Docentes en transformación: qué nos dice el TALIS 2025 sobre enseñar en tiempos digitales

El TALIS 2025 radiografía una profesión que avanza como puede entre los desafíos que le impone la sociedad del siglo XXI. Los docentes enseñan en un ecosistema saturado de exigencias, tecnologías y expectativas cambiantes. El TALIS 2025 muestra una curiosa paradoja: satisfacción alta y, al mismo tiempo, extenuación y sensación de desbordamiento. En el fondo, la encuesta de la OCDE plantea una pregunta de fondo para los sistemas educativos: ¿cómo sostener la vocación docente en una escuela cada vez más digital, más demandante y menos estable?

Docentes en transformación: qué nos dice el TALIS 2025 sobre enseñar en tiempos digitales

El TALIS 2025, la gran encuesta internacional de la OCDE sobre la enseñanza y el profesorado nos muestra, más allá de las cifras, cómo se redefine el oficio de enseñar en pleno cambio de época. Más de 55 países, miles de centros y cientos de miles de docentes han respondido a una misma pregunta implícita: ¿qué significa ser maestro hoy?

Formación docente a distanciaLos resultados dibujan una profesión que resiste y se transforma a la vez. Los docentes siguen sintiéndose satisfechos con su trabajo, pero conviven con un malestar difuso: burocracia creciente, presión social, incertidumbre tecnológica. En esta edición, por primera vez, aparece la inteligencia artificial como parte del paisaje educativo, y con ella nuevas preguntas sobre el sentido del juicio humano y el lugar del profesor en el aula digital.

TALIS muestra que enseñar ya no consiste solo en transmitir conocimiento, sino en gestionar emociones, mediar con la tecnología y mantener la cohesión de comunidades diversas. La escuela se ha convertido en un espacio donde confluyen demandas sociales, expectativas familiares y cambios culturales acelerados. Y los docentes, más que nunca, están en el centro de esa tormenta.

El informe nos enseña un retrato en el que la docencia aparece como una profesión en tránsito, que busca nuevas formas de autoridad, bienestar y sentido en un mundo incierto.

El bienestar docente en el centro del debate

El TALIS 2025 confirma que la docencia sigue siendo una profesión marcada por la vocación, pero cada vez más tensionada por las condiciones e las que se ejerce. Así, el 89 % de los profesores declara estar satisfecho con su trabajo, una cifra notable que desmiente la idea de un gremio desmotivado. Sin embargo, detrás de ese compromiso se esconde un malestar persistente: uno de cada cinco docentes jóvenes prevé dejar la enseñanza en los próximos cinco años. Esto, que no es algo nuevo, resulta quizás, hoy, más evidente que nunca.

Los factores que explican esa tensión son estructurales. La sobrecarga administrativa ocupa tiempo que debería dedicarse a enseñar. La disciplina en el aula exige un esfuerzo emocional que pocas veces se reconoce. Los cambios curriculares constantes, las evaluaciones externas y la presión social completan un panorama en el que la sensación de control sobre la propia tarea se reduce. El resultado es cansancio. Equilibrio precario entre vida laboral y personal y una soledad profesional que no se resuelve con buena voluntad.

El bienestar docente no puede entenderse solo como una cuestión individual. Es también un indicador del clima escolar y de la salud del sistema educativo. Allí donde los docentes se sienten apoyados, escuchados y parte de una comunidad, la innovación fluye y los resultados mejoran. Cuando el entorno se vuelve hostil o indiferente, la enseñanza se degrada, aunque el currículum y los recursos sigan siendo los mismos.

Liderazgo y autonomía: pilares del cambio

El TALIS 2025 confirma una relación directa entre la autonomía profesional y la satisfacción docente. En promedio, el 83 % de los profesores declara tener cierto grado de libertad para seleccionar métodos de enseñanza, pero solo el 56 % afirma poder influir en decisiones escolares más amplias, como la selección de contenidos o la organización del tiempo lectivo. Esa brecha entre la autonomía del aula y la del sistema explica, en parte, la sensación de control limitado sobre el propio trabajo que muchos docentes expresan en la encuesta.

El liderazgo escolar aparece como otro factor clave. En aquellos centros donde el equipo directivo fomenta la colaboración y la participación (según los datos, alrededor del 70 % de los docentes dice sentirse respaldado por su dirección), el compromiso profesional y la motivación aumentan significativamente. Por el contrario, en contextos donde las decisiones se concentran en la cúpula o se imponen desde instancias externas, los niveles de estrés y desafección tienden a crecer.

El informe identifica además una correlación entre liderazgo distribuido e innovación pedagógica. Las escuelas con culturas colaborativas, observadas en torno al 40 % de los casos, son también las que declaran mayor uso de estrategias activas, evaluación formativa y proyectos interdisciplinarios. La participación no solo mejora el clima interno, sino que potencia la capacidad colectiva de adaptación a los cambios curriculares y tecnológicos.

No obstante, el TALIS advierte que muchos sistemas educativos siguen anclados en estructuras jerárquicas. Los docentes latinoamericanos, por ejemplo, figuran entre los que menos margen perciben para participar en decisiones institucionales.

El mensaje es muy sencillo: la calidad de la enseñanza no depende solo de los recursos, sino de la confianza. El liderazgo docente no puede decretarse. Hay que construirlo con autonomía, reconocimiento y colaboración.

El futuro de la educación no depende de más plataformas ni de nuevos programas, sino de las condiciones que hagan posible un ejercicio profesional pleno.

