¿Qué es el dinero? ¿Quién lo crea? ¿Cómo se reparte? ¿Y el ahorro, la inflación, el endeudamiento, la amortización o la tasa de interés? En los últimos años, los cambios sociales, económicos y demográficos han ido dificultando la toma de decisiones financieras. Los mercados financieros se han vuelto más complejos con la existencia de nuevos canales de distribución y productos, lo que ha incrementado el riesgo para los consumidores. La gestión de los recursos financieros de las personas y los hogares se ha vuelto más complicada, y se requieren mayores habilidades y conocimientos en comparación con generaciones anteriores. Sabemos, y la OCDE lo confirma, que las malas decisiones financieras pueden tener un impacto duradero en las personas, sus familias y la sociedad.
Desafortunadamente, la escasez de conocimientos básicos en finanzas es una realidad que afecta a muchas personas, exponiéndolas a riesgos financieros y limitando sus oportunidades. Así, también según datos de la OCDE, en Estados Unidos, solo el 27% de los adultos jóvenes están familiarizados con conceptos como la inflación, la diversificación del riesgo o pueden hacer cálculos de interés sencillos; en Perú, únicamente el 41% puede añadir un interés de 2% a unos ahorros iniciales de 100 soles peruanos y, en Dinamarca, el 73% tienen poco o ningún conocimiento sobre los tipos de interés. Mientras tanto, el 52% de los adolescentes británicos ya se ha endeudado a los 17 años.
En este contexto, la educación financiera se torna cada vez más relevante. Los adultos del mañana necesitarán saber, por ejemplo, cómo hacer un presupuesto y tomar decisiones financieras inteligentes para la vida diaria; también tendrán que gestionar riesgos (por ejemplo, evitar contraer una deuda inmanejable) y planificar su vejez.
En este artículo, veremos en qué consiste la educación financiera, cuáles son sus beneficios, por qué es especialmente necesaria en países vulnerables y qué resultados produce enseñarla en las escuelas.
Qué es (y qué enseñar)
La educación financiera es el conjunto de conocimientos y habilidades necesarias para comprender y gestionar de manera efectiva las cuestiones relacionadas con el dinero y las finanzas personales. Nos proporciona las herramientas necesarias para tomar decisiones financieras informadas y responsables a lo largo de toda la vida.
En 2005, la OCDE recomendó la inclusión temprana de la educación financiera en el currículo escolar. Incluir la educación financiera como parte del currículo escolar es una herramienta política justa y eficaz. La educación financiera es un proceso a largo plazo y su incorporación desde una edad temprana en los planes de estudio permite a los niños adquirir los conocimientos y habilidades necesarios para desarrollar un comportamiento financiero responsable a lo largo de su educación. Esta medida es especialmente crucial, ya que muchos padres pueden carecer de los recursos necesarios para enseñar a sus hijos sobre el dinero, dado que los niveles de alfabetización financiera son generalmente bajos en todo el mundo.
La educación financiera abarca una amplia gama de temas que incluyen, entre otros:
- Conceptos básicos de finanzas como ingresos, gastos, ahorros, deudas, presupuestos y otros conceptos relacionados con el dinero.
- Ahorro e inversión: es importante aprender a establecer metas financieras, desarrollar hábitos de ahorro, comprender los conceptos de interés y rendimiento y explorar diferentes formas de inversión.
- Endeudamiento responsable: comprender los conceptos relacionados con el endeudamiento, como los intereses, los plazos de pago y las consecuencias de la deuda. También se trata de aprender a utilizar el crédito de manera responsable y evitar el exceso de endeudamiento.
- Planificación financiera a largo plazo: la capacidad de planificar metas financieras a largo plazo, como la compra de una casa o la jubilación, y desarrollar estrategias para alcanzar esas metas.
Cómo hacerlo
De acuerdo con las recomendaciones de la OCDE de 2005, cada vez son más los países que reconocen la importancia de la educación financiera y la incluyen en los programas escolares y, aunque no existe una receta única para el éxito, los países que más han avanzado han adoptado las directrices respaldadas por la OCDE y su Red Internacional de Educación Financiera (INFE, por sus siglas en inglés). ¿Cuáles son estas directrices?
- Estrategia nacional coordinada. La educación financiera en las escuelas debe formar parte de una estrategia nacional coordinada con un líder visible o un organismo coordinador que garantice la pertinencia y sostenibilidad a largo plazo. El sistema educativo y la profesión deberían participar en el desarrollo de la estrategia.
- Marco de aprendizaje. Se debe establecer un marco de aprendizaje que defina los objetivos, los resultados de aprendizaje, los contenidos, los enfoques pedagógicos, los recursos y los planes de evaluación. Este marco puede ser a nivel nacional, regional o local, y debe abarcar conocimientos, competencias, actitudes y valores.
- Fuente de financiación. Es importante identificar, desde el principio, fuentes de financiación sostenibles para la implementación de la educación financiera.
- De principio a fin. La educación financiera debe comenzar lo antes posible, preferiblemente desde el inicio de la escolarización formal, y debe extenderse hasta el final de la etapa escolar de los alumnos.
- Incluida en el currículum. Lo ideal es que la educación financiera forme parte del plan de estudios. Puede impartirse como asignatura «independiente», pero también puede ser integrada de manera efectiva en otras asignaturas como matemáticas, economía, ciencias sociales o ciudadanía. La educación financiera puede ofrecer una serie de contextos «de la vida real» en diversas materias.
- Formación docente adecuada. Es fundamental que los profesores cuenten con la formación adecuada, así como con los recursos necesarios para enseñar educación financiera. Deben comprender la importancia de esta materia y estar familiarizados con los métodos pedagógicos pertinentes. Además, es crucial que reciban apoyo y formación continua para mejorar sus habilidades de enseñanza en el ámbito de la educación financiera.
