El sentido común nos dice que cuando padres y madres se interesan por la educación de sus hijos, están pendientes de sus tareas y se comunican con la escuela, el desempeño de estos en la escuela debería ser mejor que cuando las familias se desentienden de ello. Pero, ¿de qué hablamos cuando hablamos de implicación familiar? ¿Ayudarles a hacer sus tareas? ¿Estar pendientes de que las hacen? ¿Comunicarse con la escuela? ¿Hablar sobre ella con niñas y niños?
La implicación de las familias en la educación de sus hijos influye en su desarrollo académico y cognitivo. Sin embargo, no todas las formas de implicarse tienen los mismos efectos beneficiosos. La evidencia sugiere que la participación parental en la educación es más compleja de lo que puede parecer. Así se desprende, por ejemplo, de un metaanálisis, que incluye 37 estudios realizados entre 2000 y 2013, en escuelas de educación infantil, primaria y secundaria, que encontró que, más que la mera supervisión de las tareas escolares, las prácticas más efectivas son aquellas que implican la comunicación que padres e hijos mantienen sobre la escuela y el fomento de un ambiente que propicie el aprendizaje y la lectura en casa.
En esta misma línea se encuentran los hallazgos del estudio Parental involvement and academic performance: Less control and more communication, del que EduCaixa se hace eco en este artículo, que sugiere que de los dos estilos de implicación familiar más frecuentes, el controlador y el comunicativo, las familias cuyos hijos pertenecen a este segundo grupo muestran mejor desempeño escolar. Según este estudio, estos perfiles de implicación familiar también repercuten en el centro escolar: los centros cuyas familias presentan un estilo más abierto y comunicativo alcanzan mejores resultados, disminuyendo, además, las diferencias entre el alumnado y generando, de esta manera, una educación más equitativa.
Otros estudios subrayan el valor de potenciar un entorno de aprendizaje en el hogar desde los primeros años y de continuar adaptando este entorno a las necesidades cambiantes de niñas y niños a medida que crecen.
Para ayudar a las escuelas a plantearse cómo pueden trabajar con familias y cuidadores para mejorar el aprendizaje de los estudiantes, EduCaixa ha editado una guía con algunas recomendaciones basadas en la evidencia científica. En este artículo las resumimos.
Planificación y revisión críticas del trabajo que realiza la escuela con las familias
Para asegurar una colaboración efectiva que mejore los resultados académicos de los estudiantes, las escuelas deben revisar críticamente sus métodos de trabajo con las familias. Aunque se reconoce que la implicación de las familias influye positivamente en el rendimiento escolar, las escuelas deben abordar este aspecto con cautela y verificar regularmente la efectividad de sus prácticas.
- La estrategia de involucración debe ser adaptativa según la edad del alumnado. En los primeros años, es beneficioso centrarse en el desarrollo del lenguaje oral y la autorregulación. A medida que los estudiantes avanzan, las actividades pueden enfocarse en habilidades de lectura y matemáticas básicas. En etapas posteriores, es importante fomentar habilidades de comprensión lectora y aprendizaje autónomo.
- Planificación y revisión dirigidas a apoyar el aprendizaje. Para una implementación efectiva, las escuelas deberían planificar con claridad los objetivos de implicación familiar y revisar continuamente la práctica actual para evaluar su eficacia. Es esencial escuchar a las familias menos involucradas para entender sus necesidades y adaptar las actividades en consecuencia. La colaboración con las familias no solo debe buscar mejorar la asistencia o el clima escolar, sino que debe enfocarse en apoyar directamente el aprendizaje del estudiante.
- Centrarse en la calidad y el enfoque más que en la cantidad. Además, la colaboración con las familias requiere una planificación estratégica que no necesariamente implica aumentar la cantidad de actividades, sino mejorar su calidad y enfoque. Identificar oportunidades para brindar apoyo adicional a las familias, como colaboraciones con organizaciones locales, puede ser crucial sin requerir una inversión significativa de recursos.
