Uso de la evidencia para la mejora de los aprendizajes: ¿a quién le importa?

¿Usamos suficientemente la evidencia científica en educación? ¿Nos importa la evidencia? Estos interrogantes reflejan la dificultad que enfrentan los países para utilizar la evidencia rigurosa en la toma de decisiones educativas en un mundo donde la investigación científica, la política y la práctica educativa, a menudo, parecen estar desconectadas. En este artículo, reflexionamos sobre ello junto a Dante Castillo-Canales, director de políticas y prácticas innovadoras de SUMMA, el Laboratorio de Investigación e Innovación en Educación para América Latina y el Caribe.

Uso de la evidencia para la mejora de los aprendizajes: ¿a quién le importa?

Un problema de larga data

Evidencia educaciónEn el año 2022, un estudio del Centre for Educational Research and Innovation (CERI) de la OCDE, lanzaba una pregunta retórica en su título: “a quién le importa la evidencia” (“Who Cares about Using Education Research in Policy and Practice?”). Con ello alertaba sobre la desconexión entre los resultados de la investigación científica, la política y la práctica educativa. El informe reconocía la dificultad y complejidad del problema que enfrentan los países para producir y proporcionar evidencia rigurosa que informe las decisiones políticas y prácticas en educación. En este marco, el reporte se proponía servir como un primer paso para la generación de conocimiento sobre cómo y qué tipo de iniciativas incrementan el uso de la evidencia en educación.

Aunque en los últimos años se ha avanzado en la creación de mecanismos para facilitar el uso de la investigación en los sistemas educativos, aún persisten obstáculos para mejorar la disponibilidad y el acceso al conocimiento entre los públicos de interés. La generación, sistematización y uso de evidencia se ha vuelto una demanda para los gobiernos, gestores de políticas públicas, equipos escolares y docentes. La necesidad de hacer un mayor y mejor uso de los resultados de la investigación científica se justifica en la promesa de lograr soluciones más eficaces a los problemas prioritarios de los sistemas educativos a nivel global, tales como el aumento de las brechas de aprendizaje, la desigualdad en el acceso a oportunidades educativas de calidad o los desafíos para construir sistemas educativos más inclusivos.

Durante las últimas décadas se han desarrollado diversos esfuerzos desde los gobiernos, la sociedad civil y los organismos internacionales para generar capacidades nacionales y regionales que faciliten y fortalezcan la conexión entre investigación, políticas y prácticas. Uno de estos mecanismos ha sido la creación de plataformas, unidades gubernamentales, u organizaciones de intermediación (brokerage agencies) entre el mundo científico y los tomadores de decisiones.

Una mirada a América Latina

En el contexto latinoamericano, el Laboratorio de Investigación e Innovación en Educación para América Latina y el Caribe, SUMMA, es una iniciativa de alcance regional orientada a desarrollar estrategias y acciones para la movilización de evidencia científica en la toma decisiones de políticas y prácticas educativas. Fundado en 2016, su misión se orienta a promover el derecho universal a la educación y a la mejora de las condiciones de calidad, equidad e inclusión educativa. Ello, a partir de la generación, síntesis y movilización de evidencias a los sistemas educativos locales. Creado con apoyo del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y diversos ministerios de educación de la región, ha desarrollado diferentes acciones para promover estos objetivos.

Para reflexionar sobre estos temas, conversamos con Dante Castillo-Canales, director de políticas y prácticas innovadoras de SUMMA, sobre los desafíos de Latinoamérica en educación, el rol de los organismos de intermediación y el papel que puede jugar la evidencia científica en la provisión de soluciones a las necesidades educativas de la región.

A la luz de la experiencia de SUMMA, ¿cuáles son los desafíos educativos de la región y cómo puede contribuir la investigación y la evidencia científica a resolverlos ?

La experiencia reciente de la pandemia, y sus consecuencias observadas, nos mostró de forma directa y descarnada los desafíos educativos de la región. Los aprendizajes se estancaron, aumentó la deserción estudiantil y las oportunidades de acceso a una educación de calidad mediada por tecnologías se relevó altamente deficiente. Lo más complejo, sin embargo, fue la evidente incapacidad de los sistemas educativos para actuar rápido y de forma eficaz ante la disrupción provocada por la COVID-19. 

