Neuroaprendizaje, pedagogía y diseño instruccional

Joaquín Rodríguez, profesor investigador en el grupo de investigación de tecnología educativa del Instituto para el Futuro de la Educación del TEC de Monterrey, nos habla de la importancia de adaptar los enfoques pedagógicos y el diseño instruccional a los principios fundamentales del aprendizaje, destacando la necesidad de un cambio hacia prácticas más interactivas, personalizadas y basadas en la evidencia en el ámbito educativo.

Neuroaprendizaje, pedagogía y diseño instruccional

Diseo instruccional¿Te has preguntado alguna vez por qué tu hijo se sabe al dedillo toda la discografía de su cantante favorito y es incapaz de recordar la tabla de 8? ¿Por qué algunas cosas de las que aprendemos permanecen con nosotros para siempre y otras se nos han olvidado en cuanto salimos del aula? ¿Cuál es la clave para un aprendizaje efectivo y duradero? En este artículo veremos, de la mano de Joaquin Rodríguez, investigador del TEC de Monterrey, cuáles son los principios neurológicos fundamentales que deben guiar cualquier proceso educativo para maximizar la eficacia de la enseñanza y el aprendizaje, cómo podemos aplicar efectivamente estos fundamentos neurológicos a través del diseño instruccional para crear experiencias de aprendizaje más significativas y efectivas y de qué manera el entendimiento de estos principios neurológicos y su aplicación en el diseño instruccional pueden mejorar la experiencia educativa para estudiantes y educadores.

Los fundamentos neurológicos del aprendizaje

¿Cómo aprende el mejor el cerebro? Entender cómo funciona el cerebro cuando aprende puede darnos la clave para conseguir un aprendizaje más profundo y eficiente. Los seis principios esenciales que subyacen en cualquier proceso educativo, independientemente de la materia o el contexto, son:

  1. Motivación. No hay aprendizaje si no despertamos en interés de las personas. Si no convertimos en significativo aquello que deben aprender. Si no hay emoción, no hay aprendizaje. Sin interés o motivación, se dificulta significativamente la capacidad de aprender, ya que el interés es el precursor de la implicación activa en el proceso educativo.
  2. Implicación activa y currículo conectado con la sociedad. Una vez que he despertado el interés hay que “hacer” para aprender, implicándose directamente en tareas y desafíos que sean significativos tanto personal como socialmente. Esto se vincula con la idea de aprendizaje basado en proyectos, problemas, o cualquier metodología que promueva la participación activa.
  3. Trabajo colaborativo. El aprendizaje tiene una dimensión social estrictamente necesaria. Aunque el aprendizaje tiene un componente individual innegable, la dimensión social juega un rol crítico, haciendo necesario que los diseños instruccionales fomenten la colaboración y el aprendizaje colectivo.
  4. Error, evaluación y feedback. Esto es la evaluación formativa o la importancia de evaluar el proceso de aprendizaje más allá de los resultados finales o sumativos. La evaluación formativa, que incluye la recolección de evidencias del proceso de aprendizaje, es fundamental para guiar la enseñanza y el aprendizaje de manera adaptativa. Aquí es vita entender que el error, lejos de ser un fallo, es una oportunidad de aprendizaje. La neurociencia del aprendizaje indica que el cerebro aprende a través del ensayo y error, por lo tanto, es crucial que los entornos educativos permitan y alienten a los estudiantes a aprender de sus errores.
  5. Acompañamiento y mentorización. Todo proceso de aprendizaje debe estar acompañado. Debe existir una intervención profesional, cualificada y regular, individual y grupal.
  6. Feedback significativo, comunicación y celebración: El papel del feedback rápido, puntual y significativo es esencial en el proceso de aprendizaje. Un feedback efectivo ayuda a los estudiantes a reflexionar sobre su aprendizaje y a mejorar continuamente.

Cada uno de estos principios se basa en la comprensión de cómo funciona el cerebro durante el aprendizaje y sugiere prácticas pedagógicas que pueden maximizar la eficacia de la enseñanza. La implementación de estos principios en el diseño instruccional y la práctica docente puede contribuir significativamente a mejorar la experiencia educativa y los resultados de aprendizaje de los estudiantes.

¿Por qué algunas cosas de las que aprendemos permanecen con nosotros para siempre y otras se nos han olvidado en cuanto salimos del aula? ¿Cuál es la clave para un aprendizaje efectivo y duradero?

