El siguiente artículo ha sido escrito originalmente para WISE ed.review. Para leer el artículo original en inglés, haga clic aquí. Sigue la actualidad de WISE en @WISE_es.
Este artículo es parte de una serie sobre soluciones innovadoras para hacer frente a los principales retos de la educación en América Latina (parte 3 de 5)
Gabriel Sánchez Zinny, fundador y presidente de Kuepa
La demanda de habilidades está aumentando rápidamente en América Latina, mucho más rápido que los sistemas educativos de la región puedan manejar. Las empresas latinoamericanas están luchando para cubrir los puestos disponibles a pesar de que el desempleo juvenil sigue siendo alto. El sector privado impulsa la mayor parte de la demanda de estas habilidades. Pero, ¿qué papel desempeñan en su desarrollo?
Muchos actores de la educación sostienen que lo hacen. Las corporaciones no solo demandan habilidades, sino saben, mejor que nadie, cómo serán sus industrias en los próximos años. Al mismo tiempo, cada vez más, la formación relacionada con la carrera profesional está sucediendo fuera de las aulas. «La mayoría de las habilidades que posee la fuerza laboral se han adquirido en el trabajo», argumenta el economista de Harvard, Ricardo Hausmann. «Lo que una sociedad sabe cómo hacer, se aprende, principalmente, en sus empresas, no en sus escuelas. En la mayoría de las empresas modernas, menos del 15% de la oferta de trabajo está abierta a trabajadores sin experiencia, lo que significa que los empleadores exigen algo que el sistema educativo no puede – y no se espera – proporcionar «.
Cada vez resulta más evidente que un colegio tradicional de cuatro años no siempre es la mejor opción para los estudiantes de carrera, sobre todo porque su deuda se está disparando. Las llamadas «habilidades medias» que se enseñan en las escuelas de formación profesional o en programas de formación técnica están resultando más adecuadas a la hora de ofrecer mejores perspectivas de empleo a un precio más asequible. Los estadounidenses, en general, tienen acceso a una amplia gama de opciones: grados asociados, certificados de trabajo, certificados de industria o de aprendizaje.
En América Latina,sin embargo, todavía hay pocas opciones para la mayoría de los trabajadores que no acceden a la universidad. La tecnología está ayudando a abordar esta cuestión, con un número de nuevas startups online que ya comienzan a proporcionar una educación continua de bajo coste. Un claro ejemplo de ello es Brasil, donde el proveedor de preparación de la prueba online Descomplica (Uncomplicate) superó la cifra de los 150.000 estudiantes en su primer año de funcionamiento. Otros, como NextU y UTEL de México, ofrecen cursos de español online para los estudiantes de la región.
A este respecto, el sector privado tiene no sólo una oportunidad sin igual, sino la responsabilidad de involucrarse más. Además de las mencionadas startups, muchas empresas tradicionales realizan formación propia de manera ad hoc, mientras que otras han creado universidades específicas y cursos de formación. En este sentido, América Latina sigue estando por detrás de Estados Unidos, donde existen miles de universidades corporativas. «Nos están pidiendo cada vez más que ayudemos a las empresas a construir sus capacidades internas», dice David Altman de Center for Creative Leadership, una consultora de educación. «Las grandes empresas las están llamando academias», en declaraciones al Financial Times, «mientras que otros afirman querer construir sus propias capacidades internas.»
No obstante ese retraso hay algunos ejemplos destacables en América Latina. La Universidad Tenaris, creada en 2005 por el conglomerado industrial global Techint Group, ha formado ya a unos 27.000 trabajadores. La Universidad McDonalds de América Latina, con sede en Brasil, ofrece capacitación en liderazgo para más de 70.000 personas, mientras que los líderes de la banca mexicana Bancomer lanzaron su Universidad para ofrecer la preparatoria, licenciatura y cursos de posgrado. Según Sumaq, una coalición de instituciones de educación académicas y corporativas, más del 40 por ciento de las 100 principales empresas de la región han creado sus propias universidades.
Un último enfoque reseñable radica en que sean las empresas las que ayuden a sus empleados a financiar una educación superior, a través de becas, préstamos o programas de reembolso de matrícula. Y es algo bastante popular: de acuerdo con una serie de encuestas del sector privado en los Estados Unidos han encontrado que más de tres cuartas partes de las principales compañías proporcionan alguna forma de ayuda de esta índole.
Lee el primer artículo (1 de 5): Transición de la escuela al trabajo en América Latina
Lee el segundo artículo (2 de 5): La sociedad civil y la brecha de habilidades en Latinoamérica