¿Cuáles son los retos para formular proyectos para la inclusión digital en la educación en entornos vulnerables? ¿Qué ingredientes garantizan que los proyectos sean exitosos, replicables y escalables? ¿Qué factores debemos tener en cuenta a la hora de desarrollar insumos (plataformas, contenidos, formación docentes…) que aseguren la inclusión digital en entornos vulnerables? ¿Cómo evaluamos los proyectos para el fomento de la inclusión digital en educación? Estas fueron las preguntas a las que intentamos dar respuesta en la mesa redonda “Retos para la inclusión digital en entornos vulnerables”.
El encuentro, moderado por la Laura Cuesta, autora del libro Crecer con pantallas, contó con la participación de reconocidos expertos como Dante Castillo, director de políticas y prácticas innovadoras en SUMMA; Mila Tonarelli, gerente global de innovación y producto en ProFuturo y Miguel M. Galbis, director general de Possible Lab.
La teoría del cambio: una hoja de ruta para navegar la complejidad
Dante Castillo inició su análisis destacando la doble dimensión de la tecnología como herramienta potencial para superar desigualdades preexistentes, por un lado, y por otro, como factor que puede profundizar esas mismas desigualdades si no se gestiona adecuadamente.
Enfrentar estos retos requiere un enfoque que contemple tanto la inclusión digital como la complejidad estructural de los sistemas educativos. Una complejidad que se deriva, entre otras cosas, de cuestiones como la adaptabilidad y pertinencia de los contenidos educativos; el carácter dinámico de las escuelas como sistemas de interacciones múltiples y complejas; los desafíos relacionados con la infraestructura básica, o los procesos de apropiación de la tecnología.
Para el experto de Summa, la resolución de estos retos requiere de un enfoque que contemple esta complejidad inherente a los sistemas educativos. La teoría del cambio se presenta como una herramienta clave para capturar esta complejidad y diseñar intervenciones educativas que sean efectivas y coherentes. Esta teoría, en esencia, actúa como un mapa de navegación que permite organizar los componentes de una intervención, considerando aspectos como el liderazgo, la formación docente, y el equipamiento necesario.
La implementación de la teoría del cambio implica una comprensión profunda de las dinámicas locales y de los contextos específicos de las escuelas. Castillo sugiere un enfoque adaptativo, comparando las intervenciones educativas mediadas por lo digital a un mosaico donde cada pieza debe encajar de manera particular y específica, reconociendo que no todas las piezas son iguales. Esta perspectiva busca no solo resolver problemas de acceso y distribución, sino también asegurar la pertinencia y coherencia del contenido educativo con las habilidades y competencias de estudiantes y docentes.
En lo que se refiere a los contextos más difíciles desde la perspectiva de la inclusión digital, el experto menciona tres contextos: los contextos rurales, que están más alejados de lo urbano; niños con necesidades educativas especiales, y escuelas socioeconómicamente pobres. En estos tres contextos, los niños y niñas podrían “no ya quedarse atrás, sino lo que es mucho peor, quedarse fuera del sistema”.
Responsabilidad, necesidad y realidad: las claves para el desarrollo insumos inclusivos
Mila Tonarelli, gerente de producto de ProFuturo, compartió la perspectiva de esta organización sobre los desafíos y soluciones prácticas a la hora de implementar proyectos tecnológicos en entornos vulnerables. La gerente de ProFuturo señaló la importancia de entender profundamente la realidad de los destinatarios antes de diseñar cualquier intervención educativa. Para esta experta, una de las claves para el éxito es tener claro la responsabilidad que conlleva trabajar en estos entornos, donde a menudo las necesidades son grandes y complejas.
Uno de los principales desafíos identificados es la disociación que puede surgir cuando no se conoce a fondo a la audiencia a la que se dirigen los proyectos. Esto puede resultar en la implementación de plataformas y contenidos que no se alinean con las capacidades y necesidades reales de los usuarios. En este sentido, Tonarelli destacó la importancia de definir claramente cuál es la necesidad específica que el proyecto busca atender, reconociendo que no es posible solucionar todos los problemas de un entorno de golpe.
La infraestructura tecnológica y los recursos disponibles en los lugares de implementación también son aspectos importantes a la hora de desarrollar los insumos de nuestras intervenciones educativas. Considerar la realidad del hardware y la conectividad existente es esencial, pues muchos entornos no tendrán acceso a la última tecnología disponible en el mercado. En entornos especialmente rurales, donde la conectividad sigue siendo un desafío, las soluciones deben ser diseñadas para ser efectivas dentro de estas limitaciones.
En lo que se refiere a la posibilidad de crear soluciones globales que se adapten localmente, la gerente de producto de ProFuturo afirmó que es posible, basándose en la experiencia de su organización. La clave está en diseñar soluciones que reconozcan y celebren la diversidad. Las soluciones globales deben ser adaptables y diversas para ser efectivas en diferentes culturas y niveles de competencia digital de los docentes.
