Declaración de Incheon: qué quieres saber

¿Has oído hablar de la Declaración de Incheon? ¿Sabes cuál es su objetivo? En este artículo te lo contamos todo: qué es, de dónde viene y cómo se están cumpliendo sus objetivos.

Declaración de Incheon: qué quieres saber

En el año 2015, la ciudad coreana de Incheon fue testigo y escenario de la aprobación de una declaración en la que representantes de 160 países adquirían un compromiso histórico: transformar vidas mediante una nueva visión de la educación. Veamos cuál fue ese compromiso y cómo se está materializando siete años después.

De Jomtien y Dakar a Incheon

En 1990, ante la situación absolutamente desoladora de la educación en muchos países del mundo, la Conferencia Mundial de Educación para Todos, aprobada en la ciudad tailandesa de Jomiten, aprobaba la Declaración Mundial sobre Educación para Todos. Esta declaración proponía una «visión ampliada de la educación básica» centrada en la noción de satisfacer las necesidades básicas de aprendizaje de todos, niños, jóvenes y adultos, dentro y fuera del sistema escolar. Esa visión ampliada comprendía lo siguiente:

  • Universalizar el acceso a la educación y fomentar la equidad.
  • Dar atención prioritaria al aprendizaje.
  • Ampliar los medios y el alcance de la educación básica.
  • Mejorar el ambiente de aprendizaje.
  • Fortalecer la concertación de las acciones.

Diez años después, el Foro Mundial sobe Educación en Dakar, se reunió para revisar el progreso logrado hasta aquel momento. A pesar de los avances considerables que se habían producido en muchos países, la evidencia decía que seguían existiendo 113 millones de niños sin acceso a la enseñanza primaria y 880 millones de adultos analfabetos; que la discriminación entre los géneros continuaba impregnando los sistemas de educación; y que seguía existiendo una enorme brecha entre la calidad real del aprendizaje y la adquisición de valores humanos y competencias de los individuos y las aspiraciones y necesidades reales de estos. Por todo ello, los participantes en este foro reafirmaron su compromiso con la Declaración de Jomtien y adoptaron, además, el Marco de Acción de Dakar, que especificaba seis objetivos:

  • Ampliar la protección y educación de la primera infancia.
  • Establecer una enseñanza primaria gratuita y obligatoria para todos.
  • Promover el aprendizaje y la preparación para la vida activa para jóvenes y adultos.
  • Aumentar el número de adultos alfabetizados, en particular de mujeres.
  • Alcanzar la paridad de los géneros el año 2005 y la igualdad entre los géneros el año 2015.
  • Mejorar la calidad de la educación.

El informe Delors: la educación encierra un tesoro

En paralelo a estas cumbres internacionales, en 1993, la UNESCO encargó a la Comisión Internacional sobre la educación para el siglo XXI, presidida por el político francés Jacques Delors, la misión de analizar los desafíos para la educación en el nuevo siglo y plantear sugerencias y recomendaciones para guiar a los responsables y líderes políticos a la hora de tomar decisiones y elaborar políticas educativas innovadoras. El informe final de la Comisión planteaba un nuevo concepto de educación que trascendía, con mucho, a mera adquisición de conocimiento: educación para mejorar vidas. En este sentido, la educación como clave fundamental para ayudarnos a descubrir todas las posibilidades “encerradas” en nosotros mismos, un tesoro escondido.

En el informe Delors la educación adquiría una capacidad transformadora capaz de generar individuos y sociedades mejores. Supuso un antes y un después en el diseño de políticas curriculares enfocadas a construir el sistema educativo de un país. Para Jacques Delors y su equipo, cuatro pilares sustentan el desarrollo integral de un individuo en la sociedad del siglo XXI:

  • Aprender a conocer para comprender el mundo.
  • Aprender a ser para que florezca mejor la propia personalidad y se esté en condiciones de actuar autónoma, juiciosa y responsablemente.
  • Aprender a hacer para hacer frente a un gran número de situaciones.
  • Aprender a convivir desarrollando la comprensión del otro y la percepción de las formas de interdependencia.

