¿Sabías que la misión Apolo que aterrizó en la luna fue llevada a cabo con tan solo 40 KB de memoria? Hoy llevamos 64 GB en el bolsillo y se nos quedan cortos. Con este ejemplo, tan gráfico, el experto en educación y fundador del “Center for Curriculum Redesign”, Charles Fadel, ejemplifica la manera en que la tecnología ha transformado nuestra forma de vivir y trabajar. Fadel, que participó en el acto de celebración del 25 aniversario de la Fundação Telefônica Vivo, donde se presentaba la edición portuguesa de su última publicación, Education for the Age of AI, reflexionó precisamente sobre esto: el sentido de la educación en la era de la IA. O dicho de otra forma: qué deben aprender los estudiantes, cómo deben hacerlo y por qué.
Los avances tecnológicos que están transformándolo todo a nuestro alrededor, no parecen estar afectando demasiado al mundo de la educación. Nuestro sistema educativo lleva décadas atrapado en una versión de sí mismo que tiene más de medio siglo de antigüedad. El modelo educativo de masas, que fue efectivo durante la Revolución Industrial, ha dejado de responder a las necesidades de un mundo donde la personalización y la adaptabilidad deben ser la norma. La IA tiene el potencial de romper este esquema estático. La verdadera promesa de la inteligencia artificial, según Fadel, no es solo su capacidad para hacer el aprendizaje más eficiente, sino su habilidad para crear experiencias educativas profundamente personalizadas. Hoy nos encontramos en las primeras etapas de esta transformación. El reto consiste en integrar estas nuevas tecnologías de manera que respeten la diversidad de habilidades y necesidades de los estudiantes.
El ciclo de adopción de las tecnologías emergentes: de la sobrevaloración a la consolidación
En su análisis del progreso tecnológico, Fadel habló sobre el llamado “ciclo de las tecnologías emergentes”, donde el entusiasmo inicial suele ir seguido de un periodo de decepción o estancamiento antes de que la tecnología se consolide y comience a generar un impacto significativo. Este fenómeno, conocido como la «curva de Gartner», ha sido observado en múltiples tecnologías a lo largo de la historia. Así ocurrió con los ferrocarriles en el siglo XIX y, de igual modo, está sucediendo con la inteligencia artificial.
Aunque la IA está en pleno auge, es posible que pronto experimente una fase de desaceleración antes de que sus beneficios se materialicen de manera generalizada. Esta fase de «enfriamiento» es crucial para que los desarrolladores y las instituciones ajusten sus expectativas y enfoquen su trabajo en soluciones realistas y sostenibles.
Para el experto de Harvard, es esencial que nos preparemos para esta transición en la que la IA no solo será una herramienta educativa, sino una parte integral del ecosistema de aprendizaje. La clave, según él, es no centrarse exclusivamente en un tipo de algoritmo, sino utilizar una combinación de enfoques y tecnologías para lograr resultados más robustos y efectivos.
El papel de la educación en la era de la IA
Uno de los mayores desafíos que enfrenta la educación en la era de la IA es la necesidad de actualizar los currículos y las metodologías pedagógicas. El conocimiento tradicional, basado en hechos y datos, ya no es suficiente. En su lugar, debemos enseñar a los estudiantes habilidades más complejas y adaptativas, como el pensamiento crítico, la resolución de problemas y la comprensión de conceptos más profundos como el conocimiento epistémico.
En este sentido, Fadel propone un modelo educativo más flexible, en el que las disciplinas tradicionales no se eliminen, sino que se modernicen. En lugar de enseñar materias como Matemáticas o Ciencias de manera aislada, sugiere integrar habilidades como la programación, las ciencias de datos y el análisis de sistemas complejos en todas las disciplinas. De esta forma, los estudiantes no solo aprenden hechos, sino que adquieren las competencias necesarias para moverse en un mundo cada vez más interconectado y complejo.
La idea central es que el aprendizaje debe estar impulsado por la motivación intrínseca. Los estudiantes deben sentir curiosidad y deseo por aprender, no solo para obtener buenas calificaciones o para complacer a sus padres y maestros, sino porque el aprendizaje en sí mismo es valioso. La inteligencia artificial puede desempeñar un papel clave en este proceso, proporcionando experiencias de aprendizaje personalizadas que se adapten a los intereses y necesidades de cada estudiante.
La IA como ecualizador social
La inteligencia artificial también puede ser un ecualizador social. A través de su capacidad para proporcionar tutoría personalizada y acceso a contenidos adaptados, la IA tiene el potencial de cerrar brechas educativas que han persistido durante siglos. Imaginemos el impacto que podría tener en áreas rurales o comunidades desfavorecidas, donde la falta de recursos ha sido un obstáculo. Con conectividad adecuada, los estudiantes de cualquier lugar pueden acceder a las mismas oportunidades que los de las grandes ciudades.
Este es un aspecto central de la promesa de la IA: no solo mejorar la educación en las mejores escuelas, sino democratizar el acceso al conocimiento y a las herramientas necesarias para triunfar en la vida. Esto se extiende también al ámbito laboral. A medida que algunos trabajos desaparecen debido a la automatización, la IA abrirá nuevos horizontes, y el reto será asegurarnos de que todos tengan las habilidades y la versatilidad necesarias para adaptarse a estos cambios.
La revolución de la educación y la necesidad de innovación
A medida que la inteligencia artificial continúa avanzando, también lo hará la necesidad de transformar el sistema educativo. El autor de Educación en la era de la IA concluyó su discurso subrayando que la educación necesita pasar de un modelo de enseñanza masiva a uno más personalizado y adaptativo, que aproveche la tecnología para ofrecer una experiencia de aprendizaje individualizada.
El currículum, prosiguió, debe modernizarse no solo para reflejar los cambios en la sociedad y el mercado laboral, sino también para fomentar el pensamiento creativo y crítico en los estudiantes. La creatividad, dice Fadel, es una de las áreas donde la inteligencia artificial aún no puede competir con los seres humanos. Sin embargo, la IA puede ser una herramienta para ayudar a fomentar la creatividad, proporcionando nuevas ideas y enfoques que los humanos pueden utilizar y mejorar.
La educación, concluyó, debe preparar a los estudiantes no solo para el presente, sino para un futuro incierto y en constante cambio. Esto implica una educación más versátil, que no solo enseñe hechos y conocimientos estáticos, sino que también desarrolle habilidades adaptativas que permitan a los estudiantes enfrentar los desafíos de un mundo en rápida evolución.