Finalmente, la experta subrayó la posibilidad y la necesidad de crear soluciones que también funcionen offline, un aspecto distintivo del enfoque de ProFuturo. A pesar de la tendencia hacia plataformas completamente automatizadas y basadas en la nube, la organización ha logrado desarrollar y desplegar soluciones tecnológicas avanzadas que pueden operar efectivamente sin conexión a internet, lo que es vital para muchos entornos donde la conectividad es limitada o inexistente.
Cómo evaluar proyectos para garantizar la inclusión digital en contextos vulnerables
Evaluar no solo sirve para cumplir con un requisito obligatorio, sino que es crucial para entender la efectividad de los programas, identificar áreas de mejora y descubrir oportunidades no explotadas. Por eso, la evaluación es una herramienta esencial para la rendición de cuentas y la mejora continua de los proyectos.
Al hablar de los retos específicos de la evaluación en el contexto de la educación digital y la inclusión, Miguel Galbis, director general de Possible Lab, mencionó dos aspectos principales: formular las preguntas correctas y elegir los métodos adecuados para responderlas.
En lo que se refiere a las preguntas, este experto destacó que los proyectos suelen ser complejos y variados, lo que exige un enfoque detallado y adaptado para cada situación. La relevancia y la pertinencia del programa son fundamentales para plantear las preguntas iniciales correctas. ¿Qué se espera lograr? ¿Son realistas nuestros objetivos?
La pertinencia también es importante. Por ejemplo, cuando hablamos de proyectos utilizando la tecnología en la escuela, una de las preguntas que yo siempre me hago es ¿cuál es el modelo pedagógico que está detrás del aparato, de la tecnología, que está detrás de la solución tecnológica? Y, sobre todo, en qué medida ese modelo encaja o no encaja con la realidad de un colegio, de un centro educativo, que tiene un proyecto de centro y que tiene una manera de enseñar.
Galbis también enfatizó la importancia de comprender el contexto educativo y comunitario de las escuelas. Por ejemplo, un proyecto puede tener un impacto significativo dentro de la escuela, pero también debe considerar su influencia en la comunidad más amplia y en el sistema educativo general. ¿Qué efecto va a tener en otras escuelas? ¿Va a generar un modelo? ¿Va a estimular en esas escuelas o va a generar un problema?
Así, para sintetizar, el director de Possible señaló varios elementos clave:
La alineación con los sistemas educativos y las políticas públicas existentes. Los programas deben integrarse de manera que complementen o enriquezcan las estrategias educativas existentes, evitando desequilibrios o redundancias.
La apropiación y la sostenibilidad del proyecto también son importantes pues es esencial que las intervenciones sean bien recibidas y tengan un impacto duradero.
La eficiencia: debemos preguntarnos si los recursos y esfuerzos dedicados están siendo utilizados de la mejor manera posible. Los docentes y administradores deben estar completamente comprometidos con los requisitos y beneficios del programa para garantizar su éxito.
En lo que se refiere a los retos metodológicos de la evaluación, Galbis ofreció cinco consejos breves:
- Evaluación continua y sistemática. La evaluación efectiva de programas de largo plazo requiere un sistema de seguimiento y evaluación continuo y sistemático. Las evaluaciones puntuales pueden ofrecer perspectivas interesantes, pero a menudo no captan la totalidad de la información necesaria para entender la efectividad del programa y las áreas de mejora.
- Comunicación directa. Dialogar directamente con los actores involucrados en los centros educativos es crucial para comprender las intervenciones desde múltiples perspectivas. Aunque esta información puede estar sesgada, es esencial para formular y responder preguntas pertinentes sobre el proyecto.
- Visitas a terreno. Es vital estar físicamente presente en el lugar de implementación del proyecto para comprender de manera precisa y detallada la realidad del contexto vulnerable, lo que permite una evaluación más efectiva y respuestas más ajustadas a las necesidades reales.
- Análisis basado en datos. Trabajar con datos es fundamental en proyectos que incorporan tecnología. La recolección, depuración y análisis de datos aporta una base sólida para tomar decisiones informadas y mejorar las intervenciones basadas en evidencia concreta.
- Los resultados. En este aspecto, Galbis recomienda utilizar marcos competenciales preestablecidos y validados para medir los resultados de los proyectos y realizar un análisis contrafactual para determinar lo que hubiera sucedido en ausencia del programa y compararlo con los resultados obtenidos, permitiendo identificar con precisión el valor añadido por el programa.
La brecha digital que, según datos de UNICEF y la Unión Internacional de Telecomunicaciones, padecen dos de cada tres niños y niñas en edad escolar, limitan mucho sus oportunidades de futuro y de participación en la economía y la sociedad modernas, plenamente basadas en las tecnologías digitales. Enfrentar los desafíos de la inclusión digital en entornos vulnerables exige un compromiso sostenido y profundo con la comprensión y adaptación a las realidades locales, un enfoque holístico que abarque desde la infraestructura básica hasta la formación docente y el desarrollo de contenidos pertinentes. Esta tarea es una necesidad urgente para construir una sociedad más justa y equitativa donde la tecnología sirva como un puente, y no como una barrera, para la educación y la inclusión social.
Si quieres ver las intervenciones de nuestros expertos, aquí te dejamos un video resumen del encuentro.