Ya hemos contado cómo el Informe GEM de la UNESCO del próximo año se centraría en analizar el papel de la tecnología para promover la educación en el mundo y ofrecíamos un resumen de las principales líneas de investigación en torno a las que se organizaría el estudio. Hoy queremos aportar las principales lecciones aprendidas de la experiencia de una organización como ProFuturo, en torno a estas líneas de investigación. ¿Cómo utilizar la tecnología para solucionar desafíos como las brechas de acceso, calidad y equidad? ¿Cuáles son los principales riesgos y cómo evitarlos? ¿Cómo incorporar adecuadamente la tecnología a los sistemas educativos de los entornos vulnerables? Sigue leyendo…
Los desafíos de la educación abordados con tecnología
¿Qué hemos aprendido sobre la función de la tecnología a la hora de abordar los desafíos relacionados con el acceso, la equidad y la inclusión?
Antes de contestar a esta cuestión debemos aclarar que, cuando hablamos de entornos remotos y vulnerables, la solución a este desafío, implica lograr conjugar, de manera equilibrada, tres elementos: el acceso, la equidad y la inclusión. Hallar este equilibrio supone:
- Buscar soluciones más allá de lo conectado, con soluciones offline que permitan la transición al mundo online en caso de que se necesite.
- Posibilitar tecnología “integrada” (hardware, software, contenidos instalados, monitoreo…) para ser incorporada en los entornos más desconectados y/o remotos.
- Facilitar una formación tecnopedagógica básica para que docentes y líderes educativos se incorporen a las dinámicas de innovación educativa.
- Trabajar en entornos de emergencia de forma sistémica para que la EdTech posibilite la creación de una enseñanza de calidad en estos entornos.
- Abrir los recursos a entidades y personas que requieren contar de manera imperativa con planes formativos a docentes y contenidos de calidad para el aula, siempre debidamente “organizados” para atender las necesidades de los que cuentan con menos recursos.
¿Qué hemos aprendido sobre la función de la tecnología a la hora de abordar los desafíos relacionados con la calidad?
El que las niñas y niños en entornos vulnerables aprendan utilizando computadoras o dispositivos electrónicos, con el respaldo y la dedicación continua de un docente debidamente formado, es una de las claves fundamentales del refuerzo competencial. Específicamente en aquellos ámbitos competenciales básicos de matemáticas y lectoescritura, así como de ciertas habilidades para la vida adulta que refuerzan la mejora de la interacción del alumno con su entorno. Lo hemos visto con la implementación de proyectos como Jump Math, Matemáticas ProFuturo o el Club 2030.
También es el caso de las competencias digitales, centrales en nuestra era, que no son meramente digitales, sino que se refieren a habilidades blandas esenciales: comunicación y colaboración, procesamiento de información y pensamiento crítico, creación/creatividad en contenidos, resolución de problemas y seguridad. Lo hemos visto en proyectos como LevelUp, Docentes Digitales o Entre Profes.
¿Qué hemos aprendido sobre la función de la tecnología a la hora de abordar los desafíos relacionados con el desarrollo tecnológico?
Entra aquí en acción una de las disciplinas de las que más oiremos hablar en los próximos años: el pensamiento computacional, en la que confluyen los dos ámbitos competenciales mencionados en el punto anterior: el de la competencia lógico-matemática y lectoescritora y el de las competencias digitales y blandas.
En lo que se refiere al pensamiento computacional, hemos visto que no solamente refuerza un área esencial de la competencia lógica-matemática, desde la resolución de problemas, sino que lo hace adaptándose progresivamente a las posibilidades y necesidades de niños y docentes de entornos vulnerables. También combina competencias digitales y blandas, tanto para habilitar a ciudadanos comprometidos con su entorno como para que realicen una inmersión en el idioma del futuro, dominado por la inteligencia artificial y la robótica.
¿Qué hemos aprendido sobre la función de la tecnología a la hora de abordar los desafíos relacionados con la gestión del sistema educativo?
