Las habilidades del siglo XXI y los currículos escolares en América Latina

Empatía, pensamiento crítico, metacognición, competencias digitales… No todas son nuevas, aunque toman su nombre de la importancia que han adquirido en una sociedad fuertemente influenciada por las nuevas tecnologías de la información. ¿Cómo integrarlas en los currículos escolares? Un informe publicado por el Banco Interamericano de Desarrollo indaga en esta cuestión.

Las habilidades del siglo XXI y los currículos escolares en América Latina

¿Qué son las competencias del siglo XXI y por qué son importantes?

El mundo está cambiando a una velocidad de vértigo: cada día, los telediarios nos cuentan noticias que, hace tan solo 10 años parecían sacadas de una película de género fantástico: inteligencia artificial, desastres climáticos, epidemias mundiales, flujos migratorios masivos… Las personas necesitan, cada vez más, habilidades que les ayuden a lidiar con la imprevisibilidad y el cambio.

Además de esto (y en cierta forma, como consecuencia de ello), la naturaleza del trabajo está cambiando: muchos empleos serán sustituidos por máquinas y por inteligencia artificial y surgirán otros nuevos. Las habilidades que sirven para mejorar la interacción humana (por ejemplo, la empatía), para conectar ideas, manejar situaciones impredecibles, usar y entender las emociones humanas para resolver problemas y conflictos y generar nuevas ideas serán menos proclives a ser reemplazadas por los robots y la inteligencia artificial.

Las habilidades del siglo XXI son un conjunto de habilidades fundacionales y transversales que incluyen las habilidades digitales (por ejemplo, el pensamiento computacional); las habilidades cognitivas avanzadas (por ejemplo, el pensamiento crítico o la resolución de problemas); las habilidades relacionadas con la función ejecutiva (por ejemplo, la autorregulación y la metacognición, que tienen una relación dinámica con las habilidades cognitivas) y las habilidades socioemocionales (por ejemplo, la autoestima, la perseverancia o la empatía).

Los currículos educativos son los instrumentos principales que utilizan las sociedades para traducir sus necesidades de capital humano en contenidos, habilidades y competencias específicas. Por eso, es imperativo integrar estas nuevas necesidades en los planes de estudios de nuestros sistemas educativos. ¿Cómo se ha hecho en aquellos países donde han tenido éxito? ¿Qué lecciones pueden extraerse de estos países para aplicar en los países de América Latina y el Caribe? El informe El poder del currículo para transformar la educación, publicado por el Banco Interamericano de Desarrollo, examina esta cuestión y extrae lecciones aprendidas y recomendaciones para los responsables de política pública. En este artículo, resumimos algunas de sus conclusiones principales.

Implantando las competencias del siglo XXI en el currículo: claves de éxito

Para conocer como llevar al éxito una reforma curricular que pretenda introducir las competencias del siglo XXI, el enfoque comparado puede ser de gran ayuda, puesto que permite incorporar las buenas prácticas y lecciones aprendidas por los diferentes sistemas educativos. Así, el informe desarrolla un análisis de cómo lo han hecho 20 países de la OCDE, con índices de desarrollo humano medio-alto, para poder extraer algunas claves de éxito de este análisis. A continuación resumimos algunas de las que nos han parecido más relevantes:

  1. Proporcionar una buena base para la enseñanza de competencias en el marco legislativo del país. Esta base debería incorporar una visión de la educación centrada en las competencias y habilidades, y una iniciativa para que sean coherentes con las propuestas formuladas por los diferentes agentes sociales y aprobadas mediante mecanismos de diálogo.
  2. Desarrollar un marco de competencias globales para su enseñanza. Dicho marco debe trascender el entorno escolar (extenderse a la vida más allá de la escuela) e incluir normas personales que acompañen la formación y el desarrollo profesional de los estudiantes.
  3. Coordinar el conjunto de competencias y habilidades profesionales que los profesores deben dominar con una descripción clara del perfil de egreso del estudiante en términos personales, de ciudadanía y, en algunos casos, de ciudadanía global, que se fundamenta en valores, principios y tradiciones que le singularizan.
  4. Establecer dinámicas colaborativas entre docentes, que fomentan las redes y el codiseño didáctico y facilitan iniciativas de éxito en innovación educativa, priorizando el desarrollo de habilidades.
  5. Prestar atención al acompañamiento docente y a su desarrollo profesional en cada etapa de su carrera, con estrategias personalizadas de desarrollo profesional como mentoring, coaching… Ofrecer pautas concretas a los docentes para entrenar habilidades con sus futuros alumnos y alumnas.
  6. Garantizar que la distribución de dinero y recursos esté equilibrada por la conciencia de la necesidad de reducir las brechas de equidad en la sociedad. Los países que distribuyen el dinero poniendo el foco en la disminución de la brecha social y en la disminución de las diferencias geopolíticas, logran una mejor calidad de los servicios educativos en términos globales y de habilidades del siglo XXI.

