La virtualización de la educación: de la emergencia a la planificación
Cuando en marzo de 2020 la pandemia de COVID-19 puso patas arriba nuestras sociedades, hacía ya tiempo que muchos sectores, como el sanitario, habían abrazado los grandes avances tecnológicos. Sin embargo, la educación permanecía anclada en un pasado bastante remoto en el que, mientras la tecnología y la inteligencia artificial avanzaban a pasos agigantados, los niños seguían aprendiendo con enfoques anacrónicos heredados de la Revolución Industrial.
Entonces, un virus microscópico lo cambió todo y millones de estudiantes se vieron inmersos, de repente y sin quererlo, en el mayor experimento educativo de la historia. Con las escuelas cerradas, la incorporación de las nuevas tecnologías en el sector de la educación, que hasta ese momento se había producido de forma incipiente, aislada y dispar, se convirtió en un imperativo que puso a prueba los sistemas escolares.
La crisis promovió los esfuerzos previos de incorporación de tecnologías digitales de una forma que ninguna política pública anterior había logrado. Pero también fue un impulso improvisado que respondió más a una solución de emergencia que a un proceso planificado orientado a hacer un uso pedagógico de la tecnología para enriquecer el aprendizaje.
Pero la pandemia también sirvió para poner la educación en el centro de la agenda de organizamos nacionales e internacionales, y saltó de las páginas de publicaciones académicas y especializadas a los medios de comunicación generalistas y masivos. ¿Están recibiendo los estudiantes la formación que necesitan? ¿Cómo garantizar el acceso universal a una educación de calidad? ¿Puede la tecnología ayudar a esta universalización o amplificará aún más la brecha de aprendizaje? ¿Están capacitados los docentes para incorporar la tecnología en sus clases? ¿Cuál debe ser su papel ante una posible transformación de la educación? ¿Cómo aprovechar la inercia de este cambio improvisado y sus aprendizajes para provocar una transformación digital virtuosa del sector educativo?
En este contexto, el estudio Políticas digitales en educación en América Latina, publicado por UNESCO y UNICEF, busca contribuir a este debate identificando y sistematizando los aprendizajes y las nuevas capacidades instaladas en el escenario de la enseñanza remota para capitalizar estas lecciones aprendidas y promover el desarrollo de políticas digitales que permitan flexibilizar los modelos educativos para hacerlos mejores y más inclusivos.
El estudio, que pone el foco en las políticas nacionales, se ha hecho a través de seis estudios de caso de países de la región: Argentina, Chile, Colombia, Costa Rica, México y Uruguay.
El estado de la cuestión
¿Qué se observó en estos estudios de caso? Lo resumimos a continuación:
- Brechas de acceso y conectividad. La brecha de acceso a las tecnologías digitales fue, en toda la región, uno de los principales obstáculos a sortear en el marco de la pandemia. Aunque ha habido esfuerzos para ampliar la cobertura y democratizar el acceso, la brecha sigue existiendo y es profunda.
- Construcción de capacidades docentes. Todos los países del estudio desarrollaron gran diversidad de iniciativas orientadas al acompañamiento y a la construcción de capacidades TIC entre los docentes. El rasgo común de estas experiencias ha sido la focalización sobre las necesidades pedagógicas vinculadas con la enseñanza remota de emergencia. También se destaca la emergencia de redes de apoyo y de comunidades de práctica virtuales. La evidencia señala que, como resultado de este proceso, las capacidades digitales de muchos docentes se incrementaron, fijando un nuevo piso para pensar las políticas de formación en el futuro.
- Gestión de la información educativa para tomar decisiones. La pandemia puso en marcha diversas iniciativas relativas con la gestión de la información educativa destinada a aportar insumos para el gobierno del sistema y para apuntalar el proceso de toma de decisiones. De hecho, las plataformas digitales adquirieron un rol clave en relación con el registro, el procesamiento y la sistematización de la información. Podría decirse que esta ha sido una de las líneas más novedosas de esta etapa, aunque sus avances son por ahora limitados.
- Persisten las prácticas transmisivas, ahora virtualizadas. La virtualización de la enseñanza condujo al aumento del volumen de la experimentación pedagógica. Sin embargo, es necesario destacar que, en términos generales, aún persisten las prácticas transmisivas enmarcadas en la lógica de la enseñanza directa, aunque ahora están mediadas por los entornos virtuales. Las tecnologías no pudieron romper la inercia de un modelo pedagógico todavía arraigado, incluso en aquellos casos donde las condiciones de conectividad eran adecuadas.