Uno de los ejes centrales que deben caracterizar a los programas de intervención socioeducativa con lo digital pasa, obligatoriamente, por la analítica del dato. No solo para incorporar en el trabajo cotidiano, para la mejora continua, el aprendizaje sobre procesos y resultados eficientes, sino también para ofrecer “datos inteligentes” a los líderes del cambio educativo: los docentes. La gestión de la información debidamente analizada debe ser compartida con colaboradores, centros y docentes para conocer y reconocer las evidencias de aprendizaje y los factores de éxito en los procesos de enseñanza. Conceptos como dashboard, evaluación continua con datos, personalización adaptativa… son posibles cuando los resultados se fundamentan en datos debidamente tratados y analizados.
Cómo evitar los riesgos de la tecnología
¿Qué hemos aprendido sobre las posibles repercusiones negativas de la tecnología en el acceso, la equidad y la inclusión?
Sabemos que los grandes fallos del mundo EdTech en nuestros contextos radican en la “tecnologización” sin incorporación simultánea de la innovación educativa. Tecnología sin innovación pedagógica. Si esto es cierto en todos los contextos educativos, adquiere mucha más relevancia en los contextos vulnerables, donde, además, entra en acción un tercer componente: la necesidad de enfoques específicamente diseñados para estos entornos que tengan en cuenta, por ejemplo, la centralidad de lo colaborativo, la consideración de lo socioemocional, la necesidad de acelerar procesos de aprendizaje inmersivos y personalizados. Temas estos que no suelen contemplarse de forma sistémica en casi ningún programa educativo.
¿Qué hemos aprendido sobre las posibles repercusiones negativas de la tecnología en la calidad de la enseñanza?
Como acabamos de comentar, uno de los posibles riesgos de la tecnología en la educación es la mera replicación tecnológica de modelos educativos obsoletos que no se adaptan a los contextos en los que se desarrollan ni mejoran las destrezas de los alumnos. La tecnología amplía las posibilidades de modelos más adecuados, como el trabajo por competencias. Sin embargo, la clave siempre estará en la adecuada capacitación docente, que ha de orientarse a la triple dinámica innovadora que el reto de la EdTech exige: innovación pedagógica/educativa, innovación digital y, en entornos vulnerables, innovación en la intervención social.
¿Qué hemos aprendido sobre las posibles repercusiones negativas de la tecnología en el desarrollo tecnológico?
En este sentido, el mayor problema que se puede observar en la educación con tecnología es la excesiva admiración por lo tecnológico. Una visión algo totémica que implica la falsa creencia de que la incorporación de la tecnología puede resolver cualquier problema que se presente. La solución a este problema radica, una vez más, en la adecuada hibridación de la tecnología con las prácticas educativas. El peligro de acabar con alumnos “tecnológico-dependientes” puede abordarse con una visión de la tecnología bien insertada en los procesos de aprendizaje, que permita que los estudiantes sean protagonistas en el uso adecuado de la tecnología para “activar” sus aprendizajes y competencias. En este caso, podemos volver al ejemplo del pensamiento computacional, a través del cual el alumno domina y controla el lenguaje de la máquina, en lugar de dejarse controlar por ella.
En resumen, los sistemas educativos, centros y profesionales de la educación habrán de afrontar lo tecnológico como una variable central en su planificación pedagógica, pero sin olvidar que la pedagogía (desde la innovación) debe ser siempre el norte de su sistema.
¿Qué hemos aprendido sobre las posibles repercusiones negativas de la tecnología en la gestión del sistema educativo?
La paralización del funcionamiento y seguimiento de los sistemas por sobresaturación de datos es un peligro recurrente de cualquier sistema de gestión de datos. En el futuro, esto podrá ser un problema para nuestros sistemas educativos, en tanto se vayan generando datos desde diferentes plataformas educativas y administrativas.
Por ello urge el diseño e implementación de una adecuada política de gestión de datos, con el acicate de la incorporación de la inteligencia artificial en sus múltiples derivadas en los sistemas educativos: plataformas adecuadas, expertos y compañías que acompañen en los procesos de implantación, formación a distintos niveles entre los agentes involucrados (gestores de las administraciones públicas, rectores, docentes…).