Los siete principios del diseño instruccional

Estos fundamentos neurológicos deben llevarse a la práctica pedagógica. Para eso sirve el diseño instruccional, un proceso sistemático para el desarrollo de experiencias y materiales educativos. ¿Cómo “traducimos” esos fundamentos neurológicos del aprendizaje en experiencias de aprendizaje efectivas? Para Joaquín Rodríguez hay siete principios de diseño instruccional cruciales para el desarrollo efectivo de programas educativos, ya sean presenciales, híbridos o completamente en línea. Estos principios nos garantizan que el diseño instruccional es coherente con los fundamentos neurológicos del aprendizaje. Son los siguientes:

  1. Diseña para atrapar la atención de los implicados. El diseño debe empezar por captar y mantener la atención de los estudiantes. Esto se puede lograr a través de métodos variados y creativos que hagan que el contenido sea atractivo y relevante para ellos.
  2. Diseña utilizando estrategias de aprendizaje activo. El material y las actividades deben promover la participación activa de los estudiantes, animándolos a pensar, crear, colaborar y resolver problemas de manera efectiva.
  3. Diseña para conectar y para propiciar la colaboración. El aprendizaje tiene dos dimensiones obligatoriamente complementarias: la individual y la colectiva. Aunque hay momentos de trabajo individual hay que propiciar la dimensión social del aprendizaje.
  4. Diseña para favorecer el seguimiento regular personalizado. Aprendemos de los demás y con los demás. Por tanto hay que diseñar para favorecer los encuentros regulares con tutores, mentores o los propios compañeros si es que ejercen de tales.
  5. Diseña para reforzar los vínculos y para asegurar el acompañamiento. La sensación de soledad o de aislamiento favorecen el fracaso.
  6. Diseña para que el aprendizaje tenga un impacto real y para que pueda comunicarse y festejarse. Los contenidos y actividades deben estar claramente vinculados con situaciones reales y prácticas, mostrando a los estudiantes la aplicabilidad y relevancia de lo que aprenden. Además, el diseño instruccional debe incluir mecanismos para que los estudiantes reciban retroalimentación regular y constructiva, permitiéndoles ajustar su proceso de aprendizaje y mejorar continuamente.
  7. Diseña teniendo en cuenta el trabajo de acompañamiento a las familias. Implicar a las familias en le generación de expectativas positivas es decisivo.

Cada uno de estos principios está orientado a crear una experiencia de aprendizaje más rica, dinámica y efectiva, enfocándose en el estudiante como centro del proceso educativo y reconociendo la diversidad de estilos de aprendizaje y necesidades individuales. Su implementación adecuada puede mejorar significativamente la calidad del aprendizaje y la enseñanza en cualquier contexto educativo.

El papel de la formación docente

En este esquema, la formación del profesorado se percibe como un proceso integral y continuo que capacita a los educadores no solo para entender los fundamentos neurológicos del aprendizaje y los principios de diseño instruccional, sino también para aplicarlos de manera efectiva en sus prácticas docentes. Este enfoque garantiza que la enseñanza esté alineada con las necesidades de aprendizaje de los estudiantes, promoviendo ambientes educativos más dinámicos, interactivos y adaptativos.

En este sentido, es fundamental que los docentes comprendan a fondo los seis principios neurológicos del aprendizaje y los siete principios de diseño instruccional. Esto no solo incluye el conocimiento teórico sino también la capacidad de traducir ese conocimiento en prácticas pedagógicas que fomenten un aprendizaje significativo y eficaz.

Para facilitar esta comprensión, Rodríguez menciona la creación de cajas de herramientas o toolkits para asistir a los profesores en la implementación de estos principios en el aula. Estos toolkits incluyen recursos, estrategias y ejemplos prácticos que los docentes pueden adaptar y personalizar según las necesidades de sus estudiantes y el contexto de aprendizaje específico.

La convergencia de los fundamentos neurológicos del aprendizaje y los principios del diseño instruccional nos ayuda a fomentar entornos de aprendizaje efectivos.

Indicadores de desempeño

¿Cómo parametrizar los principios pedagógicos? ¿Cómo diseñar y programar indicadores que nos sirvan para mejorar los procesos de aprendizaje y medir el impacto real de nuestras intervenciones? Los indicadores de desempeño nos sirven para medir el impacto de las intervenciones pedagógicas. Su diseño y aplicación están intrínsecamente vinculados a los fundamentos neurológicos del aprendizaje y los principios de diseño instruccional, y sirven como puente entre la teoría educativa y la práctica docente.

En este sentido, es muy importante desarrollar indicadores capaces de reflejar los objetivos de aprendizaje y los principios pedagógicos subyacentes, facilitando así la evaluación del progreso y la identificación de áreas de mejora. Los datos obtenidos a través de los indicadores permiten una toma de decisiones basada en evidencia, orientando ajustes y mejoras en las estrategias pedagógicas y los programas educativos.

La convergencia de los fundamentos neurológicos del aprendizaje y los principios del diseño instruccional nos ayuda a fomentar entornos de aprendizaje efectivos. Entender cómo aprende el cerebro y diseñar experiencias de aprendizaje basadas en estos principios nos ofrece una oportunidad única para diseñar experiencias educativas más efectivas y en consonancia con las necesidades de los estudiantes.

Imagen de portada: Freepik.

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