El reporte GEM del año 2020, elaborado de forma conjunta por SUMMA y UNESCO, mostraba que las desigualdades estructurales de la región influyen directamente en los resultados de aprendizaje del estudiantado. El informe, realizado en 21 países, indicaba que las probabilidades de finalizar el nivel secundario de educación formal del alumnado perteneciente al 20% más rico de la población son, en promedio, cinco veces más altas que las de los jóvenes pertenecientes al 20% más pobre. Por su parte, los resultados de aprendizaje son significativamente más bajos en comparación con otras regiones. Asimismo, los resultados de pruebas estandarizadas evidencian que solo la mitad de las y los estudiantes de 15 años de la región alcanza los niveles mínimos de comprensión de lectura. Junto a esto, los alumnos que son educados en su lengua materna tienen tres veces más probabilidades de leer y comprender lo que leen sus pares, cuya lengua materna es diferente a la lengua oficial del proceso de enseñanza.

Creemos que la evidencia científica puede jugar un papel importante en mostrar caminos más efectivos para avanzar, no solo en la recuperación de aprendizajes sino también en el desarrollo integral del alumnado. No partir de cero, sino sobre la base de estrategias  que sabemos que tienen más posibilidades de obtener resultados esperados.


Lo que caracteriza a la región durante los últimos años en materia de TIC es un intenso nivel de experimentación pedagógica, de capacitación docente en habilidades digitales y el desarrollo de colaboraciones intersectoriales.

¿Cómo superar las brechas digitales de la región?

La desigualdad en la región se expresa también en el acceso a las tecnologías. Nuestra encuesta La Voz Docente, en la que participaron más de 200.000 docentes de América Latina y el Caribe, identificó que el acceso insuficiente a internet y equipamiento digital entre docentes y estudiantes impidió resguardar la continuidad educativa. Durante la pandemia, casi el 90% de los docentes utilizó su computador personal para realizar su trabajo a distancia, en condiciones de bajo nivel de competencias digitales para enseñar haciendo uso de la tecnología. En esta línea, más del 75% del profesorado consideró que su conexión a internet y la de sus estudiantes fue un problema para realizar docencia a distancia. Esto es relevante, ya que si bien tenemos experiencias exitosas en países de la región con entrega de equipamiento tecnológico, asegurar la conectividad se vuelve fundamental para el éxito de las iniciativas.

Lo que muestran las investigaciones es que a lo largo de la pandemia, los países aplicaron diversas estrategias para mitigar los efectos del cierre de escuelas, aumentando el acceso a contenidos digitales y plataformas virtuales de aprendizaje. Como destaca un informe de la UNESCO, parece existir una evolución que “marca el paso de la concepción de las tecnologías como recursos aislados a la idea de convertirlas en un entorno para la enseñanza y el aprendizaje». Lo que caracteriza la región durante los últimos años en materia de TIC es un intenso nivel de experimentación pedagógica, de capacitación docente en habilidades digitales y el desarrollo de colaboraciones intersectoriales que amplían la red de actores no gubernamentales en la provisión de educación en esta materia.

Como organización han establecido múltiples alianzas con actores tanto de la región como del resto del mundo para enfrentar estos desafíos. ¿Cuál es el valor de esas articulaciones y colaboraciones para promover mejores sistemas de acceso y uso de la evidencia disponible?

La misión de SUMMA es contribuir a mejorar la calidad, equidad e inclusión de los sistemas educativos de América Latina y el Caribe. Es una misión compleja ante un desafío de gran magnitud. Para nosotros es fundamental orientar esfuerzos sobre la base del trabajo coordinado y asociado con otras organizaciones locales e internacionales que tienen los mismos propósitos. Nuestro modelo de trabajo considera una dimensión de intercambio y movilización de conocimiento, y de incidencia en red, con metodologías concretas de colaboración que nos permite amplificar el impacto, y también acceder a conocimientos, a recursos y a modelos de trabajo de los que podemos aprender, traducir y adaptar a las realidades de la región. Estos conocimientos nos ayudan a ofrecer mejores recomendaciones a los tomadores de decisión, los docentes y sus escuelas, etc.

