Los dispositivos digitales se encuentran ya fuertemente integrados en la vida de nuestras niñas, niños y adolescentes. Los mal llamados nativos digitales (la mayoría de ellos son más bien, huérfanos digitales que se enfrentan al uso de las nuevas tecnologías sin guía ni acompañamiento adulto) acceden a la tecnología cada vez más temprano y la usan en casi todos los aspectos de su vida como una extensión de su propio cuerpo. La escuela no es una excepción. Y, por supuesto, la polémica está servida. Dispositivos digitales en las aulas, ¿sí o no? En este artículo vemos qué dice la OCDE al respecto, basándose en los resultados de la última edición del famoso informe PISA, que por primera vez ha preguntado a los estudiantes por el uso de los dispositivos digitales en las aulas y ha analizado sus consecuencias.
El uso moderado y regulado de los dispositivos digitales en las escuelas se relaciona con mejores resultados de aprendizaje
Los hallazgos de PISA 2022 revelan que los estudiantes de 15 años que usan dispositivos digitales de manera moderada para el aprendizaje en la escuela tienden a tener un mejor desempeño y reportan un mayor sentido de pertenencia en la escuela. Así, los estudiantes que dedicaron de una a cinco horas diarias al aprendizaje en dispositivos digitales lograron mejores resultados de aprendizaje que aquellos que no los usaron.
Los datos de PISA revelaron otra tendencia interesante: aquellos estudiantes que usan sus dispositivos recreativamente hasta una hora al día, obtienen mejores resultados que los que no lo hacen. A partir de una hora de uso recreativo, los resultados educativos comienzan a descender. En promedio, en los países de la OCDE, los estudiantes que pasaron hasta una hora al día en actividades de ocio en dispositivos digitales en la escuela obtuvieron 49 puntos más en matemáticas que sus compañeros que pasaron de cinco a siete horas diarias pegados a sus pantallas, incluso después de ajustar los perfiles socioeconómicos de los estudiantes y las escuelas.
Fuera de la escuela se observa un patrón similar: el uso moderado de dispositivos digitales para el aprendizaje (hasta tres horas por día de fin de semana) está relacionado con un mejor rendimiento y un mayor sentido de pertenencia en la escuela, mientras que pasar hasta cinco horas por día de fin de semana en dispositivos para el ocio también tiene una correlación positiva con el rendimiento. En contraste, los estudiantes que pasan más de tres horas reportan un menor sentido de pertenencia en la escuela.
Estos datos sugieren claros beneficios para el uso moderado y regulado de los dispositivos digitales en las escuelas y de la integración intencional de la tecnología educativa en el currículo escolar.
Los dispositivos digitales y las distracciones
La cara B de la presencia de estos dispositivos es la de la distracción. Así, casi uno de cada tres estudiantes, en promedio en los países de la OCDE, informó que se distrae usando dispositivos digitales en la mayoría o en todas las clases de matemáticas. Si acercamos la lupa a cada uno de los países, vemos que el porcentaje más alto lo tiene Argentina y Uruguay, donde más de un 50% de los estudiantes confiesan distraerse, y el mínimo corresponde a Japón, donde solo se distraen el 5% de los alumnos.
Otro dato a tener muy en cuenta es el porcentaje de estudiantes que declararon que su atención se desvió debido al uso que otros estudiantes hacían de sus teléfonos, tabletas o laptops en al menos algunas clases de matemáticas. En este caso, los porcentajes más altos también corresponden a Argentina y Uruguay (39% y 41%, respectivamente) y los más bajos a Corea y Japón (10% y 5%).
Como era de esperar, esta “distracción digital” parece tener una asociación tangible con los resultados de aprendizaje, según PISA: los estudiantes que informan distraerse con el uso que sus compañeros hacen de los dispositivos digitales en algunas, la mayoría o todas las clases de matemáticas obtienen puntuaciones significativamente más bajas en pruebas de matemáticas, equivalente a tres cuartos de un año de educación.
Estos datos ponen de manifiesto cómo el uso de dispositivos digitales en las aulas se ha convertido en un arma de doble filo. Por un lado, estos dispositivos pueden ampliar el acceso a recursos de aprendizaje a los estudiantes más vulnerables. Por otro lado, los dispositivos y sus múltiples “tentaciones” distraen su atención hacia otro tipo de actividades no académicas lo que puede afectar su concentración y, en consecuencia, su rendimiento académico.
