“No podemos crear un futuro digno para nuestros nietos con un sistema construido por nuestros abuelos”. Con estas palabras, el Secretario General de Naciones Unidas, António Guterres, expresaba la necesidad de adaptar la cooperación internacional a las necesidades actuales de un mundo convulso que afronta desafíos muy complejos que, probablemente, irán a más. La respuesta de la ONU ha sido el Pacto Global para el Futuro, una especie de hoja de ruta que propone acciones para promover un desarrollo sostenible y equitativo para todos, subrayando la necesidad urgente de una cooperación internacional reforzada. Entre estas acciones, la educación destaca como un eje central. No solo se reconoce como un derecho fundamental, sino como el motor que puede impulsar el cambio global y transformar las sociedades.
La visión de la ONU sobre la educación: motor para el cambio global
Desde la adopción de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, la ONU ha enfatizado el papel crucial de la educación como una palanca para el progreso. El ODS 4, que aboga por una educación inclusiva, equitativa y de calidad, es un pilar central en los esfuerzos por erradicar la pobreza, fomentar la igualdad de género y asegurar un crecimiento sostenible. El Pacto para el Futuro reafirma este compromiso y amplía su visión: la educación no solo debe ser accesible para todos, sino que debe ser un vehículo para dotar a las personas con las habilidades necesarias para enfrentar los retos del siglo XXI.
El pacto destaca que la educación es clave para el empoderamiento individual y colectivo, proporcionando a las personas las herramientas necesarias para mejorar sus condiciones de vida y contribuir al bienestar de sus comunidades. Además, vincula la educación directamente con el crecimiento económico, la inclusión social y la sostenibilidad medioambiental, argumentando que sin una base educativa sólida, los avances en otras áreas, como la salud o el empleo, serán insuficientes y desiguales.
Las Naciones Unidas reconocen que los avances tecnológicos y científicos son esenciales para el progreso, pero que su potencial solo puede ser aprovechado si todas las personas, en todos los países, tienen acceso a una educación de calidad que les permita participar en estas transformaciones.
Educación inclusiva y equitativa: desafíos y soluciones
A pesar de los avances logrados en las últimas décadas, el acceso a la educación sigue siendo un desafío en muchas partes del mundo. Según la ONU, más de 250 millones de niños en edad escolar no asisten a la escuela, y las tasas de analfabetismo en adultos, especialmente en mujeres, siguen siendo alarmantemente altas. Las zonas de conflicto, la pobreza extrema y la marginación social son barreras que impiden que millones de personas disfruten de su derecho a la educación.
El Pacto para el Futuro aborda estos desafíos de manera directa, proponiendo soluciones basadas en la cooperación internacional y el fortalecimiento de las capacidades locales. Un punto clave es el acceso a las tecnologías educativas, que pueden cerrar brechas geográficas y económicas al ofrecer a los estudiantes herramientas de aprendizaje a distancia. El auge de la educación online, las plataformas de aprendizaje digital y el uso de aplicaciones móviles son ejemplos de cómo la tecnología puede democratizar la educación, permitiendo que incluso las comunidades más remotas se beneficien de una formación de calidad.
Sin embargo, el pacto también subraya la importancia de la inversión en infraestructuras educativas físicas, especialmente en países en desarrollo. La falta de escuelas adecuadas, docentes capacitados y materiales educativos sigue siendo un obstáculo importante para muchas naciones. La ONU propone, a través del pacto, un enfoque integral que combine inversiones en infraestructuras, la mejora de la calidad educativa y el uso de tecnologías accesibles para garantizar que nadie quede atrás.
En este sentido, se menciona la colaboración con organismos como UNICEF y UNESCO, que ya están implementando programas de educación a distancia y apoyando a países en conflicto para que los niños y jóvenes puedan seguir estudiando, incluso en situaciones de emergencia.
Educación y desarrollo sostenible: preparar a las nuevas generaciones
La educación no es solo una herramienta para el desarrollo económico o social; también es clave para abordar los retos ambientales del siglo XXI. En este sentido, el Pacto para el Futuro pone un énfasis particular en la «educación para el desarrollo sostenible», que tiene como objetivo preparar a las nuevas generaciones para enfrentar desafíos como el cambio climático, la pérdida de biodiversidad y la escasez de recursos naturales.