- Formación de toda la comunidad escolar. Finalmente, es importante que todos los miembros del personal escolar, desde los líderes hasta los profesores y el personal de apoyo, comprendan y estén comprometidos con los objetivos de la implicación de las familias. Esto incluye formación específica para mejorar las capacidades del personal en este ámbito, así como el establecimiento de sistemas para monitorear y ajustar la estrategia de involucración familiar a fin de asegurar que se logren los impactos deseados en el aprendizaje del alumnado.
Ofrecer estrategias prácticas para fomentar el aprendizaje en casa
Las escuelas pueden desempeñar un papel clave en el apoyo a las familias para mejorar los resultados académicos de los estudiantes mediante la provisión de guías prácticas y la promoción de acciones concretas que pueden realizar en casa. Dependiendo de la edad de los estudiantes, las estrategias para implicar a las familias varían. Para los niños más pequeños, actividades compartidas como la lectura o juegos educativos son efectivas, mientras que para los mayores, el enfoque se desplaza hacia fomentar un ambiente que propicie el aprendizaje autónomo.
- Habilidades lectoras adaptadas a la edad. Un aspecto fundamental es apoyar el desarrollo del lenguaje y la alfabetización desde temprana edad, promoviendo prácticas como la lectura compartida. Esto no solo incluye el acto de leer, sino también convertirlo en una actividad interactiva que fomente el diálogo y la discusión. A medida que los niños crecen, es crucial que las familias continúen participando activamente en actividades que promuevan habilidades de comprensión y crítica literaria, como discutir sobre el contenido de los libros o relacionarlos con experiencias reales.
- Marco ORIM (Oportunidades, Reconocimiento, Interacciones, Modelo). Las escuelas pueden utilizar modelos como el marco ORIM, que destaca la importancia de crear oportunidades de aprendizaje, reconocer los logros, interactuar de manera significativa y servir como modelo positivo. Esta estructura ayuda a identificar prácticas que pueden fortalecer el desarrollo académico del alumnado en casa.
- Incentivar buenos hábitos con los deberes. Otra dimensión importante es la gestión de los deberes, que ha demostrado ser más efectiva cuando se trata de tareas focalizadas y bien integradas con lo aprendido en clase. Es esencial que las escuelas guíen a las familias sobre cómo apoyar a los estudiantes en la realización de deberes sin involucrarse directamente en las tareas, promoviendo en cambio la autorregulación y buenos hábitos de estudio.
- Lecturas veraniegas. Por último, durante períodos como las vacaciones de verano, los programas que promueven la lectura pueden ser particularmente beneficiosos, especialmente para estudiantes de familias con menos recursos. Proyectos como el Summer Active Reading Programme en el Reino Unido han mostrado potencial para mitigar el declive en el rendimiento lector durante estos períodos, sugiriendo que intervenciones bien planificadas y continuadas pueden tener un impacto significativo en la alfabetización y el lenguaje.
Adaptar las comunicaciones de la escuela para fomentar un diálogo positivo sobre el aprendizaje
La comunicación efectiva entre las escuelas y las familias es crucial para mejorar diversos aspectos del rendimiento estudiantil, incluyendo la asistencia y el aprendizaje. Adaptar las comunicaciones para fomentar un diálogo positivo es fundamental en todos los niveles educativos. Una comunicación bien diseñada y personalizada, que se enfoque específicamente en el aprendizaje y se presente de manera positiva, puede ser particularmente efectiva. Esto incluye celebrar éxitos y proporcionar consejos útiles y prácticos para el aprendizaje en casa.
