Buenas prácticas educativas: qué son y cómo contarlas

A pesar de lo que pueden hacernos pensar los grandes titulares sobre educación, en el mundo de la enseñanza también pasan cosas buenas. Y muchas. Para que sigan pasando, necesitamos contarlas mucho más de lo que lo hacemos. En este post te enseñamos qué es una buena práctica y cómo comunicarla para que pueda obrar su magia y cambiar la educación.

Buenas prácticas educativas: qué son y cómo contarlas

Como en casi todo lo demás, parece que la educación solo acapara titulares informativos cuando se trata de malas noticias: pérdidas de aprendizaje, escasez y formación deficiente del cuerpo docente, falta de inversión en políticas educativas… Esto podría producir la falsa impresión de que todo lo que acontece en el mundo de la educación es negativo. Y nada más lejos de la realidad. Detrás de los grandes números y de la política con mayúsculas, la educación está llena de pequeñas historias maravillosas y positivas que merecen ser contadas. Hablemos de ello para que cunda el ejemplo. ¿Qué es una buena práctica educativa? ¿Por qué es necesario identificarlas, reunirlas y contarlas? ¿Cómo hacerlo? Lo vemos a continuación.

El “caballo de Troya” de la educación

Buenas prácticas¿Qué es una buena práctica? El ministerio de Educación del Gobierno de España establece que es una iniciativa, una política o un modelo de actuación exitoso que mejora los procesos escolares y los resultados educativos de los alumnos. Por su parte, la UNESCO, en el marco de su programa MOST (Management of Social Transformations), ha especificado cuáles son los atributos de una buena práctica educativa y los rasgos que la caracterizan. En términos generales, las buenas prácticas han de ser:

  • Innovadoras: desarrollan soluciones nuevas o creativas.
  • Efectivas: demuestran un impacto positivo y tangible sobre la mejora.
  • Sostenibles: por sus exigencias sociales, económicas y medioambientales pueden mantenerse en el tiempo y producir efectos duraderos.
  • Replicables: sirven como modelo para desarrollar políticas, iniciativas y actuaciones en otros lugares.

Detrás de los grandes números y de la política con mayúsculas, la educación está llena de pequeñas historias maravillosas y positivas que merecen ser contadas.

El experto en educación Axel Rivas menciona varios elementos característicos de las buenas prácticas:

  • Sentido: las buenas prácticas apelan al sentido, potencian el compromiso de los alumnos con el aprendizaje. Generan contagio, deseo, voluntad de aprender, potenciando, así, las capacidades de los estudiantes en su propio proceso de construcción del aprendizaje.
  • Justicia: las buenas prácticas llevan aparejada una idea de justicia social, un compromiso de construcción social ciudadana. Tratan de fomentar un sistema educativo más inclusivo que se construye bajo la noción de la educación como un derecho humano y que busca la inclusión ante la diversidad.
  • Innovación: como ya hemos mencionado, las buenas prácticas son también propuestas innovadoras, que enfocan una tarea, un aspecto o una dimensión educativa, desde una mirada original, creativa y proponen rediseños para tratar de cambiar ciertas inercias y tradiciones escolares.
  • Reflexividad: Las buenas prácticas no son recetas que uno sigue y aplica sin más. Deben generar un proceso de reflexión constante sobre la práctica y promover el pensamiento crítico de los que la llevan a cabo.
  • Sostenibles: son prácticas que pueden ser institucionalizadas, recreadas, apropiadas e idealmente escaladas por otras organizaciones. La buena práctica no puede quedar “atrapada” dentro del sujeto o la institución que la ha creado. Deben poder ser comunicadas, aplicadas y reinterpretadas por otros.
  • Relatoría: es este un elemento que se desprende del anterior y que, según Rivas, define la esencia una buena práctica. Porque para este experto “la mejor forma de definir qué es una buena práctica es aquello que vale la pena ser contado a otros colegas”. Vale la pena porque funciona, porque genera mejores procesos de aprendizaje, porque tiene sentido y porque puede sostenerse en el tiempo. Y por todo esto no debe permanecer “enterrado” en una institución, sino que debe ser contado y replicado.

Dentro de las buenas prácticas, existe un grupo especial: proyectos transformadores que van más allá de sus propios límites y tienen un efecto cascada sobre todo el sistema. En palabras de Axel Rivas, innovaciones que “conspiran” contra “un orden escolar burocrático, desapasionado, alienante e incomprensible para los alumnos y sus docentes” (Rivas et al., s.f.). Estas innovaciones funcionan como el caballo de Troya del sistema educativo y logran, desde la práctica cotidiana, la transformación profunda que andamos buscando.

