Aunque aún no somos del todo conscientes, la inteligencia artificial está transformando prácticamente todos los aspectos de nuestra vida diaria. La educación no es una excepción. Cómo aprovecharla para mejorar la educación y acabar con la brecha educativa es, cada vez más, uno de los puntos centrales del debate y de la agenda internacional en la materia. También constituye uno de los focos estratégicos de ProFuturo. En este artículo queremos destacar algunas de las conclusiones más destacadas de la conversación que ambos expertos mantuvieron, moderados por Maira Cabrini, responsable de comunicación y estrategia en Ashoka España.
La IA en educación aún está muy limitada
¿Cuál es la situación actual de la IA en educación, especialmente en aquellos entornos más vulnerables en los que ProFuturo desarrolla su actividad? Aunque ambos expertos están de acuerdo en las oportunidades que podría llegar a suponer la IA y la ciencia de datos en educación, en términos de liberar al profesor de cargas administrativas para centrarse en lo importante, analizar la evolución y el nivel de los estudiantes, prevenir el absentismo…, los dos se mostraron de acuerdo en que, actualmente, los datos de los que disponemos, sobre todo en los entornos vulnerables, están muy limitados y fragmentados: “hay muchos sistemas diferentes que están compartimentados. No hay interoperabilidad entre los datos y el sistema no tiene capacidad de usarlos eficazmente y en tiempo real”, explicaba Robert Hawkins. “Sin embargo”, afirmaba Wayne Holmes, “las autoridades de todo el mundo se lanzan de cabeza a comprar sistemas y se gastan mucho dinero, aunque hay pocas pruebas de su eficacia”.
Desafíos y oportunidades
Tal y como ha sucedido en otros ámbitos de la sociedad en los que la inteligencia artificial lleva años aplicándose, el uso y el desarrollo de esta, aplicada a la educación, plantea numerosas oportunidades y, como no, también desafíos. El primero de ellos, acabamos de mencionarlo: aún es preciso desarrollar y perfeccionar mucho los sistemas de recogida de datos y sus aplicaciones. Veamos otros:
Centrarnos en el problema: la competencia docente
La tecnología no es una varita mágica que va a solucionar de un golpe los problemas de la educación y de la brecha educativa en entornos vulnerables. Una de las consecuencias de la introducción de la tecnología en el aula es que se han puesto de manifiesto nuevas destrezas que necesitan los docentes, no solo digitales sino sobre pedagogía digital, cómo dar clase de forma eficaz en entornos online. Para Wayne Holmes, “debemos centrarnos en los problemas y no en los síntomas de los problemas. Los síntomas son que los jóvenes no reciben la educación que merecen. Pero, el problema, a menudo, se debe a que los docentes de esos sitios están poco cualificados, poco formados tienen poca experiencia y debemos trabajar para mejorar y potenciar la cualificación, la experiencia, la competencia de esas personas, de los docentes en esas aulas”.
¿Podemos hacer esto con IA? Podemos y, en este sentido, Holmes puso como ejemplo una herramienta de IA que sirve para conectar entre sí a pequeños agricultores del África subsahariana que comparten sus experiencias, hablan sobre el mercado… Hacer algo parecido para conectar a los docentes podría ser una forma brillante de usar la IA en educación. Sin embargo, “en el mundo de la investigación, casi no se ha trabajado en formas de usar la IA para dar apoyo directo a los profesores. Solo se investiga el uso de la IA para hacer las funciones de los profesores”. Para no “dar palos de ciego” en la correcta aplicación de la tecnología en educación hay que “tener claro qué problema queremos resolver y no quedarnos en el síntoma, sino ir al núcleo del problema y desarrollar tecnología que nos permita ocuparnos de él y solucionarlo”.
La igualdad de oportunidades no es suficiente
Para el experto de Unesco, Wayne Holmes, “la equidad, en educación, implica reconocer que, para que todos los jóvenes alcancen su pleno potencial, no basta la igualdad de oportunidades. Limitarnos a dar las mismas oportunidades a todos no implica que todos vayan a obtener todo lo que pueden. Especialmente los niños más vulnerables. Para poder obtener todo aquello de lo que son capaces, esos chicos necesitan apoyo adicional y más rápido de nuestra parte”. Por eso es importante ser precisos en el análisis de la situación y rápidos, pero certeros, en la ejecución de soluciones. La tecnología, bien utilizada, es un aliado esencial.