- Herramientas y recursos accesibles. Es necesario disponer de herramientas de aprendizaje y recursos pedagógicos de fácil acceso, que sean objetivos, de alta calidad y eficaces, para que las escuelas y los profesores puedan utilizarlos. Estos recursos deben estar adaptados al nivel de estudio de los estudiantes y ser apropiados para su comprensión y aplicación.
- Evaluación. Es importante evaluar el progreso de los alumnos en educación financiera y reconocer sus logros. La evaluación brinda retroalimentación tanto a los estudiantes como a los profesores, permitiéndoles identificar áreas de mejora y reforzar los conocimientos adquiridos.
¿Y en los países vulnerables?
En los países en desarrollo, la educación financiera juega un papel crucial porque, además de fortalecer las habilidades y conocimientos financieros de las personas, contribuye a la promoción de la inclusión financiera, uno de los pilares del desarrollo global, y el desarrollo económico sostenible. Como se afirma en este artículo del BID, los esfuerzos de los gobiernos de estos países, encaminados a la creación de redes bancarias más accesibles, sistemas de pago más fáciles y, en general, mejorar la inclusión financiera, deben también orientarse a mejorar la alfabetización financiera de sus ciudadanos.
En estos países la falta de confianza y conocimiento de sus ciudadanos en los sistemas financieros supone una grave rémora que solo puede ser paliada a través de la educación. Por ejemplo, en América Latina y el Caribe solo el 9,6% de la población pide un préstamo a una institución financiera y las tasas de ahorro privado son de 14,7%. Estos datos afectan profundamente al dinamismo de las economías ya que estancan la productividad e impiden el crecimiento.
Además, según PISA, los estudiantes desfavorecidos presentan niveles más bajos de conocimientos financieros. La existencia de disparidades significativas en el nivel de conocimientos financieros entre los adolescentes de 15 años indica que no todos los estudiantes tienen las mismas oportunidades para desarrollar sus habilidades financieras. Si no se abordan las disparidades socioeconómicas de manera temprana, es probable que se amplíen aún más las brechas en la alfabetización financiera a medida que estos estudiantes se conviertan en adultos. Por lo tanto, es fundamental brindar apoyo a los estudiantes con peores resultados y en situaciones desfavorables, para asegurar que puedan desenvolverse con confianza en un sistema financiero cada vez más digitalizado, a medida que adquieren independencia.
La buena noticia es que los resultados de algunos programas de alfabetización financiera están siendo bastante positivos. Así, según un informe del BID, que realizó un metaanálisis de 14 estudios controlados aleatorios de programas para jóvenes, tanto en países desarrollados como en países en desarrollo, los programas obligatorios de alfabetización financiera, en los que el material es ofrecido como independiente o integrado en otros cursos escolares, muestran un tamaño del efecto promedio sobre el conocimiento financiero de 0,24 desviaciones estándar (DS). Ese es un impacto muy grande, sobre todo teniendo en cuenta que incluso las mejores intervenciones destinadas a mejorar las matemáticas o el lenguaje suelen tener un impacto mucho menor de apenas 0,10 DS.
Estos logros se distribuyen de manera equitativa, ya que todos los estudiantes mejoran su conocimiento en proporciones similares, independientemente de sus calificaciones iniciales.
Además de adquirir conocimientos financieros, los niños también mejoran importantes hábitos y rasgos de personalidad. Por ejemplo, los adolescentes que participaron en un programa de secundaria mostraron un aumento del 18% en su autocontrol, un aspecto socioemocional clave en la toma de decisiones financieras acertadas. Además, estos jóvenes fueron más propensos a comparar precios antes de comprar, a ahorrar en lugar de pedir préstamos para comprar cosas que no podían pagar, y a entablar conversaciones con sus padres sobre decisiones financieras.
De la misma manera, otro estudio reciente del BID ha mostrado los efectos indirectos en el comportamiento financiero de los padres. Las lecciones de educación financiera en la escuela producen efectos considerables en el comportamiento financiero de los padres en los hogares desfavorecidos. Entre los padres de los hogares más pobres, el tratamiento reduce la probabilidad de impago en un 26%, aumenta la puntuación crediticia en un 5% y aumenta los niveles actuales de deuda en un 40%.
La educación financiera en entornos vulnerables tiene el potencial de generar un impacto transformador. Al capacitar a los niños y jóvenes para tomar decisiones informadas y responsables en su vida financiera, se les está facilitando la toma de control sobre sus propias vidas, lo que también contribuye a construir un futuro seguro para ellos, sus familias y comunidad. Por ello, el apoyo a la educación financiera en estos entornos debe ser considerado como una inversión crítica a largo plazo en el desarrollo del capital humano, y debe ser respaldado por los actores clave en los ámbitos público, privado y civil. Al hacerlo, se sientan las bases para un crecimiento sostenible y una mayor equidad en la sociedad.
Referencias
Imagen de portada Pikisuperstar en Freepick.
INFE (OCDE). (2008). Financial Education in School.
Frisancho, V. (2019). “El sorprendente impacto de enseñar alfabetización financiera en la escuela.” Blog Ideas que cuentan. BID.
Frisancho, V. (2023). Spillover Effects of Financial Education: The Impact of School-based Programs on Parents. IDB Working Paper Series. IDB-WP-1452.
OCDE (2017), «What do 15-year-olds really know about money?», PISA in Focus, No. 72, OECD Publishing, Paris, https://doi.org/10.1787/21dc1a9a-en.