¿Una “tragedia” educativa? Entre la miopía pedagógica y el optimismo tecnológico

Una tragedia educativa. Así ha calificado un reciente estudio de Unesco la situación generada por el uso de tecnologías durante la pandemia. En este artículo, con la ayuda de este estudio, vemos cómo la dependencia tecnológica afectó a millones de estudiantes, profundizando brechas y desafíos, analizamos las lecciones aprendidas y delineamos las claves para un futuro educativo equilibrado, que priorice el bienestar de docentes y estudiantes, mientras repensamos el papel de las tecnologías en las aulas.

¿Una “tragedia” educativa? Entre la miopía pedagógica y el optimismo tecnológico

La tecnología: ¿una tragedia para la educación?  (2023) analiza el impacto de la implementación de las soluciones basadas en tecnología educativa (Edtech) en los procesos de aprendizaje durante la crisis de COVID-19. Haciendo uso de la figura de la ‘tragedia’ como forma literaria, la investigación revisa críticamente las diversas decisiones tomadas por los gobiernos, las escuelas y las empresas tecnológicas para responder al cierre forzado de los centros educativos, que afectó a más de 1.600 millones de estudiantes a nivel mundial y que se extendió durante el periodo 2020-2022.

Frente a la crisis, los gobiernos identificaron en las tecnologías digitales una solución para mantener la continuidad de la educación formal y depositaron sus esperanzas en la implementación de herramientas poco probadas. Esta elección se fundamentó en la creencia de que los problemas pueden ser resueltos mediante la aplicación de tecnologías (“solucionismo” tecnológico), y en la confianza de que estas contribuirían al diseño de estrategias más flexibles y personalizadas.

Cuando las tecnologías educativas se analizan y se aplican desligadas de procesos pedagógicos concretos, parece que la digitalización de la enseñanza permitirá transformar  las escuelas y movilizar los esfuerzos hacia cambios innovadores y audaces. Sin embargo, una vez instaladas en la escuela y en las aulas, esa visión tiende a desvanecerse generando más dudas que certezas. ¿En qué condiciones puede la tecnología educativa garantizar y promover el derecho a la educación? ¿Cuáles son sus alcances y limitaciones para repensar la transformación educativa? ¿Desde dónde nos situamos para recoger las lecciones aprendidas de este periodo y reflexionar sobre el futuro de la educación? En esta publicación analizamos los principales hallazgos del estudio de Unesco y delimitamos las reglas del juego para conocer las oportunidades y riesgos que presenta el campo de la  Edtech.

Un zoom tecnoeducativo: el optimismo tecnológico

El estudio señala que la tecnología educativa no respondió adecuadamente a las expectativas y se quedó lejos de lo que se esperaba de ella. Cerca de 500 millones más de estudiantes fueron excluidos por el giro tecnoeducativo. La investigación enfatiza que la dependencia exclusiva de herramientas digitales mermó significativamente la experiencia educativa, redujo los aprendizajes (especialmente el de los grupos más desfavorecidos) e influyó negativamente en las dinámicas escolares y familiares que enmarcaron el contexto educativo durante la crisis sanitaria. 

Otro de los efectos identificados, producto de la dependencia tecnológica durante la pandemia, fue la profundización de barreras de acceso a la educación de los grupos más excluidos de la sociedad y el impacto en el bienestar físico y emocional de niños, niñas y jóvenes, debido a un mayor aislamiento y a las dificultades de socialización y movimiento derivadas de una vida permanentemente conectada. La imagen siguiente sintetiza las principales consecuencias reconocidas por el estudio.

Edtech

El estudio realiza un llamado de atención al modo en que las herramientas tecnológicas están cambiando las prácticas educativas e invita a reflexionar sobre los efectos que puede tener sobre el derecho a la educación una enseñanza gestionada desde las grandes corporaciones. Al igual que los hallazgos del informe GEM 2023, se señala la necesidad de promover que estudiantes, docentes y escuelas sigan siendo el centro del quehacer educativo, y propone una reorientación equilibrada de los enfoques Edtech para aportar con sus herramientas a potenciar el aprendizaje, sin marcar la agenda educativa o sustituir la presencialidad.

Superando las barreras

Junto a estas advertencias, se ofrecen cuatro grandes orientaciones para superar esta “tragedia”.

  1. Priorizar el interés de docentes y estudiantes dentro del proceso educativo, para rediseñar los entornos en línea, entregar mayor autonomía al profesorado y regular las experiencias digitales en beneficio del bienestar integral de las personas.
  2. Fortalecer el aprendizaje presencial y el valor de la escuela como institución fundamental del entramado social, reconocer la diversidad educativa y analizar las soluciones que ofrecen las tecnologías en función de su pertinencia y alcance.
  3. Reforzar la conectividad y las capacidades y los contenidos digitales abiertos para que nadie se quede atrás, especialmente los grupos más excluidos.
  4. Proteger el derecho a la educación y garantizar un aprendizaje seguro, accesible e integral. Para Unesco, los gobiernos y las comunidades no deben limitarse a reaccionar ante la transformación tecnológica, sino que dirigirla hacia los objetivos esenciales de la educación.

Edtech

Una visión panorámica o la necesidad de superar la miopía pedagógica

Si bien el estudio nos acerca a conocer las consecuencias de la pandemia, el arco de la “tragedia tecnoeducativa” apunta a la confianza desmesurada en la Edtech para dar respuesta a un periodo educativo extremadamente complejo. La evidencia disponible no permite aún determinar con exactitud los efectos educativos atribuibles al uso de tecnologías: esto es, saber si contuvo, mejoró o empeoró los resultados de aprendizaje. No sabemos tampoco en qué medida impactaron en el aprendizaje otros fenómenos, como la interrupción misma de la enseñanza presencial o el cambio en las dinámicas familiares producto del encierro. Junto a esto, los datos recogidos, principalmente en inglés y sobre experiencias del norte global (especialmente Estados Unidos), nos ofrecen una visión parcial y generalizada que no es aplicable a todos los contextos.

Necesitamos avanzar hacia una educación situada, intencionada y orientada por decisiones pedagógicas.

El optimismo tecnoeducativo nos ha llevado a centrarnos en las tecnologías como solución a los problemas de la educación, perdiendo de vista lo más importante: la necesidad de fomentar una mejor pedagogía que promueva aprendizajes y atienda a las necesidades de la comunidad. Las tecnologías desempeñan un papel importante en este desafío, a través de la promoción de mayores oportunidades de acceso a los contenidos, la personalización de la enseñanza y el diseño de entornos de aprendizaje más atractivos y colaborativos, entre otros. Pero no sustituyen las interacciones en el aula y las múltiples acciones que constituyen la vida de las escuelas.

Comprender la experiencia vivida por las comunidades educativas en pandemia es fundamental para analizar críticamente sus efectos y tomar decisiones informadas sobre las futuras aplicaciones tecnológicas en la educación. Necesitamos avanzar hacia una educación situada, intencionada y orientada por decisiones pedagógicas. Esto significa diseñar experiencias de aprendizaje, mediadas por tecnologías u otras herramientas, que se orienten al logro de los propósitos sociales de la educación. Una invitación a definir con qué lentes miramos el componente educativo y tecnológico de la Edtech.

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