- Alianzas público-privadas. La intensificación de las alianzas público-privadas fue clave en la búsqueda de soluciones para la conectividad, la producción de contenidos, el desarrollo de plataformas digitales y la formación docente, en un contexto de restricciones presupuestarias crecientes.
- Desaceleración de las iniciativas TIC. El retorno a las aulas, todavía parcial e intermitente, ha sido acompañado por el detenimiento o por la desaceleración de las iniciativas TIC.
¿Y cuales son los aprendizajes que nos dejan las tendencias observadas en estos estudios de caso? Este Observatorio ha tomado nota de estos aprendizajes y los ha hecho suyos para convirtiéndolos en sugerencias de acciones de política.
- Sin acceso no hay inclusión educativa. Una vez más se ha puesto en evidencia que las políticas de acceso constituyen la condición necesaria para el desarrollo de las políticas de inclusión digital educativa en la región.
- Convertir la integración fragmentada, incidental y experimental de la tecnología en educación en un impulso coordinado y planificado. Hasta 2020, la penetración de las tecnologías digitales en los sistemas educativos fue, en términos generales, fragmentada, incidental y asociada con algunos proyectos específicos, solo de alcance limitado o experimental. La situación también demostró que existen enormes brechas entre los marcos de definición política sobre la integración de la escuela con la sociedad digital y sus auténticas concreciones a nivel del sistema.
- Promover y fortalecer nuevos espacios de colaboración docente. Una de las grandes innovaciones que ha promovido la situación de aislamiento ha sido la construcción de colectivos docentes nacionales y transnacionales, de redes virtuales de ayuda y colaboración entre pares, y de producción cooperativa. Estos espacios marcan un rumbo novedoso en el diseño de estrategias de capacitación entre pares que debe ser analizado y promovido.
- Afianzar la importancia de las alianzas multisectoriales para la implementación de las políticas digitales. Al observar la gestión de las respuestas, es importante reconocer el valor de una estrategia valiosa que fue motorizada por la emergencia sanitaria: se trata de la construcción de alianzas multisectoriales. En efecto, estos acuerdos resultaron clave en la organización de las respuestas en la emergencia. De manera particular, se destacan las alianzas entre el sector público y el privado, pues potenciaron y permitieron hacer frente a los límites presupuestarios. Estas colaboraciones se presentan como muy auspiciosas, pensando en el desarrollo de políticas en el mediano plazo.
- Ayudar a la construcción de una visión de estado. Los países necesitan construir una visión integral y sostenible de la inclusión digital educativa no solo alineada con las políticas del sector educativo sino también con las políticas de transformación digital de los estados. Ello requiere de consensos que puedan sostenerse más allá de los cambios de las gestiones gubernamentales.
- Priorizar la toma de decisiones basada en la inteligencia de datos. Además de priorizar el acceso, se precisa fortalecer los sistemas de información para favorecer la toma de decisiones y definir procesos de análisis y circulación permanente de resultados, que agreguen valor a los diferentes usuarios de la información y que estén concebidos y definidos en torno a unos objetivos cualitativos de mejora continua del sistema.
- Invertir más y mejor. Avanzar en la transformación digital de los sistemas educativos demanda inversiones sostenidas y esta situación es especialmente problemática en contextos de restricción presupuestaria como los que presentan todos los países de la región. Las decisiones sobre el financiamiento no son exclusivamente técnicas sino también políticas. Una evaluación rigurosa de la relación entre costos y usos efectivos permitiría una mejor administración de los recursos, que siempre son escasos.
Sabemos que las nuevas tecnologías poseen un gran potencial para expandir el acceso a la educación de calidad para todas las niñas y niños del planeta. Pero para liberar ese potencial y evitar que se profundicen aún más las desigualdades es muy importante tener una fotografía nítida y precisa de la situación que nos permita idear e implementar las políticas adecuadas. Hará falta creatividad, innovación, planificación e inversiones.
La pandemia ha resultado ser un ejercicio extraordinario de detección de necesidades competenciales digitales para el siglo XXI. El grado de toma de conciencia de las posibilidades y demandas ha sido generalizado y consensuado, por lo que esta historia no puede acabar en una involución, con el retorno a modelos pedagógicos y didácticos pasados que han demostrado su ineficacia para resolver las brechas educativas de los países latinoamericanos.
Si quieres conocer más detalles y echar un vistazo al estudio completo, descúbrelo aquí.