Una de las cosas que hemos aprendido en estos casi siete años que tenemos como organización, es el valor de aprovechar la experiencia y los aprendizajes de los diferentes países de la región que nos den pistas del tipo de recomendaciones viables para otros países y contextos locales.

En lo que se refiere a la evidencia, formamos parte de redes de colaboración internacional con el Education Endowment Foundation, en la que participamos con otras organizaciones, como Fundación La Caixa, en el proyecto Building a global evidence ecosystem for teaching.  Este proyecto busca desarrollar, entre otros, evidencia sobre prácticas efectivas de enseñanza y aprendizaje con el fin de ayudar a los profesionales a determinar qué funciona, para qué alumnos y en qué circunstancias. Pensar soluciones para los problemas prioritarios de la región a partir del conocimiento acumulado disponible nos parece un camino de menor incertidumbre.

¿Puede ofrecernos algún ejemplo concreto de acciones con las que han desarrollado estrategias para movilizar evidencia?

A lo largo de nuestros años de trabajo hemos construido diversas alianzas con actores regionales e internacionales. Por ejemplo, estamos desarrollando un proyecto en Centroamérica y el Caribe con el KIX HUB en el que participan ministerios de educación, organismos internacionales, como el Global Partnership for Education, universidades, entre otros. Su objetivo es, precisamente, favorecer procesos de innovación basados en el intercambio de conocimientos y la generación de espacios para compartir información, innovaciones y mejores prácticas relacionadas con la política pública y la planificación educativa entre los países.

A nivel internacional, la alianza con el Education Endowment Foundation (EEF) del Reino Unido, para el desarrollo de acciones de identificación, sistematización y difusión de evidencia, nos ha permitido traducir y contextualizar una Plataforma de Prácticas Educativas Efectivas que ellos desarrollaron. También hemos elaborado orientaciones pedagógicas, basadas en evidencia, para escuelas y docentes. Así, hace algunos años creamos recursos pedagógicos con Fundación La Caixa en dos prácticas altamente efectivas en la mejora de los aprendizajes como son la Retroalimentación Formativa y el Aprendizaje Colaborativo.  

En esta línea, estamos trabajando desde hace más de un año en el Programa de Recuperación Integral y Socioemocional de Aprendizajes (PRISA) en Panamá, en conjunto con el Ministerio de Educación de ese país. Este programa pone a disposición del sistema educativo panameño herramientas pedagógicas que contribuyen a mejorar las decisiones en el proceso de recuperación de aprendizajes. Esto se hace con orientaciones para docentes y escuelas en prácticas como el aprendizaje socioemocional o la comprensión lectora, que están altamente avaladas por la investigación científica como estrategias de mejora de los aprendizajes.

Debemos avanzar también en nuevas metodologías de producción colaborativa de evidencia, con mayor involucramiento de los actores en todo el proceso de investigación, diseño e implementación de programas.

¿Algún desafío para avanzar en la generación y movilización de evidencia en la región ?

El desafío de mayor alcance es avanzar desde el “qué funciona en educación”, que provee la evidencia, hacia el “cómo funciona” y “en qué circunstancias”. Esto es, hacia la transformación efectiva de las prácticas y modos de trabajo. Ello implica innovar no solo en los formatos en los que se busca movilizar el conocimiento, con recomendaciones prácticas de cómo y cuándo implementar innovaciones educativas, sino que debemos avanzar también en nuevas metodologías de producción colaborativa de evidencia, con mayor involucramiento de los actores en todo el proceso de investigación, diseño e implementación de programas.

A quién le importa la evidencia

América Latina y el Caribe tienen un tremendo potencial para contribuir a mejorar la base de conocimientos y evidencia sobre cómo enfrentar y dar soluciones eficaces a los desafíos educativos de la actualidad. La articulación y el aprendizaje colaborativo son fundamentales, tanto para compartir dichos conocimientos como para generar estrategias con otros actores de la región que enfrentan desafíos similares.

Ante la pregunta a quién le importa la evidencia, podemos decir que, al menos en América Latina y el Caribe, a SUMMA.

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