La “tribu” digital
Para Robert Hawkins la tecnología puede aportar a la comunidad educativa vínculos que antes no eran posibles y ese es, precisamente, uno de sus “usos más eficaces”, trazar vínculos humanos. “La tecnología tiene capacidad de ampliar las oportunidades de los profesores para acceder a más redes, a más conocimiento y a más contenido para alejarnos del modelo según el cual el profesor es la única fuente de conocimiento e información en un aula de 30 o 40 estudiantes. Hay que buscar maneras para que la tecnología los ayude en varios aspectos: trabajar en equipos, ponerlos en contacto con un mentor, ayudarlos a conocer otras fuentes de conocimiento e información y usar mejor los datos para que entiendan qué lagunas tienen sus alumnos y se impliquen más eficazmente con ellos y con sus padres…”.
Los cinco principios del uso de EdTech para educación
Una de las preguntas fundamentales que centra el debate EdTech es cómo puede la tecnología ayudar a acabar con la brecha educativa. Y, más específicamente, cómo orientar las políticas públicas y la toma de decisiones para obtener un impacto de largo plazo en educación. En este sentido, Robert Hawkins nos habló sobre cinco principios básicos que todo responsable político debería tener en mente a la hora de planificar políticas públicas en esta dirección:
- “Pregúntate por qué”: qué cambios quieres que produzca tu inversión, cómo cambiarán las habilidades del alumnado, qué dinámica entre profesores y alumnos esperas conseguir, cómo enriquecerá esa inversión el plan de estudios. A mayor concreción en cuanto a los resultados educativos y al cambio en el aula, mejor. Eso es lo que lleva a invertir en EdTech y no únicamente en tecnología.
- “A gran escala y para todos”: al centrarnos en los más desfavorecidos y los menos conectados y desarrollar soluciones para llegar a esas personas, a esas escuelas, profesores y alumnos, podemos, luego, ampliar la escala a las zonas de un país socioeconómicamente más ricas. Es un trabajo hacia fuera y hacia dentro. Este principio también incluye la idea del diseño centrado en la persona. Los ministros de educación deben intentar entender bien cómo las inversiones afectan y obedecen a las necesidades de profesores y alumnos.
- “Empodera a los docentes”: Al final, la educación es un compromiso social en cuyo centro están los docentes. Debemos encontrar formas de brindarles apoyo para que hagan lo que saben hacer: estimular al alumnado y ayudarle con sus problemas, y no solo impartir un temario y corregir exámenes. Este ámbito tiene el potencial de intentar que la tecnología reduzca la carga administrativa, permitiendo a los docentes trabajar de otro modo. También aporta maneras de ponerlos en contacto con otras fuentes de información, otras redes y otros docentes. Hay que intentar que la tecnología permita a los docentes hacer su trabajo más eficazmente.
- “Involucra al ecosistema”: Reconocemos que la EdTech tiene múltiples dimensiones. No podemos comprar tablets y esperar a que hagan su magia. Hay que identificar las fuentes de conocimiento de tu país o tu región y fomentar que los ministerios de educación se involucren con esas fuentes de innovación, ya sean universidades, proveedores de servicios del sector privado, ONG u otras instancias del gobierno. Hay que atender a todo el ecosistema y aprovecharlo como una red de apoyo a la educación.
- “Básate en los datos”: Existen grandes oportunidades para usar los datos más eficazmente, no solo para medir el impacto en el sistema sino para analizar el aprendizaje, los resultados del aprendizaje. Además, la idea de usar los datos y la evidencia a nivel global ayuda a los ministerios a no reinventar la rueda, a involucrarse en ese gran ecosistema a nivel global y a tener un enfoque innovador. Así, el ministerio de educación será una organización de aprendizaje: que prueba nuevos procedimientos y recopila datos sobre ellos para adaptar su aplicación.
En resumen…
¿Qué les pediríamos, en una sola frase, a los responsables de las políticas educativas? Para Wayne Holmes, la recomendación sería “que no se dejaran seducir por las exageraciones y los cantos de sirena sobre la IA. Hay herramientas muy eficaces, pero también hay que tener mucho cuidado para no limitarnos a crear herramientas que automaticen malas prácticas pedagógicas”. Robert Hawkins remarcó su primer principio: “Pregunta por qué. El porqué de cada inversión, qué va a cambiar, qué quiere que pase en el sistema, en el aula, en la implicación en el vínculo entre el alumno y el profesor, entre este y los padres y entre todos ellos con la comunidad”.
En resumen, la tecnología, la IA y la ciencia de datos pueden ayudarnos a mejorar la educación y a aminorar la brecha educativa. Pero hay que hacerlo analizando cuidadosamente la situación, planteándonos las preguntas correctas y buscando soluciones significativas. La educación del mañana está en nuestras manos hoy.
Si quieres profundizar sobre todos estos temas, puedes ver la entrevista completa aquí.