Los profesores han sido siempre el motor de los sistemas educativos. Sin ellos, resulta imposible ofrecer una educación de calidad, inclusiva y equitativa a todos los estudiantes y lograr la consecución de los objetivos educativos de la Agenda 2030. Sin embargo, según datos de la UNESCO, el déficit de docentes, hoy en el mundo, se calcula en torno a los 69 millones.
Pero no solo la cantidad de profesores está aún lejos de los mínimos necesarios para llegar a los Objetivos de Desarrollo Sostenible. La calidad del docente es el elemento más importante y decisivo en el aprendizaje y bienestar de niños y niñas. Lo dice el Banco Mundial y varios estudios que demuestran que la diferencia entre un maestro de mala calidad y uno excelente puede incrementar (o disminuir) el aprendizaje en varios años. Sin embargo, en muchos lugares (especialmente África subsahariana y sur de Asia) un alto porcentaje de profesores carece tanto de la formación pedagógica como de las cualificaciones académicas necesarias para ofrecer a sus estudiantes un aprendizaje de calidad.
En estas circunstancias, están surgiendo diferentes iniciativas que aprovechan las nuevas tecnologías para ofrecer formación a los docentes en los entornos vulnerables. Pero la concepción, el diseño y el desarrollo de estas plataformas debe realizarse cuidadosamente si pretendemos que cumplan eficazmente sus objetivos y no se queden a medio camino. El Observatorio ProFuturo ha hablado con Carlota Tovar, directora de la Fundación Universidad Camilo José Cela, organismo que, junto a la Institución Educativa SEK, han puesto en marcha una de estas plataformas. Ella nos ha contado cómo fue el proceso de creación de su plataforma y pone a nuestra disposición sus descubrimientos y lecciones aprendidas.
Qué es Each Teach: Contenido, comunidad y mentorización
Each Teach es una comunidad global de aprendizaje para el profesorado basada en un modelo híbrido de enseñanza, que combina la formación online, ofrecida desde una plataforma digital multicanal (funciona en móviles, tabletas y portátiles), con mentorías presenciales: “Queríamos ofrecer no solamente el contenido, sino todo el entorno necesario para dinamizar el aprendizaje. Así, tenemos un repositorio de contenido con información que vamos creando en función del proyecto y las necesidades; tenemos un área para que los profesores contacten unos con otros y fortalezcamos e impulsemos el aprendizaje entre pares, y tenemos una tercera área, que es el área de mentorización, a través de la cual el profesorado recibe el apoyo constante de un conjunto de mentores. De esta manera así conseguimos ese pack completo de formación para el profesorado”.
El proyecto surgió en 2019 en el seno de la Institución Educativa SEK, de la mano de su Fundación Universidad Camilo José Cela, que ya contaban con una larga tradición de impulsar la educación en contextos vulnerables, particularmente en el ámbito de refugiados. “Nosotros ya habíamos abierto las aulas a la formación de refugiados en nuestros grados y teníamos la necesidad de escalar y ampliar el proyecto”.
Docentes el cuello de botella del sistema educativo
Aunque, hasta aquel momento, el centro de su acción lo habían constituido los estudiantes, vieron que “en el corazón de las mayores deficiencias que tenían los sistemas educativos se encontraba el profesorado, un profesorado que no estaba bien formado” y que esto se estaba convirtiendo en “el cuello de botella del sistema educativo”. Fue entonces cuando deciden lanzar la iniciativa y comienzan a pensar cómo diseñar una plataforma digital que ayudase a la formación del profesorado, poniendo el foco inicialmente en contextos vulnerables.
Aprendiendo del campo de refugiados de Kakuma
“El primer punto de actuación aparece en el campo de refugiados de Kakuma, en Kenia, donde decidimos hacer una primera visita para estudiar y hacer un análisis de campo de las situaciones de este contexto”.
En Kakuma confirman que, efectivamente, es necesario impulsar la formación del profesorado de una manera muy urgente y descubren que, en contra de todo pronóstico, “la tecnología móvil está al alcance de todo profesor”.
En Kakuma también se dieron cuenta de que las numerosas iniciativas de formación docente que se habían iniciado en el campo se quedaban a medio camino: “hay muy buena voluntad por parte de muchísimas universidades y ONG, y el problema principal lo tenemos en que llegamos, desembarcamos, damos una formación básica inicial, pero luego la dificultad está en mantener esta formación a lo largo del tiempo. Todo comienza con una formación básica, con unos principios pedagógicos básicos, pero luego el siguiente nivel nunca llega. De manera que el profesor recibe formación de entidades muy diferentes, pero se queda atascado en un determinado nivel de desarrollo y no puede continuar”.
