creativos», que será innovadora, empática y equipada para enfrentarse a desafíos ambiguos.
Por lo tanto, ¿está la educación superior, en realidad, dotando a los jóvenes para el mercado laboral? Según el informe sobre la Educación para el empleo de McKinsey (Education to Employment), el 70% de los profesores encuestados creen que los graduados están preparados para el mercado laboral. Por otro lado, menos del 50% de los empleadores y de los jóvenes titulados están de acuerdo con ello.
¿Quién es responsable de la falta de coincidencia de habilidades? ¿Los profesores? ¿Los empleadores? ¿O debemos culpar a los estudiantes por su elección de las materias equivocadas? En mi opinión, antes de profundizar más en este juego de la culpabilización, tenemos que abordar la «brecha de la percepción». El informe McKinsey es sólo uno de los muchos indicadores que refleja que los profesores, los empresarios y los jóvenes graduados no están en la misma página.
El primer paso es que los profesionales y los profesores trabajen juntos para reducir la brecha entre la educación que tenemos y la educación que necesitamos. El segundo paso es hacer que los estudiantes sean una parte integral de esta conversación y sumergirles en el mundo real para que puedan obtener la información adecuada acerca de la educación que pueden conseguir y lo que realmente necesita el mercado de trabajo.
En lo positivo, los enfoques innovadores están surgiendo en diferentes rincones del mundo. En los Estados Unidos, el Programa de estudio de trabajo corporativo de la red de escuelas Cristo Rey, ofrece, a los estudiantes de escasos recursos, acceso a una educación de alta calidad, los equipa para financiar una parte de su educación y les ayuda a ganar experiencia en el mundo real.
Mientras tanto, en Finlandia, Tomi Alakoski y sus compañeros co-fundaron Me & My City, un concepto de aprendizaje que crea una ciudad en miniatura para alumnos de sexto grado. Los alumnos representan diferentes roles, actuando como empleados, empresarios, solicitando puestos de trabajo, discutiendo los sistemas fiscales… todo ello para desarrollar habilidades financieras y relacionadas con el trabajo.
Moviéndonos más hacia el Oriente Medio, Injaz al Arab está haciendo esfuerzos para resolver la severa brecha de habilidades que afecta a la región MENA. La iniciativa conecta a los jóvenes y a los líderes empresariales y profesionales que actúan como maestros y mentores.
Por inmersión de los alumnos en el mundo real, estos proyectos les ayudan a asumir riesgos, gestionar los resultados y a entender mejor sus futuras opciones profesionales.
Por tanto, antes de ponerse a rediseñar un nuevo plan de estudios o decidir que las universidades y los programas corporativos son el único medio para resolver las necesidades reales del mercado de trabajo, los profesores, los estudiantes y los empleadores tienen que conocer sus respectivos mundos.
Para resolver el déficit de cualificaciones, tenemos que cerrar esta brecha de comunicación.
Autor: Sébastien Turbot es el Director de Contenidos y Programas en WISE (Cumbre Mundial de Innovación para la Educación), una iniciativa de la Fundación Qatar.
Para leer la entrevista en inglés, haz clic aquí.