El salto digital: dos miradas sobre la competencia docente

El TALIS 2025 y el estudio del BID y la Fundación ProFuturo Aproximación a las competencias digitales de docentes en América Latina coinciden en una preocupación central: la distancia entre el discurso de la transformación digital y la realidad cotidiana de los docentes. Ambos informes confirman que la tecnología ya forma parte del paisaje escolar, pero su apropiación pedagógica sigue siendo parcial, desigual y, en muchos casos, intuitiva.

La comparación entre ambos revela diferencias de escala, contexto y profundidad, pero también una misma paradoja: se espera del profesorado que lidere la innovación sin haber recibido la formación adecuada para hacerlo.

En el TALIS 2025, la media de los países participantes muestra que el 80 % de los docentes utiliza herramientas digitales regularmente, pero solo el 43 % ha recibido formación específica en su uso didáctico, y apenas un 28 % se siente preparado para integrar la inteligencia artificial en sus clases. El informe constata, además, que los profesores que se forman en tecnologías muestran mayores niveles de satisfacción profesional, lo que sugiere que la competencia digital contribuye también al bienestar y a la autonomía.

El panorama latinoamericano que describe el estudio conjunto de ProFuturo y el BID es más severo. De una muestra de 28 000 docentes en seis países, solo el 27 % alcanza un nivel básico en el uso pedagógico de la tecnología y un 29 % supera el umbral mínimo en ciudadanía digital. La dimensión más sólida es la del desarrollo profesional (40 %), lo que indica que muchos docentes usan las tecnologías para su propio aprendizaje, no para transformar la experiencia de sus alumnos. El estudio identifica, además, factores estructurales: edad, género, nivel educativo y acceso desigual a formación en TIC.

Mientras que el TALIS muestra un déficit global asociado al ritmo del cambio tecnológico, el informe latinoamericano expone un rezago estructural ligado a desigualdad y falta de políticas sostenidas. En ambos casos, el mensaje converge: la brecha digital ya no se mide en megabytes, sino en competencias. La verdadera transformación no depende de más tecnología, sino de docentes capaces de usarla con criterio, propósito y sentido educativo.

Inteligencia artificial y pedagogía humanista

El TALIS 2025 introduce por primera vez una mirada sistemática sobre la inteligencia artificial en la enseñanza. Los resultados hablan por sí mismos: siete de cada diez docentes reconocen haber oído hablar de la IA aplicada a la educación, pero solo uno de cada cuatro afirma comprender su funcionamiento o haberla utilizado en alguna actividad escolar. El interés es alto, la formación escasa y la incertidumbre considerable.

Más de la mitad de los encuestados cree que la IA puede mejorar el aprendizaje al ofrecer retroalimentación personalizada y liberar tiempo para tareas pedagógicas; sin embargo, una proporción similar teme que reduzca el papel del juicio humano y aumente la desigualdad entre escuelas con distinto acceso tecnológico. El entusiasmo y la desconfianza conviven, reflejando una tensión más profunda: la escuela entra en la era algorítmica sin haber resuelto aún su alfabetización digital básica.

El estudio muestra también que los docentes con mayor autonomía profesional y apoyo formativo son los que adoptan con más confianza estas herramientas. Donde la cultura escolar promueve el aprendizaje entre pares y la reflexión ética sobre la tecnología, la IA se percibe como aliada; donde prevalece la desinformación o la presión externa, se vive como amenaza. La variable decisiva, una vez más, no es la máquina, sino la comunidad profesional que la integra.

El TALIS deja una advertencia implícita. Si la IA se introduce sin criterio pedagógico, corre el riesgo de sustituir el juicio del docente por la lógica de la plataforma. Pero si se la entiende como apoyo, puede liberar energías para lo esencial: pensar, acompañar y enseñar a discernir. El desafío no es enseñar con inteligencia artificial, sino formar inteligencias humanas capaces de comprenderla y gobernarla.

Mirando al futuro: condiciones para una profesión sostenible

El TALIS 2025 deja trazado el mapa de un oficio en transición. La docencia se sostiene sobre una paradoja: es más necesaria que nunca y, al mismo tiempo, más vulnerable a la fatiga, la presión y la incertidumbre. En esa tensión se juega el futuro de la escuela. Hay que hacer sostenible una profesión que vive en permanente transformación.

Los datos apuntan a tres condiciones decisivas. La primera es el bienestar docente, entendido no como un privilegio individual, sino como un indicador sistémico. Allí donde los profesores cuentan con tiempo razonable, apoyo emocional y reconocimiento social, la calidad educativa mejora. En cambio, la sobrecarga y la inestabilidad erosionan tanto la salud mental como la innovación pedagógica. Cuidar al maestro es cuidar la escuela.

La segunda condición es la autonomía profesional. La evidencia del TALIS muestra que los docentes que participan en las decisiones del centro y disponen de margen para adaptar el currículo desarrollan mayor motivación y sentido de propósito. La confianza institucional no se impone: se construye con participación y respeto al juicio experto del profesorado.

La tercera es la formación continua. La velocidad del cambio tecnológico obliga a sustituir la lógica de los cursos puntuales por una cultura de aprendizaje permanente, colaborativo y situado. La competencia digital, el pensamiento crítico y la ética profesional deben evolucionar juntos, como dimensiones inseparables del trabajo docente contemporáneo.

El futuro de la educación no depende de más plataformas ni de nuevos programas, sino de las condiciones que hagan posible un ejercicio profesional pleno. En un sistema educativo saturado de reformas, el TALIS recuerda una verdad elemental: la calidad de la enseñanza es inseparable de la dignidad del que enseña. Allí empieza, y termina, toda transformación educativa.

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