Los mejores profesores ofrecen afecto y orientación

El escenario de la infancia ha cambiado drásticamente, pero las necesidades emocionales del niño permanecen vigentes como siempre. Siguen siendo necesarios el afecto, la orientación y la sensación de seguridad.

Los mejores profesores ofrecen afecto y orientación

El siguiente artículo ha sido escrito originalmente para WISE ed.review. Para leer el artículo original en inglés, haga clic aquí. Sigue la actualidad de WISE en @WISE_es.

Este artículo es parte de una serie desarrollada alrededor del siguiente tema de debate: ¿La educación puede prescindir de los maestros? (parte 2 de 4).

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Mary Gordon
Fundadora y presidenta de Roots of Empathy

 

 

Necesitamos asegurarnos de que también se satisfacen las necesidades emocionales de los niños

Si Clayton Christensen acierta al predecir que hacia 2019 más del 50% de la educación impartida en el aula será individualizada y basada en medios informáticos, debemos asegurarnos de que también se satisfacen las necesidades emocionales del niño. El escenario de la infancia ha cambiado drásticamente, pero las necesidades emocionales del niño permanecen vigentes como siempre. Siguen siendo necesarios el afecto, la orientación y la sensación de seguridad.

Tecnología y profesores no son competidores entre sí: son complementarios. La empatía no llega a través de la pantalla, solo se desarrolla por la experiencia. John Hattie habla de la forma compleja no sujeta a reglas en que los alumnos necesitan desarrollarse; algo que los ordenadores no pueden cubrir con facilidad. Nos ahogamos en información y, sin embargo, seguimos experimentando la necesidad de saber.

Me gustaría situar la empatía en el primer lugar en la lista de las habilidades del siglo XXI. Es el último rasgo característico del ser humano.

Entonces, ¿qué es lo que los estudiantes necesitan para tener éxito? Los niños necesitan obtener la retroalimentación de los adultos en su contexto para poder emerger. Esto es especialmente cierto para los niños más pequeños, ya que aprenden a través de las relaciones. En el cerebro de éstos, las regiones cognitiva y emocional están tan ligadas entre sí, que no es posible separar el pensamiento del sentimiento. Dicho en otras palabras, si las emociones de un niño no se manejan bien, su capacidad de pensamiento puede verse afectada.

Los profesores de educación infantil cada vez están más formados en neurociencia, lo que les ayuda a entender cómo tiene lugar el aprendizaje. Los padres, los primeros y más imborrables maestros de los niños, son también cada vez más conscientes de que el entorno emocional en el que su hijo vive tiene un papel destacado en el desarrollo del cerebro.

Los profesores, proporcionando feedback, ayudan al alumno a gestionar los errores y los fallos percibidos. En nuestra cultura de ritmo acelerado y orientada al éxito, es importante que el niño aprenda a gestionar los sentimientos de frustración y aprender de los errores. El profesor está ahí para animar, reconocer el esfuerzo y, especialmente, para considerar a la persona que hay en el interior de cada estudiante.  Todos recordamos al profesor que nos ayudó a aprender en general o que nos hizo conocer bien una materia específica. Este profesor especial quizás no fuera único en talento docente, pero no dudaremos de su empatía y capacidad para vernos y apreciarnos. La interacción con el profesor, en comparación con la interacción con el ordenador, permite que el niño se sienta reconocido, comprendido y apreciado. Los profesores son entrenadores y pueden inspirar en los niños la pasión por aprender y las ganas de superar las dificultades que se presenten porque ellos se preocupan. La ética del cuidado en la educación, para peligro nuestro, se ignora. La enseñanza se centra ahora mucho más en la figura de quien aprende que en el currículo, y la preparación del docente cada vez presta más atención a aspectos relacionados con el aprendizaje social y emocional, destacando la importancia de la empatía.

El clima del aula es un tema que también preocupa. Más que en ningún otro contexto, los profesores tienen la oportunidad de ofrecer a los estudiantes la posibilidad de llegar a saber cómo piensan y sienten los demás, y cómo sienten y piensan ellos mismos. La mejor situación para el docente es aquella en la que crean un flujo entre la instrucción y el desarrollo de las competencias sociales y emocionales de los alumnos. Solo a través de la interacción con los profesores los estudiantes serán capaces de desarrollar las competencias de funcionamiento ejecutivo que se necesitan para alcanzar un aprendizaje permanente a lo largo de la vida: atención focalizada, memoria de trabajo, control de los impulsos, flexibilidad mental y toma de decisiones.

La creación de un entorno de aprendizaje positivo y sin riesgos, donde los estudiantes tengan el valor de equivocarse en público, solo es posible gracias a la orquestación brillante de un profesor/líder que comprenda cómo se sienten los estudiantes y se preocupe por sus sentimientos. Cornelius-White llevó a cabo un metaanálisis de la investigación sobre las relaciones entre profesores y estudiantes, y concluyó que la calidez, empatía y la «no directividad» se correspondía claramente con niveles más elevados de participación, motivación y logro.

Los profesores de aula, ahora más que nunca, necesitan megadosis de empatía. Sara Konrath, de la Universidad de Michigan, vio una disminución del 48% en la preocupación por la empatía, y un 34% de disminución en la toma de perspectiva por parte de los estudiantes de las universidades de los Estados Unidos hoy en día, en comparación con los estudiantes universitarios de la pasada década de los setenta.

A través del programa de Roots of Empathy, he trabajado con profesores de aula en diez países distintos durante los últimos trece años. Sigue admirándome el poder de influir, la creatividad y el compromiso por contribuir al aprendizaje de los estudiantes mostrado por los profesores. Nuestro programa basado en aula incluye un instructor, un local de padres y niños, y un currículo galardonado para trabajar con el profesor de aula, que participa en éste junto con sus estudiantes. Mientras ayudamos a los estudiantes a interpretar las señales de un bebé y a desarrollar empatía por sí mismos y por los demás, vemos en miles de aulas hasta qué punto es vital que exista conexión humana entre docente y estudiante.

Si los niños procedentes de familias de rentas bajas con malos resultados aprendiesen siempre con un gran profesor, creo que veríamos como la brecha del logro se cierra drásticamente. Un significativo número de investigaciones habla de la calidad de la enseñanza como el factor individual más importante “dentro de la escuela” que afecta al aprendizaje y al rendimiento de los estudiantes. Eric Hanushek, economista de Standford, confirmó que, de todas las variables del aprendizaje y de todo cuanto podía controlarse por las escuelas, lo más importante eran los profesores de gran calidad; más que el tamaño de la clase, el currículo y los recursos económicos dedicados a los estudiantes. Coincido en que la inversión en el profesor debe primar con respecto a la inversión en construcción.

Lejos de devenir obsoleta, la profesión docente tiene ante sí el reto de reinventarse en el contexto de este mundo moderno y globalizado. Preocuparse es enseñar, y enseñar es rozar el futuro. El reto y la esperanza de esta década serían revisar el cuidado de las relaciones y la empatía en el aula, y ayudar al docente a aprender cuál es el mejor modo de convertir en un activo el uso de la tecnología y la fuerza de su propia humanidad.

Lee el primer artículo (1 de 4): Reforzar la enseñanza mejorando la movilidad profesional

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