- Personalización de la comunicación con mensajes de texto fáciles, claros y regulares pero no excesivos. La personalización de la comunicación se muestra como una estrategia más efectiva que los métodos genéricos, como correos electrónicos o cartas impersonales, especialmente cuando se trata de involucrar a familias que usualmente participan poco. Un enfoque útil puede ser el uso de mensajes de texto que ofrezcan consejos concretos sobre actividades diarias que promuevan habilidades de aprendizaje. Estos mensajes deben ser claros y fáciles de implementar para motivar a las familias a participar activamente en el aprendizaje de sus hijos. Para los estudiantes de primaria, es beneficioso centrarse en mensajes que sugieran actividades conjuntas entre padres e hijos que sean tanto educativas como divertidas. Por ejemplo, vincular el conteo de objetos con las tareas cotidianas puede hacer que el aprendizaje sea más interactivo y relevante. En cambio, para los estudiantes de secundaria, es más efectivo proporcionar a las familias información sobre el progreso académico y las tareas próximas. Es vital que la información sea accesible y no sobrecargue a los padres con términos complejos o estrategias de estudio inapropiadas. La frecuencia y el momento de envío de los mensajes también son importantes. Enviar mensajes de manera regular pero no excesiva puede mantener el interés y la participación sin causar fatiga informativa.
- Comunicación bidireccional. También resulta esencial recoger y considerar el feedback de las familias para ajustar la frecuencia y el contenido de las comunicaciones, asegurando que sean percibidas como útiles y no como una carga.
- Involucrar a varios miembros de la familia en la comunicación puede ampliar el impacto y el apoyo al aprendizaje del estudiante.
- Ser consciente del impacto. Finalmente, es fundamental que las escuelas sean conscientes del impacto de su comunicación en las creencias y comportamientos de las familias. Por ejemplo, informar a las familias sobre la asistencia escolar real de sus hijos puede motivar un cambio significativo en su comportamiento para mejorar la asistencia.
Ofrecer un apoyo más sostenido e intensivo donde haga falta
Algunos estudiantes pueden requerir un enfoque más sostenido e intensivo para fomentar la implicación familiar, especialmente aquellos con dificultades en lectura, de entornos desfavorecidos o con problemas de comportamiento. Los enfoques intensivos, centrados en familias o resultados específicos, están asociados con mejores logros en el aprendizaje.
- Evaluación de necesidades. Hay que empezar valorando las necesidades y hablando con las familias sobre cómo la escuela podría ayudarlas para apoyar el aprendizaje: es importante seleccionar bien las familias para usar los recursos de forma eficaz y evitar que se ensanche la brecha de la inequidad educativa.
- Cuidado con la comunicación. Hay que prestar atención a la comunicación para no estigmatizar, culpar o desanimar a las familias, y focalizarse en mejorar su eficacia, recalcando que tienen un papel igual de importante y que pueden generar una diferencia.
- Fomentar un enfoque constante en cuanto a la actitud entre las familias y la escuela; por ejemplo, compartiendo las expectativas con las familias.
- Planificar las intervenciones teniendo en cuenta horario y lugar. Hay que planificar con cuidado iniciativas en grupo sobre la crianza (como talleres frecuentes). Para que las familias asistan a estas sesiones en grupo, los factores más importantes son que el horario y el lugar sean adecuados, que se invite a las familias en persona, que se desarrollen relaciones de confianza y que se genere un entorno informal y acogedor.
- Visitas a domicilio. Sería interesante ofrecer visitas frecuentes a las casas del alumnado de menos edad con mayores necesidades. Puede ser un enfoque eficaz para las familias que tienen dificultades para asistir a las reuniones y para construir vínculos.
Las evidencias muestran que existe una relación directa y estrecha entre el progreso académico de los estudiantes y la implicación de las familias en el aprendizaje de sus hijos. Por ello, las escuelas pueden y deben articular acciones que promuevan la participación de las familias en el proceso de aprendizaje de sus hijos. No se trata de “poner deberes” a las familias, se trata de ayudarlas a utilizar su vida cotidiana como fuente positiva de aprendizaje para todos. Esto quiere decir que es crucial que las escuelas se preparen, con guías como la de Educaixa, para comunicarse de forma efectiva y positiva con las familias, pero también que aprendan las claves necesarias para planificar, monitorizar y evaluar las actividades que realizan para promover y alcanzar el involucramiento familiar para la mejora del aprendizaje de los estudiantes.
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