¿Qué hace que estas iniciativas se interrumpan y no continúen en el tiempo?” Los motivos por los que esto se ha quedado atascado son muy diversos”, contesta Tovar. “Uno de los problemas graves que tenemos es la falta de financiación: la competitividad a la hora de buscar financiación es muy alta y no podemos negar que, en muchas ocasiones, los financiadores sienten interés por una iniciativa, pero en el momento en el que esta tiene que pasar al siguiente nivel, prefieren invertir en algo nuevo e incorporar innovación y novedad en su cartera de inversiones; y entonces los proyectos se estancan”.
El otro problema grave que existe, según explica esta responsable, es conseguir un balance adecuado entre la certificación nacional, los requerimientos locales de estos contextos en función del currículo local, y las necesidades más internacionales. Competencias que hablan de cómo ser profesor en un contexto más global: “hay muchos procesos de discusión para llegar a acuerdos sobre qué tiene que tener esta formación para que satisfaga ambas necesidades, y muchas veces la falta de llegar a un punto de acuerdo común hace que estos procesos se interrumpan y no continúen en el tiempo”.
El diseño de Each Teach: cocreación y colaboración
Una vez estudiados los retos, comenzó el proceso de creación del proyecto y la plataforma. Así, para involucrar a todos los actores que estaban participando, especialmente a los docentes, deciden implicarles en el diseño: “Con el apoyo de la Fundación Mujeres por África y de ACNUR, invitamos a la Universidad Camilo José Cela a tres profesoras del campo de refugiados. Y así comenzamos un proceso de cocreación y de codiseño en el que estas profesoras reciben formación y a su vez nos empiezan a dar pautas de cómo tendría que ser esta plataforma, tanto desde un punto de vista de la usabilidad y del diseño tecnológico, como del pedagógico (cómo estaban acostumbrados ellos a formarse) y también de contenidos (cuáles eran los contenidos prioritarios con los que tendríamos que empezar con este tipo de formación).
Por otra parte, la visita a Kakuma y el análisis del contexto les llevó a ver que, para tener éxito en la iniciativa y no quedarse en la fase inicial como la mayoría, necesitaban crear una red de socios “que tocase todos los palos”. Tampoco querían inventar la rueda: “empezamos por ver cómo aprender de los que ya había estado en el mismo lugar que nosotros; enriquecernos de las experiencias ya comenzadas para descubrir cómo pasar al siguiente nivel y no quedarnos estancados donde siempre”.
“Ir acompañados y beber de lo que ya se ha hecho”. Esa fue la primera gran enseñanza de Kakuma. Así empezaron a trabajar con ICEFIL (International Center for Excellence in Innovative Learning), una organización, formada por varias universidades, con gran experiencia en el campo y un modelo muy exitoso pero cuya plataforma de formación online no acababa de “enganchar” a los docentes debido a la forma en la que se les ofrecían los contenidos: documentos muy largos, con mucha información y contenido y muy poca práctica. “Con ellos empezamos un proceso de rediseño pedagógico y tecnológico para convertir esos PDFs en píldoras de contenido amigables para el profesor, que les enganche a la plataforma y les permita seguir un aprendizaje autónomo, y para incorporar el acompañamiento individualizado y personalizado a través de mentores”.
Por otro lado, y para poder conseguir ese balance que mencionábamos antes, entre la certificación internacional y local y estar bien alineados con los currículos formativos locales de cada país, es imprescindible ir de la mano de los gobiernos locales. “Los docentes deben ver en su formación un valor añadido para su desarrollo profesional. Deben ver cómo pueden vincularla a su práctica diaria y cómo lo que están aprendiendo les va a ayudar a ejercer su profesión de una mejor manera. Ese fue uno de los puntos más importantes de lo que nos contaron los docentes: el para qué de lo que están recibiendo y el garantizar que eso puede tener una puesta en práctica pragmática y realista en el entorno en el que se desenvuelven”.
El resultado de todo este proceso de investigación y aprendizaje es una plataforma educativa que demuestra, una vez más, cómo la tecnología, bien utilizada, puede ayudarnos a superar algunas de las barreras a las que estudiantes y profesores de contextos vulnerables deben hacer frente cada día.