El siguiente artículo ha sido escrito originalmente para WISE ed.review. Para leer el artículo original en inglés, haga clic aquí.
Darlene Damm, Líder del cambio, AshokaA veces parece que vivimos en un mundo de ciencia ficción. El viaje espacial es una nueva industria comercial, las fábricas de automóviles están compitiendo para construir coches robot, los seres humanos están usando chips implantados y las impresiones 3D de partes del cuerpo y los centros tecnológicos y las aceleradoras han surgido en casi todos los países.
Un nuevo mundo emerge y los educadores se preguntan qué es lo que deberían aprender los alumnos puesto que, cada vez más, la inteligencia artificial y los robots se están presentando a la mayoría de los puestos de trabajo que actualmente ocupa el ser humano.
En los últimos meses, Lowe´s dio a conocer una flota de asistentes minoristas robóticos, el hotel japonés Henn-na anunció trabajadores de la hostelería robóticos y el Hospital de UCSF Mission Bay anunció una plantilla de administración farmacéutica robótica. Coches robóticos, autobuses, barcos y aviones están preparados para entregar cargas mucho más grandes de mercancía y personas de todo el planeta.
Además de realizar trabajos manuales y de servicios, la inteligencia artificial también está realizando trabajos intelectuales en el periodismo, análisis financiero, investigación jurídica, y cualquier cosa que implica datos, reconocimiento de patrones y análisis intelectual repetitivo.
La inteligencia artificial también está participando en el autoaprendizaje y haciendo avances en los descubrimientos– DARPA acaba de anunciar un robot entrenado para cocinar por sí mismo viendo vídeos de YouTube y la startup de biotecnología, Berg, está llevando a cabo estudios en humanos con un medicamento contra el cáncer identificado por la inteligencia artificial.
Dado que los robots y la inteligencia artificial siguen la ley de Moore (aumento de la potencia de cálculo, junto con la disminución exponencialmente acelerada de los costos a consumidores), estas tecnologías deben difundirse, tanto a través del mundo desarrollado, como el mundo en desarrollo, más rápidamente que los teléfonos móviles, tablets y portátiles.
Si bien es obvio que los alumnos deben aprender habilidades STEM por un mundo lleno de tecnología, lo que es menos obvio es que los humanos también tienen que estar aprendiendo habilidades sociales y emocionales. Esto es importante por varias razones:
La mayoría de los empleos en el futuro probablemente se especializarán en la inteligencia social y emocional
Si bien es fácil de asumir que los seres humanos con habilidades técnicas tendrán mayor facilidad de empleabilidad en el futuro, lo contrario puede ser cierto. Esto es porque las máquinas están reemplazando trabajos técnicos, mientras que los empleos que requieren altos niveles de habilidades sociales están aumentando rápidamente.
Durante los últimos quince años, los empleos en el sector sin ánimo de lucro (compuestos principalmente de la sanidad y la educación) han crecido de forma espectacular, mientras que los empleos en otros sectores han disminuido. Con el año 2010, el sector sin fines lucrativos fue el tercer mayor empleador en los Estados Unidos, casi empatado con la manufactura y justo por detrás de la venta al por menor. Como los robots realizan cada vez más la fabricación y trabajos al por menor, el sector sin fines lucrativos puede ser el mayor empleador en los Estados Unidos (y si se incluye el voluntariado a tiempo completo, se puso por delante desde antes de 2003.) El sector sin ánimo de lucro también ha ido creciendo de forma espectacular a nivel mundial.
Nuestros ciudadanos más vulnerables, los ancianos, los enfermos, los niños y las personas que sufren problemas sociales graves y marginación, necesitan estar rodeados de las personas más empáticas y compasivas que pueden reconocer y responder a sus necesidades. Actualmente, es difícil que los robots repliquen estas habilidades y un creciente número de escuelas en todos los continentes están comenzando a enseñar la empatía en el aula.
La gestión de un hospital, una escuela, un área sin fines lucrativos o de desastres, también requiere fuertes habilidades sociales. Los líderes y los empleados deben trabajar a través de diversos equipos con necesidades urgentes para resolver los retos difíciles en entornos de escasos recursos.