La ONU reconoce que para lograr un desarrollo verdaderamente sostenible, es necesario formar a jóvenes con un sentido profundo de responsabilidad hacia el medio ambiente y con las habilidades necesarias para trabajar en economías verdes. Esto implica no solo enseñar a los estudiantes sobre los problemas ambientales, sino también dotarlos de las herramientas para diseñar soluciones innovadoras y sostenibles. Los sistemas educativos deben evolucionar para integrar en sus currículos materias relacionadas con la sostenibilidad, la economía circular y las energías renovables.
Un ejemplo clave en este ámbito es el compromiso de varios países de incluir la educación sobre cambio climático en sus planes de estudio. En países como Italia, se ha hecho obligatoria la enseñanza del cambio climático, lo que garantiza que los jóvenes estén preparados para enfrentar los desafíos ambientales a medida que ingresan en la vida adulta.
Además, el pacto enfatiza que la educación debe fomentar la innovación y la creatividad, preparando a las generaciones futuras para los trabajos del mañana, muchos de los cuales estarán relacionados con la transición hacia una economía baja en carbono.
Educación, equidad y género: empoderar a mujeres y niñas
La igualdad de género es uno de los ejes fundamentales del Pacto para el Futuro, y la educación es vista como el principal mecanismo para empoderar a las mujeres y niñas, permitiéndoles romper con el ciclo de pobreza y exclusión. En muchos países, las niñas siguen enfrentando barreras significativas para acceder a la educación, desde matrimonios forzados y violencia de género hasta la falta de instalaciones escolares seguras.
El pacto subraya la importancia de eliminar estas barreras y garantizar que todas las niñas y mujeres tengan acceso a una educación de calidad, lo que no solo les permitirá mejorar sus propias vidas, sino también contribuir de manera significativa a sus comunidades y economías. Se estima que cada año adicional de educación secundaria puede aumentar los ingresos de una mujer adulta en hasta un 25%, lo que demuestra el impacto económico directo de garantizar la educación para todas las niñas.
Iniciativas como la Iniciativa para la Educación de las Niñas de UNICEF están trabajando para asegurar que las niñas, especialmente en contextos de vulnerabilidad, puedan acceder a la educación. Además, el pacto hace un llamado a los gobiernos para que fortalezcan las políticas de igualdad de género en las escuelas, asegurando que tanto niños como niñas tengan las mismas oportunidades de éxito.
Innovación y tecnología en la educación: el futuro del aprendizaje
En un mundo cada vez más digitalizado, la educación debe adaptarse a los avances tecnológicos para seguir siendo relevante y efectiva. El Pacto para el Futuro reconoce que la innovación y la tecnología son herramientas poderosas que pueden transformar la forma en que aprendemos y enseñamos. Las plataformas de aprendizaje online, la inteligencia artificial y la realidad virtual están redefiniendo el concepto de aula y permitiendo que el aprendizaje sea más accesible, personalizado y dinámico.
Sin embargo, el pacto también advierte sobre los riesgos de la brecha digital. En muchas partes del mundo, el acceso a Internet y a dispositivos tecnológicos sigue siendo limitado, lo que impide que millones de estudiantes puedan aprovechar las oportunidades de la educación digital. Para abordar este problema, el pacto propone una serie de medidas que incluyen la expansión del acceso a Internet en zonas rurales y el desarrollo de programas de formación en competencias digitales para docentes y estudiantes.
Un ejemplo de cómo la tecnología puede cerrar brechas educativas es el programa Learning Passport de UNICEF, una plataforma de aprendizaje digital que ofrece contenido educativo a niños refugiados y desplazados en todo el mundo. Programas como este o como el de ProFuturo, demuestran el potencial de la tecnología para llegar a los estudiantes más vulnerables y garantizar que, independientemente de su ubicación, tengan acceso a una educación de calidad.
Un futuro sostenible a través de la educación
El Pacto Global para el Futuro lo deja muy claro: la educación es el cimiento sobre el que se construirá el futuro de nuestras sociedades. Sin una educación inclusiva, equitativa y de calidad, los esfuerzos globales para erradicar la pobreza, combatir el cambio climático y garantizar la paz y la prosperidad para todos serán insuficientes.
Por eso, es imperativo que los gobiernos, las organizaciones internacionales y la sociedad civil se comprometan a invertir en educación, no solo como un derecho humano, sino como el principal catalizador del desarrollo sostenible. Mientras el mundo sigue lidiando con las consecuencias de crisis cuya magnitud no tiene precedentes en la historia, la educación será el vehículo que nos permitirá encontrar soluciones, empoderar a las futuras generaciones y construir un mundo más justo, equitativo y sostenible.