*Este artículo fue originalmente publicado en Enfoque Educación, el blog de la división de educación del BID, y está basado en la presentación que su autora, Mercedes Mateo, realizó durante las Asambleas Anuales de Gobernadores del BID. Reproducimos aquí el artículo, por su interés, con permiso de la autora.
¿Por qué mueren los niños? Hace 25 años, Bill Gates se obsesionó con esa pregunta. Y tenía una buena razón: en 2010, el 10% de los niños menores de cinco años morían en todo el mundo. Sabíamos dónde y sabíamos por qué morían los niños:
- ¿Dónde? En países de ingresos medios y bajos.
- ¿Por qué? El 82% morían por enfermedades transmisibles, como la diarrea. Es decir que el 82% de esas muertes podían haber sido prevenidas.
No solo sabíamos el dónde y el porqué. También sabíamos cuáles eran las soluciones. Algunas ya habían sido inventadas, pero existía un problema de acceso: eran demasiado costosas o no estaban llegando a los lugares donde se necesitaban. Era es el caso, por ejemplo, de las soluciones de rehidratación oral contra la diarrea. Pero también había otras posibilidades aún no inventadas. En esos casos, los científicos se pusieron a desarrollarlas. Fue el caso de la vacuna contra el rotavirus.
En menos de 30 años, se logró reducir la mortalidad infantil a la mitad.
Traslademos esto a otro gran desafío global: el aprendizaje.
Entendiendo la crisis de aprendizaje: ¿dónde están los estudiantes con rezago educativo?
En el mes de diciembre de 2023, la OCDE publicó los resultados de PISA 2022. Y lo que mostraron esos resultados fue una crisis global de aprendizajes. En América Latina y el Caribe tres de cada cuatro estudiantes de 15 años no tienen las habilidades básicas en matemáticas y casi la mitad no entienden lo que leen. Si el aprendizaje fuera una enfermedad, estaríamos hablando de una pandemia global.
Esta fue la razón por la que en el BID decidimos aliarnos con el Banco Mundial para publicar el informe: El aprendizaje no puede esperar. Lecciones para América Latina y el Caribe a partir de PISA 2022. Buscamos entender mejor cuáles eran las razones que estaban detrás de esa crisis de aprendizaje en la región.
Y, al igual que para la mortalidad infantil, sabemos dónde y sabemos por qué.
¿Dónde se encuentran los mayores rezagos en los aprendizajes? En países de ingresos bajos y medios. Los estudiantes de 15 años de América Latina y el Caribe tienen en promedio, un rezago de cinco años con respecto a un estudiante de los países de la OCDE. Y si la comparación se hace con algún país por encima de la media de la OCDE, por ejemplo Singapur líder del ranking PISA, el retraso es de 12 años.
Pero no solamente sabemos en qué países se ubica la crisis de aprendizajes. También sabemos quiénes son esos estudiantes rezagados, dentro de cada país. Y es que existe una enorme desigualdad por nivel socioeconómico: el 88% de estudiantes de bajos ingresos tiene bajo desempeño en matemáticas, en comparación con el 55% en los estudiantes más ricos. Es decir, que hay una diferencia de más de 30 puntos porcentuales entre los dos grupos.
¿Por qué América Latina y el Caribe tiene bajos aprendizajes?
Pero además de saber dónde se localiza la crisis, sabemos por qué se ha producido:
- Falta inversión. En primer lugar, no estamos invirtiendo lo suficiente en educación. Nuestros países invierten en promedio tres veces menos en educación que los países de la OCDE.
- Falta eficiencia. La eficiencia del gasto es mejorable. No solo invertimos menos de lo necesario sino que no sacamos suficiente partido a lo que invertimos. Lo que vemos es que, con el nivel actual de inversión, podríamos estar mejorando en el aprendizaje. Por tanto, hay un margen para la eficiencia. Los países de la región están por debajo de la línea de tendencia, lo que significa que podrían estar logrando mejores resultados de aprendizajes con cada dólar que invierten.
- Falta equidad. En tercer lugar, hay un problema de distribución y, por lo tanto, de equidad. El principal insumo que tiene un sistema educativo para lograr aprendizajes es el docente. Y ese insumo principal está desigualmente distribuido. Los docentes de más calidad se localizan sistemáticamente en las escuelas donde estudian los alumnos de más altos ingresos.
Tres claves para salir de la crisis educativa: soluciones que funcionan
Así que, al igual que en el caso de la mortalidad infantil, sabemos el dónde y sabemos el porqué. Pero, ¿sabemos también cuáles son las soluciones que funcionan? La respuesta es sí.
- Medir más y mejor. Medir aprendizajes quiere decir saber dónde estamos pero además lograr un sentido de propósito, de dirección. Indica hacia dónde queremos llegar en los próximos años.
- Invertir más. Los países de la región no están invirtiendo lo suficiente.
- Invertir mejor. Invertir mejor quiere decir generar eficiencias, gastar mejor: invertir en los programas que sabemos que son efectivos y marcan la diferencia en términos de aprendizaje.
Soluciones que funcionan
En este contexto, el Banco Interamericano de Desarrollo lleva años respaldando y promoviendo iniciativas que han demostrado su eficacia a la hora de mejorar los procesos de aprendizaje. Veamos algunas de ellas.
- Programas de alfabetización temprana. Sabemos, por ejemplo, que si ofrecemos a los niños y niñas buenos programas de alfabetización, en su edad temprana, logramos mejorar en 30% las habilidades lectoras de esos niños. Aprendamos todos a leer es una de esas soluciones.
- Educación intercultural bilingüe. También hemos aprendido que cuando contextualizamos culturalmente el aprendizaje de las matemáticas, logramos que los niños indígenas desarrollen un 50% más esas habilidades.
- Tutorías remotas. Además, cuando brindamos acompañamiento personalizado a los estudiantes más vulnerables, los más rezagados, a través de tutorías remotas, que son altamente costo-efectivas, logramos acelerar los aprendizajes de esos estudiantes en un 30%.
- Programas de alimentación escolar. Cuando ofrecemos alimentación escolar a los estudiantes, logramos que participen más en la escuela y la asistencia escolar mejora en un 9%.
- Sistemas de gestión e información educativa. Finalmente, es fundamental contar con sistemas de gestión e información. No solo nos permiten generar eficiencias: es un tema de equidad. Gracias a esos datos, podemos distribuir de forma más equitativa los recursos de los sistemas educativos, para compensar las diferencias entre estudiantes.
Conocemos la magnitud del problema. La hemos estudiado a fondo en esta publicación. Sabemos dónde está el problema. Sabemos también por qué estamos enfrentando este desafío. Y además, conocemos las soluciones que son efectivas. Lo hemos hecho antes reduciendo las tasas de mortalidad infantil, y podemos volver a hacerlo con la educación. Porque el aprendizaje no puede esperar y nuestras niñas, niños y jóvenes no pueden perder más tiempo.
El aprendizaje no puede esperar es una publicación conjunta del BID y el Banco Mundial que analiza en profundidad los resultados del último Informe PISA en la región de América Latina y el Caribe.