Las habilidades del siglo XXI en los sistemas escolares latinoamericanos

El informe del BID también analiza cuál es el estado de la cuestión en lo que se refiere a la penetración de las habilidades del siglo XXI en los sistemas educativos del siglo XXI. Para ello, realizan un estudio comparativo de 18 países de la región, a través del estudio de sus legislaciones educativas, documentos curriculares vigentes y estudios e informes de investigación. ¿Qué conclusiones pueden extraerse de este estudio?

  1. Las habilidades del siglo XXI son muy difíciles de identificar en las políticas curriculares y aún más en los currículos aplicados.
  2. Es necesario un cambio profundo en el enfoque pedagógico. Para tener un impacto en las prácticas de enseñanza, los cambios curriculares requieren una sofisticada capacidad de interacción con las creencias y habilidades del sistema educativo.
  3. Hay que combinar una gran capacidad de gestión curricular con una gobernanza flexible. El cambio curricular es más factible en países donde se combinan las demandas externas (sociales, culturales y laborales), con amplias dosis de reflexión y capacidad de acción pedagógica y curricular dentro del sistema educativo y con fuertes capacidades de gobernanza curricular, incluyendo enfoques flexibles para incorporar cambios y revisiones.
  4. El uso de canales de regulación curricular. El gobierno puede lograr una mayor regulación en los países con una tradición de intervención centralizada y con el uso de canales fundamentales de regulación curricular, como la normativa curricular, la distribución masiva de libros de texto, los programas de formación de profesores o las evaluaciones estandarizadas.
  5. Habilidades digitales, socioemocionales y ciudadanas, las más fáciles de integrar. Las competencias del siglo XXI que son más fáciles de identificar y que tienen un impacto más significativo en las recientes reformas curriculares son las competencias digitales, socioemocionales y de formación ciudadana.
  6. Los programas informales o privados pueden ser una puerta de entrada a las prácticas, creencias y hábitos del sistema educativo y, aunque tienen algunas limitaciones de alcance y duración, pueden iniciar una reforma curricular.

Por último, y en base a estas conclusiones preliminares, ¿cuáles son las recomendaciones del informe para los responsables de política educativa de la región?

  1. Potenciar las capacidades estatales de desarrollo curricular a través de una agencia ministerial de corte técnico y no político. Las agencias curriculares en los ministerios de educación son decisivas para instalar procesos de reforma que puedan sostenerse en el tiempo. Por eso es importante formar y seleccionar especialistas curriculares, de procedencia meritocrática y no política, que puedan integrar equipos estables, que puedan ir más allá de los “oficios” políticos.
  2. Incentivar una cultura de reflexión curricular dentro del sistema educativo. Generar espacios de debate, investigación y reflexión sobre las transformaciones curriculares.
  3. Incorporar las habilidades del siglo XXI en el centro de las políticas curriculares, combinando el enfoque de “arriba hacia abajo” y “de abajo hacia arriba”. Es necesario reconocer, por un lado, el papel clave de los docentes como agentes de cambio curricular y por otro, la necesidad de planificación curricular institucional y programática para orientar, apoyar y posibilitar el cambio curricular a nivel del aula.
  4. Definir claramente la interrelación entre las habilidades del siglo XXI y los diseños curriculares vigentes. Es clave crear mecanismos bisagra que integren estas habilidades en cada área curricular de manera transversal. Algunas HS21 pueden ser enseñadas de manera específica, incluso con un espacio temporal asignado y docentes especializados (en particular en el caso de las habilidades digitales o ciudadanas, como hemos visto en este documento). Pero la mayoría se integran dentro del currículum y cobran sentido en combinación con contenidos disciplinares más “clásicos”. Este proceso requiere de una paulatina incorporación en los distintos instrumentos de política (diseños curriculares, libros de texto, capacitaciones, evaluaciones, etc.). Cuanto más clara sea la forma de enseñar estas habilidades y más cerca estén de las prácticas docentes, más viables serán los cambios. Para que esto sea posible hay que trazar caminos de mediano plazo que se sostengan en el tiempo.
  5. Evaluar logros y lecciones de los programas específicos que incorporan las habilidades del siglo XXI de forma paralela a la curricular que, en ocasiones, permiten llegar con mayor velocidad y profundidad a probar procesos de cambio curricular.

El mundo está cambiando y nuestras necesidades formativas también. Las brechas de habilidades entre lo que la sociedad necesita y lo que los sistemas educativos proporcionan lleva años agrandándose sin parar. Necesitamos actualizar los currículos educativos para introducir las nuevas habilidades y competencias que los ciudadanos y las sociedades de hoy y de mañana necesitan para prosperar.

REFERENCIAS

Mateo, M. y Lim, J. R. Eds. (2022). El poder del currículo para transformar la educación. Banco Interamericano de Desarrollo.

 

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