El Informe Delors sentó las bases de una educación para el siglo XXI, y en él se inspiraron numerosas iniciativas orientadas a alcanzar una educación en la que una de las características fundamentales es la inclusión de todos. La Declaración de Incheon es una de ellas.

Incheon: hacia una educación inclusiva y equitativa de calidad para 2030

La Declaración de Incheon recoge esa visión transformadora de la educación que le otorgaba el Informe Delors en 1993. Educación 2030: Hacia una educación inclusiva y equitativa de calidad y un aprendizaje a lo largo de la vida para todos, una ambiciosa propuesta que resume la visión de la educación desde el presente hasta el año 2030. Fue adoptada por más de 120 ministros y 1.600 participantes en el Foro Mundial de Educación organizado por UNESCO, UNICEF, el Banco Mundial, UNFPA, PNUD, ONU Mujeres y ACNUR, el 21 de mayo de 2015 en Incheon, República de Corea.

Su objetivo principal es transformar vidas mediante la educación, reconociendo el importante papel que esta desempeña como motor principal del desarrollo y para la consecución de los demás Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), aprobados por la ONU. Además, se compromete con una agenda de la educación única y renovada, que sea integral, ambiciosa y exigente, sin dejar a nadie atrás. Esta nueva visión se recoge plenamente en el ODS 4 “Garantizar una educación inclusiva, equitativa y de calidad y promover oportunidades de aprendizaje durante toda la vida para todos” y sus metas correspondientes:

  • 4.1. Asegurar que todas las niñas y niños terminen la enseñanza primaria y secundaria, que ha de ser gratuita, equitativa y de calidad, y producir resultados de aprendizaje pertinentes y efectivos.
  • 4.2. Asegurar que todas las niñas y niños tengan acceso a servicios de atención y desarrollo en la primera infancia y educación preescolar de calidad, a fin de estar preparados para la enseñanza primaria.
  • 4.3. Asegurar el acceso equitativo de todos los hombres y mujeres a una formación técnica, profesional y superior de calidad, incluida la enseñanza universitaria.
  • 4.4. Aumentar considerablemente el número de jóvenes y adultos que tengan las competencias necesarias, en particular técnicas y profesionales, para acceder a un empleo, a trabajo decente y al emprendimiento.
  • 4.5. Eliminar las disparidades de género en la educación y asegurar el acceso igualitario a todos los niveles de la enseñanza y la formación profesional para personas vulnerables, con discapacidad, pueblos indígenas y niños en situaciones de vulnerabilidad.
  • 4.6. Asegurar que todos los jóvenes y una proporción considerable de los adultos, tanto hombres como mujeres, estén alfabetizados y tengan nociones elementales de aritmética.
  • 4.7. Asegurar que todos los alumnos adquieran los conocimientos teóricos y prácticos necesarios para promover, entre otras cosas, la educación para el desarrollo y estilos de vida sostenibles; los derechos humanos; la igualdad de género; la promoción de una cultura de paz y no violencia; la ciudadanía mundial; y la valoración de la diversidad cultural y la contribución de la cultura al desarrollo.

¿Cómo estamos ahora?

Según el último Informe sobre el cumplimiento de los ODS (2020), la situación actual nos dice que aún queda mucho camino por recorrer. A pesar de los avances, el mundo no está en vías de cumplir los objetivos de educación para 2030. Antes de la crisis del coronavirus, las proyecciones mostraban que más de 200 millones de niños estarían sin escolarizar, y sólo el 60% de los jóvenes completarían la educación secundaria superior en 2030. Los sistemas educativos de todo el mundo se han visto afectados por la pandemia de forma brusca. El cierre de escuelas para detener la propagación del COVID-19 ha afectado a la gran mayoría de la población estudiantil del mundo. La interrupción de la educación está afectando negativamente a los resultados del aprendizaje y al desarrollo social y conductual de los niños y jóvenes, especialmente a los más vulnerables. La pandemia está profundizando la crisis educativa y ampliando las desigualdades educativas existentes. Estos son algunos datos:

  • El cierre de escuelas en todo el mundo puede revertir años de progreso en el acceso a la educación. Antes de la crisis del coronavirus, la proporción de niños y jóvenes que no asistían a la escuela primaria y secundaria había disminuido del 26% en 2000 al 19% en 2010 y al 17% en 2018. A pesar de algunos avances, 258 millones de niños y jóvenes seguían sin ir a la escuela en 2018, de los cuales tres cuartas partes vivían en África subsahariana y Asia meridional. Las niñas se enfrentan a más obstáculos que los niños en el nivel primario. A nivel mundial, alrededor de 5,5 millones más de niñas que de niños en edad de asistir a la escuela primaria estaban sin escolarizar en 2018. La desventaja a la que se enfrentan las niñas es más prominente en el África subsahariana, donde había 128 niñas por cada 100 niños sin escolarizar en primaria ese año.
  • Si no se adoptan medidas correctivas, los efectos del COVID-19 no harán más que aumentar los obstáculos a los que se enfrentan los niños pobres para completar su educación. El Objetivo 4 pretende mantener a los niños en la escuela y garantizar que completen su educación. La tasa mundial de finalización de la enseñanza primaria se estimó en un 85% en 2019, frente al 70% de 2000. Pero esa es la media. Si acercamos la lupa a las cifras, vemos cómo en los países más pobres, la tasa de finalización media es del 54,8% con diferencias sustanciales entre los estudiantes de estratos económicos altos (78,5%) y bajos (34,3%).
  • El aprendizaje a distancia sigue estando fuera del alcance de la mayoría de los estudiantes de los países más pobres. En 2019, alrededor del 87% de los hogares en Europa tenía acceso a Internet en casa, en comparación con el 18% de los de África. La brecha digital también se refleja en la propiedad de ordenadores: el 78% de los hogares europeos tenía un ordenador en 2019, frente al 11% de los africanos. El éxito del aprendizaje a distancia también depende de los conocimientos informáticos de profesores y padres. En aproximadamente la mitad de los 86 países de los que se dispone de datos, menos de la mitad de la población poseía conocimientos informáticos básicos, como copiar un archivo electrónico. En el caso de conocimientos más complejos, como la descarga e instalación de nuevos programas informáticos y la escritura de un programa informático especializado, los índices eran aún más bajos.
  • Las escuelas siguen careciendo de las infraestructuras más básicas en muchos lugares del mundo. Según los últimos datos disponibles, sólo el 65% de las escuelas primarias de todo el mundo disponen de instalaciones básicas para lavarse las manos (en África, el 38%). Muchas escuelas carecen también de otros recursos básicos, como electricidad, agua potable, ordenadores y acceso a Internet.
  • Profesores insuficientemente formados. La presencia de profesores en las aulas es uno de los requisitos más importantes cuando hablamos de conseguir una educación de calidad para todos. Sin embargo, según los últimos datos disponibles, solo el 85% de los profesores de primaria y el 86% de los de secundaria de todo el mundo recibieron la formación mínima requerida. África subsahariana tiene el porcentaje más bajo de profesores formados: el 64% en el nivel primario y el 50% en el nivel secundario.

A ocho años de alcanzar el año 2030 debemos hacer aún muchos esfuerzos si queremos alcanzar el compromiso firmado hace siete por 160 países. No tenemos tiempo que perder. La educación es clave para la consecución de todos los demás Objetivos de Desarrollo Sostenible. Los gobiernos deben ejecutar todas las acciones necesarias para asegurar el compromiso formado en 2015 si queremos llegar a 2030 con los deberes hechos.

Si quieres leerte la declaración completa, puedes descargarla aquí.

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