Porque incorporar en el día a día de las escuelas los algoritmos inteligentes será garantía de un correcto monitoreo de los programas, de un adecuado seguimiento educativo y administrativo de los alumnos, de la incorporación de medidas públicas oportunas para la resolución de problemas y, sobre todo, de una gestión administrativa más sencilla y menos demandante.
Cómo evitar las brechas entre estudiantes y escuelas
Estas brechas no se refieren únicamente a brechas de acceso. Hablamos también brechas en el uso pedagógico de la tecnología. Este uso pedagógico requiere de la formación, a docentes y centros, sobre la didáctica del aula con tecnología. Esto solo será posible desde una implantación sistémica que considere al centro educativo como lugar de intervención y sitúe a los docentes y directivos en el liderazgo de esa transformación. Solo desde el empoderamiento de estas instituciones podrán los países conseguir que la tecnología sea una herramienta realmente eficaz en la mejora de la calidad educativa, y que lo digital no sea una brecha añadida a la socioeconómica, sino el medio para su reducción.
Cómo incorporar la tecnología en los sistemas educativos más vulnerables
La reforma de los planes de estudio
En este sentido, se impone la necesidad de un ajuste curricular, más centrado en la adquisición de competencias más que en el aprendizaje de contenidos. Y, entre estas competencias, las transversales digitales adquieren una importancia fundamental. La tecnología es un medio imprescindible para el trabajo de las competencias, tanto de docentes como de alumnos. Sin embargo, es imprescindible un avance más acelerado en temas como la inclusión del Pensamiento Computacional en las currículas nacionales, la habilitación acreditada de competencias digitales en la práctica del aula o la dotación adecuada a los docentes para su trabajo colaborativo en red y su formación continua.
El rediseño del material didáctico
Con la irrupción de la tecnología en el aula, el libro de texto debe evolucionar hacia el mundo de los llamados Recursos Educativos Digitales. El trabajo por competencias implica también un nuevo rol del docente como creador, elaborador o curador de sus propios contenidos digitales para el aula. Esta es una labor compleja (especialmente en entornos vulnerables), pero esencial para reducir las brechas socioculturales y digitales.
Se necesitan medios y formación para aprender a utilizar la enorme capacidad de la tecnología (plataformas, recursos en abierto…) y conseguir que el material didáctico sirva a esta “nueva educación desde lo digital”. También se requiere, de las instituciones públicas, la creación de los marcos legales adecuados para que los recursos digitales, creados por distintas organizaciones, puedan ser puestos a disposición de los colectivos que más lo requieran para su uso, modificación y disfrute.
Apoyo al personal docente
Todo esto sería completamente irrealizable sin la participación del personal docente, por lo que el apoyo y el acompañamiento a su figura y a su labor se convierte en la pieza clave de todo este proceso de incorporación de la tecnología a la educación. Este apoyo no se entiende únicamente en términos de una formación adecuada, práctica, colaborativa y continua, desde los inicios de su carrera profesional; también deberán acreditarse convenientemente todos sus reconocimientos y esfuerzos, tradicional y digitalmente (por ejemplo, a través de microcredenciales) y proporcionarles los medios adecuados según sus necesidades y posibilidades (itinerarios formativos adaptados, capacitación a demanda, entornos abiertos de recursos inteligentes, píldoras formativas adaptadas…).
Resumiendo: la aplicación de la tecnología a la educación en entornos vulnerables puede ayudar a resolver muchos de los grandes retos de acceso, equidad, inclusión y calidad a los que se enfrentan los sistemas educativos de muchos países. Sin embargo, nunca debemos olvidar que la tecnología es un medio y no un fin en sí mismo y que, si queremos que sirva al propósito de disminuir brechas educativas, la “pedagogía digital” y la formación docente en relación con esta deben situarse en el centro de nuestra visión.