Una de las mejores maneras para que los jóvenes aprendan estas habilidades es practicar la solución de los problemas sociales en los equipos cuando son adolescentes. Esto enseña a los niños la innovación, la originalidad, la creatividad, el trabajo en equipo, el liderazgo y otras habilidades empresariales y de gestión.
Estas habilidades sociales se vuelven aún más esenciales cuando se trata de más de un problema complejo a nivel nacional o mundial.
Nuestros retos más complejos requieren soluciones tanto sociales como técnicas
Cuando pensamos en nuestros mayores desafíos hoy: hambre, enfermedades, desigualdad, pobreza, guerra, violencia, resulta fácil pensar en soluciones técnicas para solucionar estos problemas.
A través de la tecnología, podemos mejorar la producción agrícola, inventar y distribuir nuevas soluciones médicas, controlar y realizar un seguimiento de los grupos violentos y brindar oportunidades educativas y económicas a través de Internet.
Pero la tecnología es sólo la mitad de la solución. Si bien no tenemos las soluciones técnicas para contener tanto la epidemia de Ébola en África Occidental, así como el brote de sarampión en los Estados Unidos, los retos sociales, culturales, políticos y económicos han impedido o retrasado su contención. Y si bien puede ser que tengamos las mejores soluciones técnicas agrícolas para las comunidades empobrecidas, si esas comunidades están plagadas de violencia o corrupción, nadie quiere invertir en la infraestructura necesaria para empezar.
Algunos de los retos sociales pueden durar generaciones, especialmente si son agravados por años de violencia o desigualdad. En el pasado, las personas con habilidades humanitarias notables resolvieron con éxito este tipo de problemas sociales. Nelson Mandela, Muhammad Yunus, Mahatma Gandhi y Martin Luther King Jr., llevaron a cabo el cambio global e histórico sin apenas ningún tipo de tecnología. Fue su profunda comprensión del ser humano y los sistemas sociales y su carácter personal y la integridad que les permitió llevar al mundo a la justicia y la paz a través de la no violencia.
A medida que nuestros problemas globales se vuelven más complejos, debemos desarrollar nuestras habilidades humanas de carácter, el carisma, la integridad y el liderazgo en la misma proporción. Estas habilidades son más difíciles de aprender, pero pueden ser adquiridas modelizando roles, a través del mentoring y el trabajo en entornos en los que tales habilidades se priorizan, protegen y difunden. La lectura de las autobiografías de los grandes líderes, la participación en prácticas en el sector social y el estudio de la filosofía y la ética también son útiles.
El carácter es esencial en un mundo incierto
Es interesante pensar si los robots y la inteligencia artificial podrían desarrollar algún día habilidades sociales humanas. Un gran número de investigadores está programando robots para mostrar empatía e involucrarse en conductas de cuidado (por ejemplo, para ayudar a las personas mayores.) Algunos argumentan que la inteligencia artificial será mejor que los humanos en la resolución de problemas sociales mediante la optimización de variables complejas y a la hora de determinar la mejor solución en tiempo óptimo. Una vez que los coches robóticos estén online, por ejemplo, van a reducir drásticamente el número de muertes en carreteras, eliminando el error humano.
A veces, sin embargo, nos encontramos con retos cuya solución no puede ser totalmente optimizada. Quizás ambas opciones son igual de buenas o de perjudiciales, o es difícil de evaluar las consecuencias de las consecuencias de las consecuencias.
Cuando los seres humanos se enfrentan a este tipo de decisiones difíciles, el filósofo Ruth Chang afirma que ya no podemos usar la lógica. En cambio, cualquier decisión que tomamos es una elección acerca de quiénes somos y qué tipo de persona queremos llegar a ser. Ésta es la forma en la que construimos el carácter.
¿Será la inteligencia artificial, cuando se enfrenta a situaciones más allá de la lógica, capaz de reflexionar sobre quién es y quién quiere ser? ¿O será por defecto una elección al azar? Tal vez éste es el verdadero test de Turing. Pero por ahora, nuestro carácter es algo que nos hace exclusivamente humanos y será fundamental en guiarnos a través de nuestro futuro incierto.
Darlene Damm conduce las relaciones de Ashoka en Silicon Valley, es profesora adjunta en la Universidad Singularity y ha fundado dos start ups de tecnología.