Dentro de las buenas prácticas, existe un grupo especial: proyectos transformadores que van más allá de sus propios límites y tienen un efecto cascada sobre todo el sistema.

¿Por qué contar las buenas prácticas?

Existen diferentes razones por las que resulta oportuno identificar, reunir y difundir las buenas prácticas. Entre ellas, cabe destacar las siguientes (Ministerio de Educación y Consejo de Escolar de Estado, s.f.):

  • Permiten aprender de los otros.
  • Facilitan y promueven soluciones innovadoras, exitosas y sostenibles a problemas compartidos.
  • Permiten tender puentes entre las soluciones empíricas efectivas, la investigación y las políticas.
  • Proporcionan orientaciones excelentes para el desarrollo de iniciativas nuevas y la definición de las políticas.

¿Cómo contar una buena práctica? La importancia de la narración

Desde el principio de los tiempos, la narrativa ha sido la herramienta fundamental utilizada por los seres humanos para transmitir el conocimiento y la experiencia. Y el efecto beneficioso de la narración de una buena práctica es bidireccional: no solo ayuda a los que van a recibir esa narración, sino también al que la elabora. Porque, de la misma manera que, según el psicólogo y pedagogo Jerome Bruner, la narración da sentido a nuestras vidas, narrar una buena práctica contribuye a su conceptualización y a su significación. La narración es un modo de pensar, una estructura para organizar nuestra conciencia y un vehículo en el proceso de la educación y, en particular, de la educación científica (Bruner, 2003). Por eso, poner en palabras lo que hacemos, documentarlo, tomarse el tiempo de escribirlo ayuda a realizar las propias prácticas en el modo en que las narramos.

¿Cómo contar una buena práctica educativa para sacarle el máximo partido? Axel Rivas comparte una serie de consejos que pueden resultar muy útiles:

  • Encontrar el núcleo. Encontrar el eje central del relato, qué es lo que la diferencia de otras experiencias, y organizar el relato alrededor de ese foco, núcleo o corazón de la experiencia. El núcleo debe ser el faro que orienta la práctica.
  • Contextualizar la práctica. Ninguna práctica funciona aislada. Hay que ponerla en contexto para explicar su origen y su finalidad específica.
  • Síntesis narrativa: hacer una buena síntesis narrativa implica contar la experiencia de forma que se comprenda y permita a quien lee esa narración utilizar esa buena práctica. Su historia, su evolución, los momentos críticos, las pruebas que tuvo que pasar… Hay que dar al lector todas las pistas posibles para que entienda cómo se hizo y pueda entender todos sus mecanismos si quiere replicarla-
  • Evidencia de mejora: Argumentar por qué es una buena práctica, tanto desde el punto de vista cuantitativo (si logró impacto concreto medible), como cualitativo (por ejemplo, testimonios). Esta justificación debe tener criterios científicos de validez metodológica.
  • Incorporar distintas voces. Intentaremos, en la medida de lo posible, incorporar distintas voces que puedan poner en primera persona la experiencia, buscando la diversidad y la reflexividad. Es decir, queremos oír distintas voces que nos permitan reflexionar en conjunto sobre la práctica: lo que funcionó, lo que no funcionó, los obstáculos afrontados, las lecciones aprendidas. Esto va a permitir al que lo lee sentir esa práctica como algo mucho más cercano y alcanzable.

En un mundo donde, reconozcámoslo, las buenas noticias no abundan últimamente, las buenas prácticas educativas son pequeños rayos de luz de innovación educativa que pueden abrir una nueva puerta al mundo del aprendizaje. Para que eso ocurra, para que cunda el ejemplo, su recopilación, sistematización y difusión, resulta un ejercicio imprescindible que constituye la razón de ser de este Observatorio. Si queréis saber más, permaneced atentos.

Referencias

Ministerio de Educación, Cultura y Deporte y Consejo Escolar de Estado. Gobierno de España. (s.f.). Sobre el concepto de buena práctica.

Portal educativo de las Américas. (6 de agosto de 2022). Sesión informativa del mapeo de buenas prácticas de educación digital de las Américas. Disponible en https://www.youtube.com/watch?v=Tnk7SMC5LDM

Rivas, A., F. André y L. E. Delgado (Comp.). (s.f.). 50 innovaciones educativas para escuelas. EduLab y CIPECC.

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