Importa más el cómo que el cuánto
También es importante matizar que no todos los dispositivos digitales contribuyen igualmente a la distracción. Los teléfonos inteligentes, con sus notificaciones, aplicaciones y alertas constantes, son mucho más “culpables” que otros dispositivos digitales como, por ejemplo, una tableta cargada con software educativo. Esto, según PISA, apoya otras investigaciones emergentes que indican que lo que los niños y niñas consumen y hacen en los entornos digitales es tan importante como la cantidad de tiempo que pasan usando los dispositivos.
Como se refleja en los datos de PISA, un aspecto crítico que no debe pasarse por alto es el contexto en el que los niños usan las pantallas. Por ejemplo, la naturaleza del contenido que se visualiza y las interacciones durante el tiempo frente a la pantalla son probablemente factores importantes. Algunos estudios han mostrado una correlación positiva entre las habilidades de alfabetización de los niños y el tiempo que pasan viendo pantallas con sus familias. Mientras que se observó un vínculo negativo cuando los niños veían pantallas solos, surgió una asociación positiva cuando los padres veían pantallas junto con sus hijos. Esto subraya el valor potencial de la calidad de las interacciones durante el tiempo frente a la pantalla.
Esto está respaldado por otras investigaciones de la OCDE sobre el impacto de la tecnología en niños y niñas de dos a seis años. Según el informe de la OCDE Empowering Young Children in the Digital Era, el tiempo frente a la pantalla puede ser positivo si es supervisado y se centra en contenido educativo. Las tecnologías digitales pueden potencialmente enriquecer las actividades de aprendizaje a través de características interactivas, y sentar las bases para habilidades cruciales en la vida posterior, como fomentar el interés en campos como la inteligencia artificial, la programación y la ingeniería.
¿Prohibir o no prohibir?
Así las cosas, no sorprende que el debate esté servido. PISA advierte: aunque la prohibición de teléfonos inteligentes en las escuelas es una medida que puede ayudar a mitigar las distracciones, su efectividad depende mucho de cómo la implemente el centro. Los datos nos dicen que, incluso en escuelas donde se ha prohibido el uso de teléfonos, el 29% de los estudiantes dijo usarlos varias veces al día.
Además, hay que tener cuidado con los efectos indeseados de la prohibición. En las escuelas con prohibiciones de teléfonos en Canadá, Chile, Indonesia, Corea, Nueva Zelanda, Perú, Filipinas, la República Eslovaca y Taipéi Chino, los estudiantes eran menos propensos a desactivar las notificaciones de redes sociales y aplicaciones en sus dispositivos digitales al ir a dormir. Los datos sugieren que incluso en las escuelas con prohibiciones, los estudiantes pueden tener dificultades para adoptar un comportamiento responsable con respecto al uso de teléfonos.
Por ello, PISA aboga por una integración intencional de las tecnologías digitales en el entorno educativo. Esto incluye la regulación del uso de dispositivos, la capacitación de los docentes para manejar la tecnología de manera efectiva en sus métodos de enseñanza y la integración de la alfabetización mediática y digital en los currículos educativos.
Acciones recomendadas para las escuelas
Desde el Observatorio queremos contribuir al debate recomendando algunas acciones y medidas que pueden maximizar los beneficios de las tecnologías digitales al tiempo que mitigan los riesgos asociados a estas.
- Promover la alfabetización digital: incluir la alfabetización digital en los planes de estudios escolares para que los estudiantes aprendan a usar las tecnologías de manera responsable y crítica, evaluando las fuentes y verificando la información.
- Capacitar a los docentes: proveer formación continua para que los maestros desarrollen competencias digitales y puedan integrar efectivamente las tecnologías en sus métodos de enseñanza.
- Regular taxativamente el uso de dispositivos móviles dentro de las escuelas: establecer directrices claras sobre el uso de dispositivos digitales en las escuelas, con indicaciones específicas sobre cómo y en qué circunstancias pueden usarse estos dispositivos. Estas políticas deben comunicarse claramente a estudiantes, padres y personal escolar e implementarse de forma consistente.
- Fomentar hábitos saludables: alentar actividades físicas y otros hábitos saludables, promoviendo la participación de los estudiantes en deportes y otras actividades extracurriculares que no impliquen el uso de dispositivos digitales.
- Designar zonas libres de tecnología: Señalar ciertos tiempos y lugares como zonas libres de tecnología, para promover la interacción directa entre los estudiantes.
- Monitorear y evaluar: Implementar sistemas para monitorear el impacto de las tecnologías digitales en el rendimiento académico y el bienestar de los estudiantes, ajustando las políticas según sea necesario.